04 septiembre 2021
«A Juan Mari le tengo presente todos los días»
Blanca Portillo y Maixabel Lasa, actriz y personaje de 'Maixabel', se encuentran días antes del estreno en el Festival de San Sebastián del filme de Icíar Bollaín sobre la viuda de Juan Mari Jáuregui
–Tienes el pelo cortito, Blanca.
–De rubia. Yo te veo muy guapa, Maixabel, como siempre.
Blanca Portillo (Madrid, 1963) y Maixabel Lasa (Legorreta, 1951) se mimetizaron en el rodaje de 'Maixabel' hasta el punto de llamarse a sí mismas Maixabel Portillo y Blanca Lasa. Las dos amigas vuelven a encontrarse pocos días antes de que el filme de Icíar Bollaín se presente a competición en el Festival de San Sebastián el próximo 18 de septiembre (a los cines llegará una semana más tarde de la mano de Disney). La historia de la viuda de Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en 2000, es la de una mujer que, a pesar de las dudas y el dolor, accedió a encontrarse con los asesinos de su marido. Esta semana se sabía que Patxi Makazaga, condenado como autor material de los disparos, ha pedido reunirse con Lasa en el marco de la denominada 'justicia restaurativa'.
–Blanca, ¿qué sabía de Maixabel antes de rodar la película?
–B. P: Sabía que había sido directora de la Oficina de Víctimas y que había hecho los encuentros restaurativos. Era una figura que me atraía mucho, una mujer interesantísima. Y no lo digo porque estés delante…
–Maixabel, ¿qué sabía de Blanca Portillo?
–M. L: Era una actriz que me gustaba, aunque no había tenido la pasión por conocerla personalmente. En cuanto lo hice me sentí como si fuese mi hermana, mi amiga. Me pareció una mujer sencilla y normal.
–¿Y qué sintió la primera vez que la vio caracterizada como usted?
–M. L: Fue curioso. En el rodaje la descubrí gestos y maneras mías. Daba la sensación de que éramos casi la misma persona.
–B. P: Cuando me vi con el pelo blanco y las gafas, sentí que éramos dos extrañas hermanas gemelas. No se trataba de hacer una caricatura, ha sido más una cuestión de mimetizarse, de entrar en un estado, en un carácter más que intentar imitar. Lo que es algo de ser imitado es ella misma, no su aspecto. Es a Maixabel a lo que una aspira a parecerse.
–¿Y cómo es esa personalidad?
–B. P: Lo siento, a lo mejor es una expresión un poco abstracta, pero tiene que ver con la limpieza de alma. Con alguien que tiene ideas y las pone en práctica, algo que no te encuentras casi nunca. Maixabel es una mujer de profundas convicciones desde muy joven y las ha llevado a cabo. Me he encontrado a una mujer tremendamente cariñosa, a pesar de que, como buena vasca, es firme, grande y potente. Pero muy dulce y sensible a todo, con una capacidad de empatía e inteligencia. Busca siempre la luz.
–M. L: Yo he procurado siempre poner en práctica aquello que pienso. Cuando me preguntan por qué participé en aquellos encuentros, respondo que porque pienso que todas las personas nos merecemos una segunda oportunidad. Ellos ya han hecho su recorrido personal de autocrítica. Yo casi me he sentido en la obligación de ofrecerles esa segunda oportunidad. La muerte no tiene vuelta atrás, pero sí se puede recuperar a esas personas para la convivencia.
–B. P: A mí esa idea de la segunda oportunidad me parece maravillosa. Me ha hecho revisar mi propia vida. Cuántas veces, por motivos infinitamente más banales, he dicho: esta persona nunca más. De hecho, desde que terminé el rodaje he reconectado con gente y me he revisado a mí misma.
–En esas charlas antes del rodaje, ¿hablaron de Juan Mari?
–M. L: Claro. Yo a Juan Mari le tengo presente todos los días. Siempre estuvo presente en el trabajo que me comprometí llevar a cabo en la Dirección de Víctimas. No le puedo borrar de mí día a día. Siempre pienso que si hubiera sido al revés, que a la que me matan es a mí, seguramente él hubiera optado por el mismo camino. Era una persona dialogante que respetaba al diferente. Y escuchaba la opinión de los demás. Un defensor a ultranza de los derechos humanos. Si le hubieran dado una pequeña oportunidad, igual les habría convencido a los que fueron a matarle de que no lo hicieran. Eso lo he pensado muchísimas veces.
