17 marzo 2024
Pilar Manjón, no sólo víctima de terrorismo
Veinte años después de los salvajes atentados terroristas en cuatro trenes de Madrid recordamos la intervención en el Congreso de la entonces presidenta de la Asociación 11-M de Afectados de Terrorismo. Algunos diputados de la oposición la despreciaron de manera infame. Después de los atentados del 11-M quedó humeando, hasta hoy, un arma de largo alcance: la mentira.
La mentira de un Gobierno desalojado democráticamente en unas elecciones generales por mentir a conciencia sobre quiénes cometieron aquel crimen. El de los 193 muertos, los miles de heridos, las tantas familias arrasadas, los millones de ciudadanos entre el estupor y la vergüenza por cómo algunos buscaron donde nada había, donde no hubo rastro. ETA no fue: lo recuerdan en el aniversario policías, servicios de inteligencia, jueces, fiscales. Así que parece que no fue ETA.
En el centro de aquel fuego cruzado de la politiquería de peor empaque, de más descaro vergonzante, irrumpió Pilar Manjón. Hace 20 años. La primera presidenta de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, placentina de 1958, afiliada al sindicato Comisiones Obreras desde finales de los 70. Supimos de ella cuando ya vestía de luto. Y así apareció en el Congreso de los Diputados para intervenir como portavoz en la Comisión de Investigación sobre el 11 de marzo de 2004. Desplegó durante algo más de una hora palabras exactas, un invendible dolor, una representativa dignidad de madre huérfana de hijo, de enlace emocional y justo de todos los que padecieron la salvajada de los atentados.
"Pretenden someternos al discurso de la polarización (...) No vamos a caer en ese despropósito", dijo en el minuto 15:59 al 16:16. Estos peces no querían picar ese anzuelo burdo. La polarización, palabra feísima, es la manera profiláctica de llamar al odio inducido, avivado a conciencia, trasunto de oscuros intereses creados; y con qué extrema saña.
Aquel discurso era el lamento de una multitud rota hablando por una sola garganta de su daño burlado. Del crimen terrorista primero y de la mentira política después. Aquel discurso fue una demoledora descarga, serena, serenísima, contra las estúpidas provocaciones de algunos diputados del PP.
No conozco a Pilar Manjón, aunque recuerdo bien aquellos folios que leyó con sonora expresión doliente. La manera en que lo hizo no buscaba más efecto que poner al día de la herida multitudinaria. Fue la manera de desenmascarar, sin levantar la voz, a quienes la despreciaron en las Cortes. No un ajuste de cuentas, sino una legítima defensa. Los que debían escuchar se mofaban cobrándose su indiferencia salinosa al ciento por uno. Los que debían escuchar, digo, eran entonces representantes de la soberanía popular. Aquella mañana incumplieron, de nuevo, su obligación de atender con una mínima dignidad a una mujer con el hijo reventado por las bombas de los trenes. Una ciudadana invitada a manifestarse por todos los muertos y los vivos de aquellas explosiones. Esto no conviene olvidarlo.
Hablo de aquella Pilar Manjón, la de ese mismo 2004. La que no se arrugó por las violencias escenificadas de la política de fosa séptica. De ésa hablo. No de la autora de tuits fuera cacho. Ni de la mujer con sus vendettas con otras asociaciones de víctimas del terrorismo. Me quedo con la que fue a exigir verdades a la estación de las mentiras.
Gobernaba Aznar, como todo el mundo sabe. Es vergonzoso y peligroso lo que ocurrió en los tres días siguientes al crimen masivo perpetrado por los islamistas radicales. El arte político que se practicó es de los más infames, como avisó en la sextina Gil de Biedma: "...son hombres quienes han vendido al hombre, / los que han convertido a la pobreza/ y secuestrado la salud de España". Conviene recordar la insalubridad de aquella marrullería tan desmontable.
Y digo yo: ¿ni uno sólo se arrepiente de arrastrar por el cieno lo que representaba entonces esta mujer? Aunque sólo sea para no despreciarse ante el espejo cuando se peinen por la mañana. Pilar Manjón daba cuerpo y palabras a una multitud vapuleada. Y demostró tener conciencia clara, fuerte y limpia cuando les habló en la Carrera de San Jerónimo, pues sólo donde hay conciencia hay finalidad. Las víctimas vivas del 11-M buscaban ese día justicia, apenas esto. Es lo que fue a decir -justicia- al Congreso de los diputados el 15 de diciembre aquel, donde denunció el jolgorio de los indecentes. Por qué no va a ser aquel uno de los días de la vergüenza, si millones de ciudadanos lo vimos en directo.
Hubo diputados en la comisión leyendo el periódico mientras ella, la invitada, exponía razones colectivas. No deja de ser otra bajeza. Una catástrofe moral.
Veinte años después, aquella intervención mantiene intacto su calibre y su escalofrío. "Yo no he venido aquí a darles pena". Fue lo último que dijo. Quienes aún insisten en la conspiración pueden tener toda la razón que quieran, pero nunca la razón de lo que hicieron a esta madre. Alguno sigue haciendo por ahí vida de alterne. Ella continúa su batalla, como los demás, aunque sin hijo.
Opinión:
Me gustaría opinar sobre la frase “ni de la mujer con sus vendettas con otras asociaciones de víctimas del terrorismo”.
Conocí a Pilar Manjón en octubre de 2004 a través de una víctima del atentado contra el restaurante “El Descanso” con la que tuve el honor de colaborar y trabajar desde 1990 hasta que en 2003 hubieron los cambios que ya se conocen en la Asociación Víctimas del Terrorismo.
Jamás, desde el día en que me presentaron a Pilar, la vi realizando “vendettas” contra ninguna asociación. Pero otro tema es que, cuando ves (junto a unos compañeros absolutamente comprometidos en la misma labor) que la asociación que diriges no tiene los mínimos recursos para ayudar a los familiares de más de 150 asesinados y a más de 1.500 heridos mientras otras siglas (más antiguas o creadas para “la ocasión”) reciben unos recursos enormemente superiores… lo normal es que exijas control sobre esos recursos y muy especialmente a quien van dirigidos.
Si luego resulta que hay quien había variado los estatutos de otras entidades para ampliar el número de “beneficiarios” mientras a ti te exigen que aportes los libros de registro de miembros (como debe ser) y que justifiques hasta el último céntimo (como debe ser), la pregunta normal que surge es si al resto también se les exige lo mismo.
Y cada cual que revise las hemerotecas.
No era un enfrentamiento con nadie sino una exigencia de explicaciones. Que algunos lo vendieran y otros lo compraran no es responsabilidad de la excelente gente de la Asociación “11-M Afectados por Terrorismo”.
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