23 septiembre 2018
Teatro
social
Dicen que a los 18 se es más infeliz porque siendo la etapa
en la que más importa el juicio, es en la que a veces nos sentimos menos
queridos y aceptados. Quiero hablarles de una obra de teatro que me ha
emocionado. Y cuya trama, basada en hechos reales, protagoniza un hombre que
precisamente hacia esa edad, los 18 años, comenzó a causar dolor. Estaba, como
él reconoce, «como loco». El compromiso con la memoria, la dignidad y la
justicia, ha llevado al director y guionista albacetense José Pascual Abellán,
a estrenar el viernes pasado en Madrid la obra de teatro «Ni con tres vidas que
tuviera» (Calle Velarde, 15). Está basada en la entrevista de Jordi Évole a un
terrorista arrepentido.
La víctima, hija de un matrimonio asesinado, emociona desde
el primer instante en que aparece en escena contando su relato. Un
escalofriante testimonio que no puede caer en el olvido, por eso agradezco que
esta obra haga que permanezca viva la memoria y que lo que injustamente obvian
los libros de texto y los libros de historia, la parte más terrorífica,
dantesca y sangrienta de nuestra historia reciente, sea llevada al teatro de
una forma tan magistral y emotiva, es de agradecer y nos reconcilia con ese
pasado que no vamos a olvidar pero que necesita una explicación.
Esta obra nos ofrece esa explicación, y lo hace además con
unos actores insuperables. Revivimos el dolor pero llegamos a comprender, que
no justificar, al verdugo, que, en cierta forma, se mata también a sí mismo. La
transformación de la víctima que termina, como no veo otra forma posible de
recuperar la paz interior, perdonando, es un maravilloso ejemplo, especialmente
para esos jóvenes que por suerte no conocen el dolor de despertarse con una
bomba, sin un padre o con una parte del cuerpo amputado. Un valioso material
didáctico que muestra que el fanatismo siembra odio y funciona como una secta.
Y que perdonar es lo único que restaura un corazón destrozado. Pero que el
olvido ¡jamás!
Opinión:
Bueno, parece que ya van surgiendo voces contrarias a la postura
presuntamente oficial en el colectivo de víctimas del terrorismo. Si no me
gustó la actitud de ciertas víctimas (40 entre 400 dicho sea de paso) contra el
entonces Comisionado Gregorio Peces-Barba en Valencia en 2006, sí debo
reconocer que estas palabras de Irene Villa edifican para un futuro mejor.
Quien quiera entender, entenderá…
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