–B. P: Yo recuerdo que te hice una pregunta, porque mi trabajo es construir las razones que llevan a un ser humano a ser como es. Y evidentemente el centro de esta historia es Juan Mari. Te pregunté: ¿tú estabas muy enamorada, verdad? Y me respondiste: yo creo que sí. No hacía falta nada más.
–M. L: Al final, es toda una vida. Nos conocimos siendo muy jovencitos e hicimos un recorrido paralelo en lo social y lo político. Juan Mari me enseñó muchísimo e imagino que yo le enseñé algo a él. Siempre ha sido la persona con la que más confianza he tenido, no ha habido hombre ni mujer que le haya superado en ese aspecto. Por eso le tengo siempre presente, no me lo puedo quitar de encima. Después de aquello, yo estuve tiempo que le llamaba por teléfono pensando que me iba a contestar…
El valor de la amistad
– Maixabel, ¿qué actitud tiene con quien no puede entender que se reuniera con los asesinos de de su marido?
–M. L: En primer lugar, respeto. Pero también pido respeto para mí y para quienes participamos en los encuentros restaurativos, porque yo no fui la única. Nadie nos obligó a participar. Visto ahora desde la distancia, creo que tuve mucha suerte de estar en aquella iniciativa, que terminó con la llegada del Partido Popular al gobierno central. Después se hicieron algunos encuentros, ya sin el paraguas institucional; yo estuve con Ibon (Etxezarreta) en 2014 gracias a la tenacidad de los mediadores, que veían que este programa era importante. Estoy convencida de que fue un acierto. Siempre de manera profesional y con discreción, porque si esto sale a los medios todo se manipula.
–Patxi Makazaga quiere reunirse con usted. ¿Significa que se cierra un ciclo?
–M. L: Yo siempre he dicho que me gustaría que la tercera persona estuviese también en la misma tesitura. Pero eso que se conoció el otro día… Mal empezamos anunciándolo en los medios de comunicación.
–¿Se han hecho amigas, se mandan whatsapps?
–B. P. Sí, pero yo soy muy pudorosa. Me llamaste por mi cumpleaños y después me corté en devolverte la llamada. Para mí, la amistad tiene un valor inmenso y se labra con el tiempo. Hasta donde yo he podido tenerla cerca, considero que Maixabel es mi amiga. Me emociona decir que estoy dispuesta a trabajar para que esa amistad crezca. No me gustaría perderte en mi vida.
–M. L: A mí tampoco me gustaría que se acabara esta relación. De alguna forma, tú has formado parte de mi vida.
–B. P: Y tú de la mía. Y me has hecho mucho bien. Me has dado algo. Más allá del trabajo actoral, me has cambiado como persona. Hay un antes y después como persona, como mujer y ciudadana. Acercarme a ti y a tu entorno ha hecho que vuelva cambiada de Donosti. Nada mejor en el mundo te puede pasar que un trabajo te transforme de esta manera.
–¿Y qué va a pasar en el festival?
–M. L: Que nos tomaremos un Chardonnay.
Opinión:
Solo aprovechar para enviar un enorme y fuerte abrazo a Maixabel y a sus dos “niñas”…
y decirle que tendrá que lidiar con los y las ignorantes que buscarán el
enfrentamiento con ella por ofrecer su versión sobre la problemática del
terrorismo. Cabe la enorme posibilidad de que aparezcan aquellos que hablan
como víctimas mientras hay enormes sospechas de que se encontraran en el lugar
del atentado, incluso alguno que también ha acudido a esos encuentros con los
terroristas. Puede que aparezcan aquellos que, intentando utilizar el puesto de
responsabilidad de Maixabel, buscaban unas gratificaciones económicas exclusivas
por ser tal o cual víctima, creyendo ser más importantes o tener más derechos
que el resto…
Hay tanto que explicar… que ya nos llegará el momento.
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