jueves, 9 de diciembre de 2021

09 diciembre 2021 (3) Diario Vasco (opinión)

 09 diciembre 2021 

 


«Mi padre era albañil, ETA le asesinó y le acusó de chivato para dar miedo»

Los 12 de CC OO. El sindicato reúne mañana en un homenaje a familiares de los afiliados asesinados por la banda y pide «perdón colectivo» por no haber estado «antes cerca» de ellos

Hace 43 años, el día siguiente al asesinato, a manos de ETA, del guardia municipal de Tolosa Antonio García Caballero, compañeros del sindicato llevaron su camisa ensangrentada al I Congreso de Comisiones Obreras que se celebraba en Madrid. Los 1.500 asistentes al cónclave guardaron un minuto de silencio por el sindicalista al que, horas antes, tres miembros del comando Gamboa habían disparado más de catorce tiros, nueve de los cuales le alcanzaron y acabaron con su vida en el acto. Este crimen, ocurrido el 21 de junio de 1978, fue el primero de una negra lista de hasta doce sindicalistas de CC OO asesinados por ETA entre ese año y 2001, a los que esta agrupación de trabajadores, que hoy lidera Unai Sordo, tributará el primer homenaje conjunto, mañana, en el Palacio Europa de Vitoria. Ocho de los atentados ocurrieron en Gipuzkoa y los otros cuatro en Bizkaia, Araba, Sevilla y Barcelona.

El sindicalista navarro Joseba Eceolaza, secretario de Políticas Sociales y Públicas de CC OO, comenzó a preparar el homenaje en marzo. Contactó, una a una, con las familias de las víctimas y antes de invitarles a asistir al acto en su memoria, les transmitió «el perdón colectivo» del sindicato «por no haber estado antes cerca» de ellos. Mañana, ese perdón se escuchará en público en el acto en Vitoria. «Recordar a estos compañeros asesinados por ETA es una obligación moral y sindical porque la bandera de la memoria y la deslegitimación de la violencia forman parte de CC OO desde sus inicios», afirma el sindicato crítico con ETA desde 1973. Su primera reacción llegó ese año, en pleno conflicto laboral en Torfinasa, cuando la banda secuestró en Pamplona al dueño de la empresa. La mayoría de la plantilla apoyó un comunicado crí- tico con ETA por «autoerigirse en representante de la lucha obrera».

Además del policía municipal de Tolosa, recibirán el tributo los albañiles Francisco Medina Albala y Antonio José Martos Martínez, el soldador Mario González, el comercial Pedro Conrado Martínez, el panadero Cándido Cuña González, el trabajador naval Félix Peña Mazagatos, los funcionario de prisiones Manuel Pérez Ortega y Máximo Casado Carrera, el periodista José Luis López de Lacalle, el exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui y el cocinero Ramón Díaz. Familiares de muchos de los homenajeados agradecen la iniciativa y estarán mañana en Vitoria, también hay quienes prefieren mantenerse al margen e incluso alguno confiesa, con pesar, no estar listo para volver a Euskadi.

«Iban metralleta en mano»

«Mi padre era albañil. No le pilló una bomba, fueron tres tíos con metralleta en mano. Se lo cargaron así. Después leí en el Egin que la banda terrorista dijo que era ‘un chivato’ y que le mataron por eso. Creo que lo decían para dar miedo a la gente de allí, para avisarles de lo que les podía pasar, si se chivaban. Pero es que da igual, aunque hubiera sido un chivato, que tampoco creo que lo fuera... ¿Chivarse de qué?». El testimonio de Francisco Medina, hijo de la segunda víctima de esta docena de asesinados, forma parte de los relatos grabados para el vídeo que se proyectará durante el acto de memoria en Vitoria, bajo el título ‘Los 12 de Comisiones. Nunca más’.

Francisco Medina padre fue acribillado a tiros por ETA en la avenida de Ametzagaña, en San Sebastián, el 22 de junio de 1979. Medina fue peluquero antes que alba- ñil y en el postfranquismo «se subió» al norte con su mujer «a ganar más dinero de lo que ganaba en Andalucía». «Tenía dos opciones, Madrid no tenía playa y acabó en San Sebastián, que sí la tenía», rememora Medina hijo mientras repasa el tiempo en el que su padre trabajaba en las obras de «unos edificios de viviendas que se estaban construyendo para la Guardia Civil en Intxaurrondo». Aquella mañana del 22 de junio, Francisco se trasladaba en un ciclomotor desde el barrio donostiarra de El Antiguo donde residía. Al llegar a la altura del número 44 de Ametzagaña, un coche con tres terroristas se cruzó en su camino. Murió ametrallado.

«Perdí el habla y dejé de sentir» Emocionada comparte su relato Nuria Camí, la pareja del también albañil Martos Martínez, asesinado el 19 de marzo de 1992 en Sant Quirza del Vallés, en Barcelona. ETA colocó un coche bomba en la autopista A-18 que comunica Sabadell con Terrasa y advirtió de que estallaría entre las 8.45 y las 9.00 horas, pero explotó 50 minutos antes, mientras las Fuerzas de Seguridad hacían lo posible por localizar el vehículo estacionado en un túnel. Martos pasaba junto al lugar, de camino a su trabajo. Nuria y el joven albañil se habían conocido en el sindicato. «Era una persona muy luchadora, muy reivindicativa, peleaba por los derechos sociales, estaba en la secretaría de Jóvenes contra el paro», evoca. Tras el atentado perdió el habla. «No sabía expresarme, sufrí muchos ataques de ansiedad, me quedé sin sensaciones, sin emociones, simplemente me quedó un sentimiento de odio», relata.

«El último adiós a José Luis» «Yo jamás salía al balcón a decirle adiós y aquel día salí. Y como no estaba acostumbrado, no miró. Entonces le hice ‘¡chist, chist!’, miró y este fue el último adiós... Ese fue el último adiós...», se emociona Mari Paz Artolazabal, viuda del columnista de El Mundo José Luis Ló- pez de Lacalle en su testimonio ante la cámara. Su vida «dio un giro de 180 grados» el 7 de mayo de 2000 cuando aquella mañana el etarra Guridi Lasa disparó cuatro tiros en la cabeza y el tórax de su marido. Los asesinos no le han pedido perdón. «Y me da mucha pena porque el que le pegó los tiros era una chaval de 21 o 22 años y se ha echado toda la vida por la borda, me da mucha pena, no puedo sentir otra cosa más que compasión por él», expresa mientras recuerda que «le mataron porque escribía».

Opinión:

Solamente enviar un enorme abrazo a Nuria y a Alba, viuda e hija de Antonio José Martos. Puedo decir bien alto y bien claro que, desde que las conocí tras el atentado (aunque Alba era una niñita de pocos meses), siempre han sido un enorme ejemplo de dignidad y de coherencia en todas sus actividades y declaraciones. Es un placer y un honor seguir ayudando en todo cuanto necesitan… al igual que lo ha sido colaborar en la preparación de los actos que CCOO va a presentar.

 

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