15 febrero 2019
Afectados por los
atentados reivindican sus derechos
El Ministerio del
Interior no ha contestado a la mitad de las 104 solicitudes de reconocimiento
de víctimas del terrorismo
Los atentados terroristas de agosto del 2017 en Alcanar, Barcelona, Sant Just Desvern y Cambrils se saldaron con 16 personas muertas y
otro centenar heridas que requirieron asistencia médica de distinta
consideración. ¿Y el resto? ¿Cómo se mide o valora la afectación de todas aquellas personas que estaban
en alguno de los escenarios de los ataques yihadistas, que los presenciaron y
que han podido sentir que su vida ya no es la misma?
En esos
límites complejos se mueven las administraciones para determinar quién es y quién no es víctima del terrorismo, con los
derechos que ese reconocimiento conlleva. Ayer, el Ayuntamiento de Barcelona denunció que casi la mitad de las
solicitudes presentadas aún no han tenido respuesta.
En su momento, el Ayuntamiento de Barcelona firmó un
convenio con la Unidad
de Atención y Valoración de Afectados por Terrorismo (Uavat) que durante los
días posteriores a los ataques se dedicó a buscar a víctimas. Un trabajo que
hicieron sus miembros, en una especie de puerta a puerta, buscando teléfonos,
direcciones y tratando de identificar a todas aquellas personas que habían
estado en alguno de los escenarios, y sufrían algún tipo de trastorno. Ya
entonces se puso de manifiesto que las administraciones volvían a repetir los
errores que se cometieron tras los atentados del 11-M en Madrid, en cuanto al
trato a las víctimas.
Los equipos
de psicólogos y trabajadores de la
Uavat localizaron y prestaron distinta atención a 175
personas. En la mayoría de los casos, esas personas carecían de información
sobre sus derechos, ni sabían que tenían un plazo para presentar la
documentación que les otorgaba el reconocimiento de víctimas del terrorismo. De
hecho, el Consistorio barcelonés trató de negociar con el Ministerio del
Interior que se ampliara ese calendario. Pero el plazo se cerró al año como
estaba previsto, lo que dejó fuera algunas solicitudes que llegaron después.
De todas las personas atendidas a través de la unidad
financiada por el Consistorio, 104 personas presentaron distintas solicitudes
al Ministerio del Interior. En algunos casos para ser consideradas víctimas del
terrorismo, en otras para que se les financiara el tratamiento psicológico y en
otras por daños materiales sufridos. Casi la mitad de las personas que pidieron
ser reconocidas víctimas del terrorismo no han recibido ninguna respuesta. Una
docena de peticiones han sido rechazadas. Un porcentaje alto de los
solicitantes de ayudas no fueron atendidos en ninguno de los puntos de atención
médica de la emergencia que se habilitaron inmediatamente después de los
atentados. Los especialistas insisten en que en muchos de estos casos, las
alteraciones psicológicas vinieron después, incluso semanas o meses.
Es
el caso que en julio del año pasado narró en estas mismas páginas Yolanda
Ortíz. La tarde de los atentados, la mujer salía de tomar unas cañas y unos
refrescos en la Boqueria
con su madre, Carme, y sus hijos Iván y Daniela. Ya se habían incorporado al
paseo cuando frente a ellos irrumpió la furgoneta conducida por uno de los
terroristas. Lograron refugiarse en un bar, y desde ese momento, salvo el trato
de un par de guardias urbanos, el sentimiento general fue de abandono por parte
de las administraciones, hasta que les vino a buscar el personal de la Uavat.
Los
trabajadores de esa unidad llevan tiempo alertando de las consecuencias
psicológicas para todas esas personas a las que la administración sigue sin
reconocer sus derechos. Yolanda Ortiz transmitía muy bien en esa entrevista el
abandono y cómo se había sentido durante todo este tiempo. “Durante meses sentí
que me ignoraban porque sólo tenía el derecho de abrir la boca para agradecer
que había sobrevivido”.
Añadir que seguimos en la misma situación, unicamente con el apoyo de UAVAT, con la denegación ya en las manos mientras Ivàn sufria una crisis importante en la escuela a finales de Diciembre, hace dos meses, mientras continúamos en tratamiento psicológico, intentando averiguar como recuperar la normalidad en nuestras vidas, aunque no se hable, aunque no se recuerde, para nosotros, aún es complicado y sin olvidar que vivimos en la misma zona dondr vivian los terroristas, en la que la atención ha sido completamente cero, a parte de las ayudas gestionadas por mi.
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