25 noviembre 2013
La exetarra
Gisasola abraza a la viuda de un ‘ertzaina’ asesinado
Víctimas de los GAL también asisten
al homenaje al sargento Goikoetxea
Hace 20 años, cuando acercaba en coche a su hijo
adolescente a una ikastola de Bilbao, Joseba Goikoetxea, sargento de la Ertzaintza
y afiliado al PNV, murió tiroteado por el etarra Ángel Irazabalbeitia, a quien
le cubría José Luis Martín Carmona, entonces jefe del comando Bizkaia. Un año
después, su asesino perdió la vida en un enfrentamiento con la policía vasca en
Larrabetzu (Bizkaia). Ayer, dos años después del
cese definitivo de la violencia de ETA, la exetarra Carmen Gisasola,
a quien Goikoetxea (Bilbao, 1951) siempre incluyó entre los activistas más
buscados, acudió en Bilbao a su homenaje y abrazó a su viuda, Rosa Rodero, en
una imagen insólita. Acudió junto a Andoni Alza, miembro como ella de la denominada
vía Nanclares, y
que fue detenido en 1991, precisamente por la unidad que dirigía el sargento
luego asesinado.
Gisasola y Alza, que se cruzaron más de una vez
durante el acto con veteranos ertzainas, estuvieron acompañados por Aintzane
Ezenarro, exparlamentaria de Aralar y que fue expulsada de esta formación
abertzale por su posición favorable a la creación, en la pasada legislatura, de
una ponencia sobre paz y convivencia en el Parlamento de Vitoria. Ezenarro
trabaja ahora en la secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, junto a
Jonan Fernández.
En realidad, este recuerdo
a Goikoetxea, desarrollado en la plaza de la Convivencia de Bilbao
en un ambiente de nítido espíritu nacionalista, respondió al decidido intento
de su viuda de "unir el dolor de todas las víctimas", que el PNV
respaldó plenamente, como aseguró en el acto su presidente, Andoni
Ortuzar. Además, proyectó una decidida voluntad de entender los
nuevos retos de la paz en Euskadi, a la que se sumaron dirigentes de PNV, EH Bildu y PSE-EE, con la única ausencia de PP y UPyD
entre las fuerzas representadas en el Parlamento vasco. Laura Mintegi, portavoz
parlamentaria de la coalición soberanista, acudió junto a Pello Urizar,
secretario general de EA, y el senador Rafa Larreina, también de
este partido.
Rodero, "nacionalista de toda la vida",
logró aglutinar personalmente a víctimas del GAL, a quienes situó en las
primeras filas del improvisado aforo, como
la hija del dirigente de Herri Batasuna Santiago Brouard —asesinado
en 1984— y Asun Zabala —hermana de un miembro de ETA secuestrado y asesinado
un año antes— y familiares del diputado abertzale Josu Muguruza
—muerto por disparos de la extrema derecha en Madrid—. Y junto a ellos
estuvieron familiares de Francisco Javier Gómez Elósegui, psicólogo de la
prisión de Martutene asesinado por ETA; Cristina Sagarzazu, viuda del ertzaina
Montxo Doral, y el hermano de Txiki Paredes Manot, fusilado durante el
franquismo.
Entre el resto de asistentes se encontraban el
exlehendakari Juan José Ibarretxe, en compañía de una amplia representación de
cargos institucionales del PNV en distintas legislaturas, como Juan Mari
Atutxa, consejero de Interior cuando Goikoetxea fue asesinado, o el hoy
portavoz nacionalista en el Congreso, Aitor Esteban.
Esta escena inédita coincide con la convulsión
generada por la excarcelación de miembros de ETA en cumplimiento de la
derogación de la doctrina Parot. En
la sucesión de intervenciones no hubo referencia alguna a esta polémica, aunque
Rodero, en declaraciones a EL PAÍS, señaló: "Me sorprenden estas
reacciones de algunas víctimas, cuando ya se sabía desde un primer momento que
la doctrina Parot era ilegal".
Ortuzar, por su parte, admitió el error histórico de
haber establecido "categorías" durante muchos años entre las
víctimas, antes de situar su discurso en un escenario de futuro. "Hemos
superado el duelo y nos aprestamos a vivir el momento de reparación, de
recobrar la esperanza perdida en este pueblo".
Escuchándole estaba Fernando, el hijo adolescente
que hace 20 años asistió a la muerte de su padre tendido sobre la bocina del
coche, y que hoy es un ertzaina.
Rekarte: “A
veces la vida te lleva a ser un bala perdida”
"Cometí asesinatos porque así me lo mandaron...
A veces la vida te lleva a ser, no sé si decirlo así, un bala perdida”. Iñaki
Rekarte no disparó ninguna bala en febrero de 1992, en Santander. Junto a dos
terroristas más, hizo saltar por los aires un coche bomba que segó la vida a
tres personas e hirió a más de 20. Está arrepentido. Entró en la denominada vía
Nanclares y ha salido de la cárcel esta semana, después de 21 años preso,
gracias al Tribunal de Estrasburgo, que anuló la aplicación retroactiva de la
doctrina Parot. Ayer compartió mesa en un acto organizado por la Fundación Buesa
—el dirigente socialista asesinado con otro coche bomba— con Iñaki García
Arrizabalaga, el hijo de otra víctima mortal de la banda, y con el periodista,
también víctima de la banda, Gorka Landaburu.
En ese foro explicó que no entiende a quienes se
niegan a pedir perdón a sus víctimas. “¿Matas a alguien y te cuesta pedir
perdón?”, se preguntó. En su opinión, es hora de olvidar la política y “hacer
las cosas de ser humano a ser humano”, porque “todos somos iguales”. Respecto
de ETA, cree que “el andamio habría que desmontarlo ya, sin andar quitando un
piso hoy y mañana otro”, afirmó ayer.
El profesor de la Universidad de Deusto
Iñaki García Arrizabalaga advirtió del error de meter a las víctimas en la
arena política. “El respeto que merecen todas” es compatible con el hecho de
que no tengan “ningún plus de legitimidad a la hora de decidir la política
antiterrorista o penitenciaria”, dijo.
Opinión:
Tras ver la actitud de Rosa Rodero y de las víctimas
presentes en ese acto ¿todavía habrá quien siga sosteniendo que “las” víctimas
pensamos todas igual? ¿todavía habrá quien seguirá pensando que los
“representantes” de “las” víctimas realmente nos representan o nos han
preguntado la opinión con anterioridad?
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