lunes, 11 de marzo de 2024

10 marzo 2024 Onda Vasca

10 marzo 2024 


 

El jueves negro que no cae en el olvido

Mañana se cumplen 20 años del atentado islamista del 11 de marzo que sacudió a la sociedad y dejó 193 muertos y 1.856 heridos

11 de marzo de 2004. Amanece un día primaveral en Madrid a pesar de que faltan algunos días para comenzar la nueva estación. Es un jueves corriente que no promete ser especial, más allá de que esa misma semana se celebran elecciones generales sobre la que nadie pone en duda la victoria del Partido Popular. La única duda es si los populares serán capaces de revalidar su mayoría absoluta.

Nada hace presagiar que ese día está a punto de convertirse en un jueves negro; en una de esas jornadas en las que nadie olvida dónde estaba y cómo se enteró de lo que se convirtió en el peor atentado de la historia del Estado y en el segundo más mortífero de Europa, solo por detrás del de Lockerbie en el que fallecieron los 259 viajeros a bordo del vuelo 103 de la Pan Am.

Un día que como ocurrió el 11S de 2001 en el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York, todos seguimos pegados a la televisión sin dar crédito al infierno que se desató en Madrid a las 7.37 horas.

Diez explosiones

Es hora punta en la capital española. Oleadas de ciudadanos se desplazan a sus puestos de trabajo o centros de estudio. Muchos de ellos utilizan la red de Cercanías de Renfe. Miles de personas se agolpan en los trenes que unen Alcalá de Henares con Madrid, y es en distintos convoyes que parten de esa localidad madrileña en los que se producen hasta diez explosiones.

Las tres primeras bombas estallan en un tren que acaba de llegar a su destino en la estación de Atocha. Faltan 23 minutos para las 8.00 horas. Mueren 34 personas. Apenas dos minutos más tarde, a las 7.38 horas, otras dos explosiones siembran el caos en la estación de El Pozo donde fallecen 65 personas. A la misma hora en la estación de Santa Eugenia otra bomba provoca la muerte de 14 viajeros, Y las últimas cuatros explosiones se producen en la estación de la calle Tellez matando a otras 63 personas. Otras 15 personas mueren en diferentes hospitales, y el balance oficial de 193 víctimas mortales se completa con una mujer fallecida en 2014 tras diez años en coma y con el GEO que falleció en la explosión de Leganés donde se inmolaron siete terroristas. Otras 1.856 personas resultan heridas.

Caos y silencio

El pánico se apodera de las estaciones. Los viajeros que esperan en los andenes intentan huir despavoridos. Una imagen que contrasta con la de los vagones donde según los supervivientes, tras la luz cegadora que acompaña a las explosiones, el humo, las llamas y el silencio se adueña de los vagones. Entre los hierros retorcidos los heridos esperan ayuda junto a los fallecidos. No saben lo que ha ocurrido, pero es evidente que no se ha trata de un accidente sino de un atentado terrorista.

El IFEMA, centro del dolor

Se pone en marcha un dispositivo de emergencias sin precedentes. Caravanas de ambulancias agolpadas junto a las estaciones atacadas consiguen evacuar a todos los heridos a distintos hospitales de Madrid en poco más de dos horas.

Pero el IFEMA se convierte en el centro del dolor porque hasta allí comienzan a trasladar a los fallecidos. Su pabellón 6 se convierte en una morgue ante la falta de espacio en el Instituto Anatómico Forense. Allí se practican las autopsias mientras personas desesperadas buscan a sus seres queridos que no han conseguido encontrar tras deambular de hospital en hospital.

En un primer momento el desconcierto y años de terrorismo descarnado de ETA apuntan hacia la autoría de la organización terrorista, aunque muy pronto se hace evidente que el terrorismo islámico ha golpeado a España y que Madrid vive la peor de sus pesadillas.

La teoría de la conspiración que le costó unas elecciones al PP

En un país todavía en estado de shock, el Gobierno español se apresura a culpar a ETA de los atentados. El ministro de Interior del momento, Miguel Ángel Acebes, comparece desde la misma estación de Atocha todavía repleta de ambulancias para asegurar “que perseguirán con todas sus fuerzas y medios a los responsables de la organización terrorista”.

El lehendakari, Juan José Ibarretxe, realiza una declaración institucional dos horas después de las explosiones. Condena los atentados, reclama a ETA que deje de matar y califica los ataques como “repugnantes”. Los portavoces de los principales partidos políticos también culpan a la organización terrorista, pero según pasan las horas todo apunta a otra autoría.

Arnaldo Otegi comparece la mañana del atentado flanqueado de Joseba Permach y Pernando Barrena. Afirma que “ni por los objetivos, ni por el modus operandi se puede afirmar que ETA esté detrás de los atentados”. El líder de la izquierda abertzale responsabiliza al terrorismo islámico de lo ocurrido.

Sin embargo, el Gobierno español no le da credibilidad. José María Aznar se deja ver por primera vez tras los atentados a mediodía y mantiene la teoría de que ETA es la responsable. El presidente del Gobierno español llama a los responsables de los principales medios de comunicación del Estado para insistir en esa hipótesis. Sabe que si ETA está detrás del atentado le beneficiara en las elecciones que se celebran tres días después. Pero, si se trata de terrorismo islámico el efecto será el contrario puesto que se asociará con la participación de España en la guerra de Irak que había provocado un gran rechazo social.

