31
agosto 2014
Fascinación por la yihad
Un sondeo revela que, pese a sus
atrocidades, el Estado Islámico cosecha simpatías entre la población europea
Masacran
a inocentes, venden a mujeres como esclavas, decapitan y crucifican a sus
prisioneros, expulsan de sus casas a los fieles de otras religiones. El listado
de atrocidades cometidos en Siria e Irak por los yihadistas del Estado Islámico
es inacabable. Pero, pese a su salvajismo, esta entidad terrorista no solo ha
logrado desbancar a Al Qaeda como abanderada de la yihad si no que está
logrando un apoyo sin precedentes entre los jóvenes musulmanes residentes en
Europa, sobre muchos de los cuales parece ejercer un atractivo irresistible.
Así
lo muestra la creciente cifra de voluntarios que desde Europa están acudiendo a
combatir en las filas del EI y así empieza a quedar patente en encuestas. En
concreto, un sondeo del ICM Research, empresa británica de encuestas, miembro
del British Polling Council, y que realiza esos estudios para los principales
medios de comunicación del Reino Unido, ha puesto sobre la mesa inquietantes
resultados.
ICM
Research planteó a 3.007 personas (1.006 en Francia, 1.000 en Gran Bretaña y
1.001 en Alemania) esta pregunta: «En base a lo que sabe diga, por favor, si
tiene una opinión muy favorable, algo favorable, algo desfavorable o muy
desfavorable del Estado Islámico».
El
sondeo se hizo por teléfono, mediante un sistema de elección aleatorio, y los
consultados suponen, según ICM, una muestra representativa de toda la sociedad,
no solo del colectivo musulmán. «La razón es que nosotros no podemos preguntar
datos étnicos o religiosos en Francia, pues es algo que está prohibido por
ley», comenta un responsable de la empresa encuestadora, que insiste en la
representatividad del sondeo pero no quiere comentar los resultados. «Nosotros
solo comentamos los elementos de metodología de las encuestas», señala.
Mientras
que en Alemania el 2% de los consultados decían tener una opinión favorable o
muy favorable del EI, en Gran Bretaña, ese porcentaje era del 7%. El resultado
más preocupante fue el de Francia. Según el sondeo, el 16% de la población (uno
de cada seis) tendría una opinión favorable o muy favorable del EI.
Un
desglose muestra que, entre los jóvenes franceses de entre 18 y 24 años, el 27%
tiene una opinión favorable o muy favorable; una tasa que entre los jóvenes de
entre 35 y 34 años baja al 22%; y que entre aquellos cuyas edades van de los 34 a los 44 es del 20%. La
tasa de apoyo a los yihadistas solo baja a partir de esa edad, cuando ya cae a
el 10% de la población. Según la encuesta, en el colectivo de desempleados la
tasa de apoyo es del 23% y del 21% entre trabajadores poco cualificados.
En
el caso británico la franja de edad que tiene más simpatía por el Estado
Islámico es la que va de los 35
a los 44 años, con el 11%. Otro sondeo, esta vez en
Arabia Saudí, mostró que el 92% de la población cree que «el EI actúa conforme
a los valores del islam y de la ley islámica». En cambio, en Gaza ese apoyo al
EI es mucho menor, del 13%.
Ni europeos ni magrebís
Ese
elevado porcentaje de apoyo sorprende, pues la población musulmana en Francia
no supera el 6% del total. Para expertos como Fernando Reinares, investigador
principal en terrorismo del Real Instituto Elcano y uno de los mejores expertos
españoles en yihadismo, «puede que la encuesta refleje el apoyo de sectores
antisistema y antisemitas». «En cualquier caso, el resultado refleja el
atractivo sin precedentes que el Estado Islámico y sus acciones están teniendo
entre muchos jóvenes musulmanes europeos», explica. Y resalta el impacto de ese
nuevo yihadismo en países «con musulmanes de segunda o tercera generación». Son
jóvenes que no se sienten europeos ni magrebís, y que perciben como la sociedad
en que viven les desprecia por su origen. «El atractivo del EI colma el
problema identitario que pueden tener esos jóvenes», comenta.
