domingo, 10 de noviembre de 2013

10 noviembre 2013 La Vanguardia (artículo)

10 noviembre 2013


Habla una víctima de Hipercor

Una legislación que a nivel moral es difícilmente comprensible porque a partir de la segunda víctima mortal la condena real es inexistente


Nuevamente los terroristas vuelven a ser noticia por las excarcelaciones que les corresponden gracias a la legislación vigente en el monento de cometer el atentado. Terroristas juzgados por el Código Penal de 1973 y que, pese a dictar condenas centenarias, reducía a 30 años el máximo cumplimiento en prisión con los correspondientes beneficios penitenciarios. Una legislación que a nivel moral es difícilmente comprensible porque a partir de la segunda víctima mortal la condena real es inexistente (y ello sin contar con la condena por los heridos). Así irán saliendo todos los que atentaron antes de la modificación legislativa de 1995.

Moralmente complicado, jurídicamente correcto.

El tema legal ya ha sido explicado por insignes magistrados y jueces. Durante años, con algunos he tenido la oportunidad de intercambiar opiniones y lo cierto es que la ley es la que es. Por ello, muchas víctimas del terrorismo queremos desmarcarnos de esas declaraciones que parecen ser “palabra profética” en el conjunto de “las” víctimas del terrorismo. Ultimamente han aparecido ciertos personajes que jamás han pisado un hospital pero se creen con el derecho a sentar cátedra sin siquiera haber leído una sentencia. Personajes que no han consultado previamente a “las” víctimas la opinión mientras se dedican a predicar sus propias ideas o las que les dictan desde ciertos sectores partidistas. Personajes que ni siquiera tienen abierto un expediente en el Ministerio del Interior como obligan a tenerlo a una víctima reconocida, personajes que han aparecido 15 o 20 años después del atentado. ¿Dónde estaban mientras? Personajes que se pasaron días llamando a la rebelión de “las” víctimas contra un Gobierno al que exigían ¡¡ abandonar la Convención de DDHH !!...

Pero esta situación ha dejado al descubierto a todas esas víctimas “anónimas” que son miembros de diferentes asociaciones al mismo tiempo y que, sin haber sido consultadas, no saben quien las representa: la sigla que se manifiesta o la que no lo hace, la que exige que un Gobierno incumpla una sentencia o la que acata la legislación, la que estrecha la misma mano que estrechó la del asesino de 24 ciudadanos o la que siente repugnancia al enterarse que alguien cometió tal vileza...

Sinceramente, la situación es incongruente. Una Presidenta que representando a “las” víctimas desea la muerte de un terrorista, unos “representantes” que corren a reunirse con quien aprobó una legislación que permite diferencias entre víctimas dependiendo del lugar del atentado, sin importarles la situación de los fetos no nacidos por causa terrorista, otros que se marchan de una fundación a la que nunca han pertenecido, parejas en los que cada uno tienen su propia asociación, alguien que habla en nombre de “las” víctimas cuando es la única componente de su propia asociación....

Si sufrir un atentado terrorista ya es suficientemente duro solo falta añadir el desconocimiento de muchos que ahora hablan pero que jamás se manifestaron contra ETA, que jamás recogieron una sola firma para modificar el Código Penal en 1995, que jamás han tenido que entrar en un cementerio, que jamás se atrevieron a estar presentes en la Audiencia en los años 80 y 90 frente a los familiares y amigos de los terroristas... solo falta ver a algunos que sufrieron su atentado después de 1995 protestando por una legislación que no les afecta porque gracias al trabajo de otros, el autor del atentado cumplirá 30 años sin beneficios, sin salir, tal como me prometió el propio Ministro de Interior el pasado lunes.

Llevo media vida dedicado a asistir a otras víctimas del terrorismo y ya en 1989, al tener entre mis manos la sentencia 49/89 aprendí que, pese a los 794 años de condena a Troitiño y Ernaga, por obra y gracia de un Código Penal franquista su condena sería reducida a 30 años y por los beneficios penitenciarios saldrían varios años antes de esos 30. Desde entonces he dedicado cientos de horas a explicarlo a cientos de víctimas... víctimas que están sabiendo sobrellevar su dolor moral con una entereza y una dignidad envidiables. Por desgracia, otras se creen un lobby de presión política. Y mientras tanto ¿a quién le importa encontrar a mas de 70 víctimas de Domingo Troitiño?





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