23 febrero 2023 (22.03.23) (3) La Vanguardia

23 febrero 2023 (22.03.23)

 

Caso Scala: “Nunca nadie nos ha dado explicaciones”

45 años del atentado

Antonio Egea, hijo de una de las víctimas, confiesa la opacidad con la que se ha mantenido el caso durante todo este tiempo

Hace 45 años la sala de fiestas Scala de Barcelona fue el blanco de un atentado. Murieron cuatro trabajadores. Hoy sus hijos han regresado al lugar que ocupó el local para conmemorar, por primera vez, el trágico acontecimiento con un acto organizado por el Ayuntamiento de Barcelona. “Algo para lo que nunca es tarde”, confiesa con agradecimiento Antonio Egea, hijo de una de las víctimas, ya que “ninguna institución antes se había acordado de nosotros”.

Antonio nos atiende para recordar cómo cambió su vida a partir de aquel momento. Por aquel entonces, tenía 14 años y del incendio se enteró por la televisión, junto a su madre, Adelaida, mientras esperaban que Ramón regresara a comer. “Mi padre pudo haberse salvado porque en el momento del incendio estaba haciendo tareas de mantenimiento en el mismo hall, pero quiso entrar para ayudar a sus compañeros que se encontraban en el interior del edificio”, recuerda su hijo. 

El balance de aquel siniestro fue tremendamente horrible, "·allí murieron mi padre, mi primo, un vecino y otro compañero", reconoce Egea, aún emocionado. Ellos fueron Juan López Masip, Bernabé Bravo, Diego Montoro y su padre, Ramón Egea, personas jóvenes con familias y un futuro por delante que se rompió con el lanzamiento de los cócteles molotov sobre la puerta principal del Scala.

Sobre la autoría del atentado, Antonio lo tiene claro, “los siete encausados confesaron los hechos y fueron detenidos y encarcelados por ello”. Que se contemple que un agente de la policía estuviera detrás de la actuación de los miembros de la CNT que lanzaron los combinados incendiarios, “no cambia nada”. En este punto Egea insiste que “nunca nadie nos ha explicado nada, hemos estado desatendidos y desamparados durante mucho tiempo” y que la reconstrucción de los hechos la han desarrollado por iniciativa propia y a través de hemerotecas.

Con un acto de homenaje y recuerdo y en memoria de los cuatro fallecidos aquel 15 de enero de 1978, el ayuntamiento de Barcelona pretende reparar la deuda que las instituciones tenían con estas víctimas, reconociendo que este acto llega 45 años tarde, "por lo que trasladamos nuestras disculpas y lamentamos el maltrato institucional ql que fueron sometidos", expresaba el concejal de derechos de la ciudadanía y participación, Marc Serra, durante el descubrimiento de la placa conmemorativa.

Durante la Transición

45 años de un atentado atribuido a militantes de la CNT

‘Muerte y destrucción’, así de contundente definía la portada de La Vanguardia los hechos sucedidos aquel 15 de enero de 1978, en la sala de fiestas Scala de Barcelona. Tres palabras que describían las fotografías que configuraban la primera página y que recogían el horror que vivió la ciudad por un “incalificable atentado” que acabó finalmente con la vida de cuatro trabajadores del emblemático establecimiento. A medida que se retiraban los escombros y se recuperaban los cuerpos de los fallecidos, la policía identificaba y arrestaba a los siete autores que lanzaron cócteles molotov en la misma entrada de la sala y que originaron el terrible incendio.

Mientras la policía relacionaba la autoría del atentado con la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), la Federación Anarquista Ibérica y Juventudes Libertarias, el propio sindicato se apresuraba a desmentir la acusación y a tomar medidas legales contra los cuerpos y fuerzas de seguridad. Según la CNT, estaban ante una confabulación contra el sindicato por su oposición al Pacto de la Moncloa. La confederación se preguntaba qué sentido tendría perpetrar el atentado en el conocido restaurante y sala de espectáculos cuando tres cuartas partes de los trabajadores estaban afiliados a la CNT. Sin embargo, los cuatro trabajadores fallecidos pertenecían a UGT y militaban en el PSOE, algo por lo que Antonio Egea destaca con indignación, “porque nadie lo ha resaltado en todo este tiempo”. Pero lo cierto es que estas asociaciones anarquistas celebraron en las inmediaciones una manifestación que resultó más pacífica de lo que algunos quisieron.

Veinte años después de aquel fatídico día, la Asociación de Víctimas del Terrorismo lograba que el Ministerio del Interior considerara las muertes del Scala víctimas de terrorismo y se aplicara las correspondientes indemnizaciones a las viudas de aquella tragedia. Según Robert Manrique, por aquel entonces delegado en Cataluña de la Asociación Victimas Terrorismo, “una fotografía del ministro de gobernación, Adolfo Martín Villa, entregando un cheque a una de las viudas, nos motivó para tirar del hilo y lograr que los fallecidos en aquel incendio fueron considerados víctimas de acto terrorista”. “Si no, ¿qué sentido tenía que un ministro entregara un cheque a la viuda de un trabajador que moría oficialmente por accidente laboral?”, se cuestiona Manrique.

Ahora, 45 años después, sigue planeando sobre el recuerdo de los hechos si lo acontecido en Barcelona fue terrorismo o fue quizás un acto de terrorismo de estado, atendiendo el misterio y las dudas que surgieron poco después del incendio. Las investigaciones judiciales apuntaron que Joaquín Gambín Hernández, un agente de policía infiltrado en el comando que atentó, reconocía que había sido contratado por la policía para desarticular la CNT catalana. Y, presumiblemente, quien incitó a los siete miembros sindicales a lanzar los combinados incendiarios.

Para los responsables municipales la mano ejecutora del Estado sigue presente en las sospechas que se hacen desde la retrospectiva. Así, para el concejal de memoria democrática del consistorio barcelonés, Jordi Rabassa, “la transición española tuvo mucha sangre y víctimas”, por lo que “es necesario seguir investigando la brutalidad policial y de Estado” que hubo en aquella época para “conocer cuáles fueron las bases de nuestra democracia”.