«En
estos individuos jóvenes que acaban adhiriéndose al EI suele darse una
combinación de motivaciones emocionales (sobre todo odio y frustración),
motivaciones identitarias (reveladoras de su escaso acomodo a la sociedad
occidental) y motivaciones utilitarias (la percepción del Estado islámico como
una organización fuerte que ha logrado éxitos)». Esto último, a juicio de
Reinares, es «fundamental pues una persona puede sentir odio pero quizá no dé
el paso a menos que exista una organización capaz lograr objetivos reales».
«Al
Qaeda ya apenas moviliza. El que moviliza ahora es el Estado Islámico y lo hace
en magnitudes desconocidas en Europa y que no se habían producido con
conflictos como la lucha contra la invasión soviética de Afganistán o la estadounidense
de Irak», comenta Reinares, que pone de relieve: «Al Qaeda les ofrecía
integrarse en una organización yihadista; en cambio, el Estado Islámico les
ofrece formar parte de una sociedad yihadista. Es un atractivo muy poderoso. El
EI ha conseguido lo que Al Qaeda solo prometía».
Sin conciencia de la inmortalidad
El
profesor de Antropología de la
Universitat de Tarragona y el principal especialista sobre la
comunidad musulmana en Catalunya, Jordi Moreras, destaca «el atractivo de que
la promesa islamista se concreta». «Esa percepción de que por primera vez se
puede participar en la construcción de una sociedad bajo lo que ellos creen que
son las verdaderas leyes del islam tiene un gran impacto, es de una novedad y
un frescor absoluto», comenta Moreras, que añade que «otro elemento que genera
mucho atractivo es que, por primera vez, una entidad islámica al unir
territorios de Siria e Irak borra las fronteras que los occidentales fijaron
con su colonización».
Ian
Robertson, director del Instituto de Neurociencia del Trinity College, en
Dublín, señala que «no es difícil sencillo que un joven inadaptado adopte una
nueva identidad, que es lo que ofrece el EI y que llena el vacío que siente».
Su disposición a morir obedece, según Robertson, a que los jóvenes «tienen
menos conciencia de su propia mortalidad».
El
antropólogo estadounidense y experto en terrorismo Scott Attran, señala: «Quien
está en los márgenes de la sociedad, quien se siente despreciado, de pronto
encuentra un grupo que le atiende, que le apoya, que le hace sentir parte de
algo, de algo más grande. Ser parte de un grupo es la mayor motivación que
existe para una persona».
Derrumbe de la tradición
Y
si ese grupo pelea por unos valores, como la religión islámica, que forma pate
de tu identidad la atracción se multiplica. «Estos jóvenes se unen a la yihad
porque quieren hacer algo grande, algo heroico, algo glorioso. La gloria es la
mayor motivación para dar la vida».
Además,
hay un derrumbe de la tradición. Ya no son solos los padres o los abuelos quienes
les enseñan su religión. Son otros jóvenes de otras partes del mundo. Y lo
hacen a través de internet. «Están forjando una nueva identidad cultural»,
añade Attran.
El poder de lo abstracto
Ellos
están convencidos de que Occidente maltrata al islam y que han de preservar su
religión. Y están dispuestos a morir por ello. Aunque pueda parecer absurdo que
alguien acepte morir por algo abstracto, Atran señala: «Eso es consustancial al
ser humano. Que los humanos seamos capaces de hacer los mayores sacrificios por
ideas abstractas como la patria o la religión es lo que nos ha dado la
capacidad de crear grupos con individuos que no son de nuestra familia. Y eso
es lo que nos ha permitido salir de las cuevas. Estamos programados para ese
absurdo».
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