lunes, 6 de febrero de 2023

01 febrero 2023 (2) Heraldo de Aragón (opinión)

 

01 febrero 2023 


 

Fernando Aramburu: "Me extrañaría mucho que el terrorismo no termine representado en los carnavales"

En 'Hijos de la fábula' cuenta la disparatada historia de dos jóvenes que se unen a ETA semanas antes del abandono de la violencia.

Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) ha vuelto al mundo de 'Patria', pero con un registro muy distinto. En 'Hijos de la fábula' (Ed. Tusquets) cuenta la historia de dos jóvenes que se van a Francia para integrarse en ETA apenas unas semanas antes de que la banda terrorista anuncie el fin de su actividad. A partir de ahí, abandonados a su suerte, sin armas ni cursos de entrenamiento, sin apenas dinero ni horizonte y convencidos de que la organización ha cometido un gran error al dejar de matar sin haber conseguido ni uno de sus objetivos, se proponen poner de rodillas al Estado ellos solos. Y entonces todo se convierte en un disparate, en una caricatura de entrenamientos de tiro con palos de escoba, secuestros de granja y acciones que serían ridículas incluso para quinquis de barrio. "He escrito con el freno puesto. He sido como un funambulista porque quería hacer humor pero de ninguna forma molestar a las víctimas", asegura en esta entrevista.

¿Cuándo pensó en una novela de tono humorístico sobre ETA?

La concebí a la vez que 'Patria' pero mis amigos me dijeron que escribiera primero aquella, más dramática y formalmente más difícil. La cuestión del humor, además, me causaba problemas y llegué a hablar con una víctima para comentarlo. Le dije que no saldría una sola víctima en el texto. Y era consciente en todo momento del peligro de escorarse hacia la pura comedia o de que los aspirantes a gudaris fueran amables o heroicos.

De 'Patria' muchos hicieron una lectura ideológica. ¿Teme que pase lo mismo ahora?

Sé que va a suceder. Sé quién va a criticar negativamente la novela incluso antes de haberla leído. Lo político está en quien lee. Si estuviera pendiente de esas cosas, no escribiría.

Hasta políticos o columnistas de quienes no se conocían aficiones literarias previas jugaron a críticos entonces.

No tengo la ambición de gustar a todo el mundo. Mi literatura tiene la facultad de empeorar en cuanto cae en manos nacionalistas. Habrá críticas negativas por esa razón pero no les doy importancia. Yo doy mis opiniones en entrevistas y artículos. En las novelas no intervengo ideológicamente, no las supedito a una tesis. No le hago gratis la campaña electoral a nadie y soy consciente de que mis personajes pueden resultar poco atractivos a personas con ciertas convicciones. Pero eso ha pasado siempre en la literatura.

Usted ya había escrito con anterioridad textos de marcado carácter humorístico, pero no tocaban asuntos tan sensibles.

Como le decía, he sido muy consciente de ello. Pero no solo hay humor o caricatura. En la novela también se habla de soledad, amistad, penalidades, hambre.

¿Una organización terrorista, mafiosa o lo que sea está muerta y enterrada cuando el humor se ceba en ella?

Pasa siempre. Me extrañaría mucho que el terrorismo no termine representado en los carnavales. Ya ha pasado con otras cosas igualmente siniestras. Los de 'Vaya semanita' fueron pioneros y tienen mi total admiración. Cuando está muriendo gente no hay espacio para la sonrisa pero llega un momento en vemos cosas en las que antes no reparábamos: por ejemplo, que se puede ser cruel y al tiempo, ridículo. El humor tiene siempre un poder legitimador muy grande. Hasta no hace mucho, en Alemania, donde vivo, no se hacían bromas con Hitler. Ahora se ven ya incluso en TV.

Caricaturiza a sus personajes, pero termina siendo compasivo con ellos, con sus penurias, abandonados, sin contactos.

En cierto modo, veo que ellos también son víctimas; no al mismo nivel, claro. Pero lo suyo es un fracaso vital absoluto por seguir una causa que generó mucha desgracia y no consiguió ninguno de los resultados que ellos esperaban.

Ideología y chapuzas

¿Todo es ficción en las cosas que cuenta sobre entrenamiento, refugios y demás o ha conocido casos como los que incluye en la novela?

El peso de la ficción es muy fuerte pero he usado una documentación amplia aunque no de modo directo. He oído muchas historias de episodios similares a los que ambos protagonistas viven. Hay casos increíbles de chapuzas de los comandos.

Sus personajes creen que si se tiene una ideología está justificado robar e incluso matar. Y confían en que la Historia les reserve un lugar. ¿Lo pensaban muchos jóvenes que se integraron en ETA?

Me huelo que algo de eso ha habido, hay y habrá. Es un guiño al 'Quijote', porque es muy humano pensar que lo que uno hace se trasladará a generaciones venideras. Sin duda, a muchos les habría gustado dar nombre a una calle o tener una estatua en su pueblo.

