martes, 13 de febrero de 2018

13 febrero 2018 (2) El Mundo del Siglo XXI (opinión)

13 febrero 2018



No usen a las víctimas políticamente

El Gobierno, junto con el partido que lo sustenta, ha iniciado una intensa campaña para que no se revoque la prisión permanente revisable, aprobada en 2015. En todos sus actos y declaraciones, exige -a algunos, no a todos- el apoyo incondicional a esta medida so pena de ser considerados adláteres de los más crueles criminales de nuestra nación.
Ocurre, sin embargo, que en 2003 otro Gobierno, apoyado por las mismas siglas, reformó el Código Penal para el cumplimiento íntegro y efectivo de las penas. Se elevó el límite máximo de cumplimiento a 40 años y se tomó la totalidad de las penas impuestas como referencia para los beneficios penitenciarios, la clasificación en tercer grado, la libertad condicional... en los supuestos de crímenes especialmente graves. Y se estableció un mínimo de cumplimiento efectivo de la condena previo a cualquier beneficio para el asesino.
Por tanto, ya teníamos una Ley para impedir la escandalosa situación de que asesinos múltiples, la gran mayoría etarras, condenados a cientos o miles de años, pasaban un máximo de 15 años en prisión, merced al Código Penal de 1973. También teníamos la doctrina Parot, aplicada desde 2006 para intentar subsanar la levedad de aquel código y que fue oportunamente derogada, en tiempos del actual Gobierno, por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con el juez español Luis López Guerra argumentando en contra de su propio país. 78 criminales, la gran mayoría terroristas, salieron de la cárcel en una interpretación, nada restrictiva, de la sentencia. Entonces lo consideraron inevitable. Ahora, defienden a capa y espada la prisión permanente revisable, una buena medida, pero que no era necesaria con la más estricta, y vigente, ley de reforma para el cumplimiento íntegro y efectivo de las penas.
No se puede utilizar la defensa de una medida que dos millones de españoles han apoyado con su firma y que está siendo promovida por personas que han sufrido terribles tragedias para atacar al competidor político, mientras al verdadero adversario, al que propuso su derogación, o al que la apoya, no se le critica porque se le necesita para que apoye los presupuestos o porque electoralmente no se le considera un rival. Las víctimas de delitos de asesinato, sus familias, se merecen el respeto de los gobernantes y de los partidos. No pueden ser utilizadas políticamente con fines ajenos al interés prioritario de protegerlas y de garantizar su derecho a la Justicia. Hacerlo es una indecencia y una inmoralidad.

Opinión:

Hoy martes hablaremos precisamente sobre el tema de “Víctimas y uso partidista” en la “mesa redonda” de la exposición “La ferida de Hipercor, Barcelona, 1987” y al mismo tiempo aparece este artículo en el que se denuncia la utilización política de “las” víctimas… aunque hay un pequeño detalle que debe aclararse: el título del artículo habla de “las” víctimas mientras que el título de la mesa redonda habla de “víctimas” sin el artículo “las” delante, con lo que se evita caer en el error de generalizar a mucha gente en un solo grupo.

Y es que, con todo respeto, hay que decir que durante años hay quien ha utilizado a “las” víctimas del terrorismo con objetivos partidistas y parecía que solo importaba a un pequeño grupo de afectados. Por suerte el tiempo va poniendo a cada uno en su sitio.

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