07 mayo 2017
Un sol y sombra
El miércoles, antes de oír que la economía va mejorando, y
tras leer que durante el puente recibimos más turistas que nunca, una noticia
esquinada nos lanzó al futuro: los asesinos de Inaxio Uría, condenados a 44
años de cárcel. Si algún materialista extremo todavía se alegra de que la
víctima fuese un empresario septuagenario, tal vez dude al saber que al menos
uno de sus verdugos también mató a Isaías Carrasco, cuarentón y cobrador de
peaje.
En efecto, el titular no trataba
del tedioso ayer sino del pujante mañana, pues las cuatro décadas entre rejas
se irán contando mientras la sociedad ahí fuera abarrote bares, críe hijos,
cambie de voto, acompañe a los nietos a la escuela y vea ganar a su equipo:
todo, mirando hacia adelante. Y mirarán hacia adelante, ya lo hacen, aquellos
políticos, artistas, articulistas, politólogos, agentes sociales, ¡cuántos
agentes sociales!, que desde el sofá, tribuna o escenario empujaron, alentaron,
aplaudieron, justificaron y animaron a esos jóvenes penados, y a otros cientos,
entre copazo, estribillo y chuletón. Eutsi
gogor!, que yo me voy a la playa.
Se habla bastante del perdón y las
víctimas, y nadie habla del perdón y los verdugos. Y digo yo que estos merecen
una eterna disculpa por parte de quienes fueron sus apologetas y legitimadores,
sus propagandistas, sus vindicadores, esos paisanos ya maduros que dentro de 44
años quizás aún gocen de su única acción de veras revolucionaria: la compra de
un pisito en Benidorm. La sombra, para los héroes. De ahí que la amnistía no
solo se exija por los presos. Se exige por uno mismo y el propio cargo de
conciencia. Su libertad liberaría a miles.
Opinión:
Digno de una profunda
reflexión. Ahí lo dejo…
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