Ha dicho más de una vez que varios de sus amigos y conocidos de juventud terminaron en ETA y que incluso pudo haber sido uno de ellos. ¿Se ha visto siquiera en sueños en ese período de clandestinidad y entrenamiento previo?

No, pero hay muchos testimonios al respecto. Un libro de Florencio Domínguez habla de la espera y el aburrimiento de los comandos. Eso me ha dado referencias reales para escribir escenas de esta novela.

Cuando sus personajes regresan a San Sebastián no hay 'kale borroka', apenas pancartas ni pintadas y la calle está invadida por pacíficos paseantes. Y sufren una decepción. ¿Quienes se movieron en el entorno de ETA han asimilado que la gran mayoría de la sociedad no quería lo mismo que ellos?

Les costó darse cuenta de que una gran parte de la sociedad no quería atentados. Las cárceles estaban llenas y algunos intervinieron para frenar todo aquello porque era evidente que la sociedad quería vivir en paz, atender sus trabajos y sus familias, votar en las elecciones por su opción predilecta y gestionar así los asuntos públicos. Lo he visto en San Sebastián. Pasó ETA y las terrazas están llenas de donostiarras y turistas, no hay autobuses en llamas ni algaradas. La guerra estaba solo en su cabeza.

¿Sigue pensando que vivir en Alemania le ha facilitado escribir una novela así, incluso ahora que todo ha terminado?

Solo he dispuesto de esta perspectiva; no sé cómo habría sido mi literatura de vivir en San Sebastián. Estar fuera me ha dado una visión más panorámica y más sosegada.

Cuando publicó 'Los vencejos', anunció en una entrevista que concedió a este periódico que ya tenía otra novela escrita en el cajón. ¿Era esta?

Sí. De hecho, la terminé antes que aquella. Esperé para publicarla porque no estaba satisfecho con el resultado. Tras publicar 'Los vencejos', la repasé y creo que la mejoré. Creía en la historia que había contado pero le vino bien un período de reposo. He inventado algunos recursos literarios porque había cosas difíciles: por ejemplo, no hay ni una sola frase en el texto con dos verbos principales. Tenía que hallar el ritmo. Siempre lo más fácil es escribir complicado, y viceversa. Por eso me costó mucho más escribir cada página que en otras novelas anteriores.

Una nueva serie

'Hijos de la fábula' es la tercera entrega de una serie creada a posteriori. Su título, 'Gentes vascas'. 'Patria' queda excluida porque por sus dimensiones no encaja en el modelo que desea desarrollar, así que las dos primeras son 'Los peces de la amargura' y 'Años lentos'. Se trata, explica Aramburu, de textos relativamente cortos, en algún caso colecciones de relatos, en los que quiere contar "historias de paisanos normales y corrientes de nuestra tierra". No tiene un plan muy definido pero adelanta que escribirá uno de esos volúmenes "de vez en cuando". En todos ellos habrá algún experimento formal. No hay un plan definido sobre las historias que llevará al papel. "No tengo ideas claras, solo deseos". De momento, el próximo libro no será de estos. Siempre tiene textos acabados pendientes de ver la luz, así que hablará con su editor "para ver lo más conveniente". Entre ellos, hay algunos que transitan por "caminos poco convencionales".

Opinión:

Celebro que, por fin, se conozca más públicamente que el señor Aramburu reconoce que vive en Alemania, lo cual confirma lo que hace algunos años se publicó en un diario argentino. Y digo que lo celebro porque esllo significa que ya se entiende que haya tardado tantos años en hablar de este tema tan complejo y complicado: sería que le pillaba lejos.

Pero, seamos sinceros, también es mucho más fácil hablar y escribir sobre ello cuando la banda terrorista ETA ya hace mas de una década que cesó su “actividad armada” como ellos mismos la definían.

Y tiene razón el señor Aramburu cuando dice que sabe “quién va a criticar negativamente la novela incluso antes de haberla leído”. No será mi caso porque no critico la novela porque, evidentemente, no la he leído. Pero sí leí (no hasta el final) la novela “Patria” y me recordaba tanto a una novela escrita anteriormente por Rafael Jiménez que, esta vez sí, reconozco que dejé de leerla mucho antes del final…

Así pues, invito a que el señor Aramburu o cualquier otro escritor (o escritora) que tanto escriben AHORA sobre la banda terrorista ETA (con o sin humor, eso ya es otra historia), que  se atrevan a escribir sobre el abandono sufrido por miles de víctimas y el uso político y partidista que algunos, o muchos según opiniones, han hecho utilizando el dolor ajeno.

Y si no hay nadie, tranquilidad… ya lo estoy haciendo yo y habrá gente a la que no gustará. Y no hablo precisamente de los terroristas, que también…

 

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