Las pruebas apuntan a Al Qaeda

Los servicios secretos y las fuerzas de seguridad del Estado recuerdan que a lo largo de 2003 grupos relacionados con Al Qaeda han situado a España entre sus objetivos. Y a las 20.00 horas de ese 11 de marzo el ministro de Interior comparece para dar cuenta del hallazgo de la furgoneta que han utilizado los terroristas para desplazarse hasta la estación de Alcalá de Henares desde donde se distribuyeron las bombas en distintos trenes.

Todo se destapa a raíz de la denuncia de un portero de un inmueble cercano, que a primera hora de ese jueves le llamó la atención que varios individuos descendieran de un vehículo con mochilas y tapando su rostro a pesar de que la temperatura no invitaba a ello. Además, la furgoneta Kangoo sigue estacionada en el mismo lugar.

La policía comprueba que ha sido robada con anterioridad y halla en su interior una cinta con caracteres árabes. Cuando la escuchan comprueban que es una grabación de versículos del Corán. Además, el registro aporta más pruebas valiosas como detonadores y explosivo del tipo Goma-2 Eco.

Ninguna prueba apunta a ETA

Ese es el momento en el que para los investigadores se hace evidente que las pruebas dejan de apuntar a ETA. El ‘modus operandi’ no responde con el de la organización terrorista. Las matrículas no están dobladas. Ni los detonadores ni los explosivos encontrados se corresponden con el habitual de ETA, el Titadyn. A esto se suma que no ha habido llamada alertando de la colocación de las bombas como ha ocurrido en los últimos tiempos cuando la explosión puede afectar a civiles. Esa misma noche, una carta llega a la sede londinense del periódico Al Quds en la que un grupo satélite de Al-Qaeda, las Brigadas de Abu Hafs al Masri, reivindica los atentados.

 Además, el viernes 12 de marzo, ETA manda un comunicado al diario Gara y EITB negando que la organización terrorista esté relacionada con lo que ha sucedido en Madrid. A pesar de todas estas evidencias, José María Aznar y su ministro de Interior mantiene que no se puede desechar la autoría de ETA, pero la duda y la indignación crecen entre los ciudadanos un día después del atentado.

“¿Quién ha sido?”

En la tarde del viernes 11 millones de personas participan en las manifestaciones que se celebran en ciudades de todo el Estado. En Madrid, Aznar y otros miembros de su gobierno encabezan la marcha junto a los principales líderes europeos desplazados hasta la capital española. Entre los gritos de asesinos destinados a los autores de la masacre, comienza a escucharse una pregunta: la de “quién ha sido” dirigida al ejecutivo popular.

El sábado 13 de marzo, en plena jornada de reflexión. La policía detiene a cinco hombres. Tres son marroquíes y los otros dos hindúes. Las fuerzas de seguridad han llegado hasta ellos gracias al hallazgo de una mochila que contiene una bomba que no ha hecho explosión. El detonador es un móvil y la tarjeta del teléfono comienza a cerrar el cerco sobre los responsables del atentado.

Tragedia en Iruñea

A pesar de todas las evidencias y a un día de las elecciones, el Ejecutivo de Aznar insiste en vincular a ETA con los atentados. La indignación y la polarización es máxima y prueba de ello es lo que sucede en Iruñea. Un policía nacional y su hijo matan al panadero Ángel Berrueta. Le disparan y le propinan varias puñaladas después de que la víctima se negara a colgar en su establecimiento un cartel que apuntaba a ETA como autora del atentado.

‘Pásalo’

En una sociedad sin redes sociales y en la que muchos ciudadanos todavía no contaban con móviles comienza a fraguarse el movimiento ‘Pásalo’. Un SMS se hace viral y es compartido miles de veces de móvil a móvil. Acusa al Gobierno de Aznar de mentir y llama a concentrarse frente a la sede del PP.

Miles de personas se suman a la iniciativa y protestan frente a las sedes de los populares. Por la noche el candidato de PP a las elecciones generales, Mariano Rajoy, comparece para denunciar que se ha violado la jornada de reflexión y la ley Electoral. Poco después lo hace el responsable de la campaña del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que acusa al Gobierno de mentir.

Derrota electoral del PP

Un día después se celebran las elecciones. Ese mismo domingo el portavoz del que dice ser el portavoz militar de al Qaeda en Europa reivindica los atentados en una grabación depositada en una papelera junto al tanatorio de la M-30 tras una llamada a Telemadrid.

Aunque no se alcanza el mayor porcentaje de participación de la historia, sí se bate el récord de número de votantes en unas elecciones. El 75,66% de los ciudadanos acudió a las urnas. El resultado es la ya conocida derrota del Partido Popular y el inicio de la primera legislatura con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente.

Los yihadistas se inmolan en Leganés

Con el vuelco electoral ya consumado, las investigaciones y los interrogatorios a los detenidos sitúan al núcleo duro de la célula responsable de los atentados en un piso de Leganés. 23 días después de los atentados, el 3 de abril de 2004, tras horas de cerco policial, siete yihadistas se inmolan haciendo explotar otra bomba. La deflagración mata al Geo, Francisco Javier Torronteras que se convierte en la víctima 192 de los atentados.

En Leganés mueren los que están considerados los máximos responsables ideológicos del 11M: Serhane Ben Abdelmajid, alias el Tunecino, vinculado al terrorismo islámico marroquí; y Jamal Ahmidan, conocido como ‘El chino’, líder de una organización de delincuentes comunes radicalizados en prisión. Los terroristas tenían en la vivienda 17 kilos de Goma-2 Eco y un vídeo en el que exigían la retirada de las tropas españolas de Irak y Afganistán.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario