30 diciembre 2021
«Aquí se impuso el silencio sobre ETA para no reventar el cumple del niño o la Navidad»
El profesor considera «demoledor» que continúen los ‘ongi etorris’ cuando parecía que llegaban «nuevos aires» por la renuncia del colectivo de presos
Miles de vascos se colocaron a mediados de los noventa un lazo azul y ese símbolo se convirtió en la gran muestra social de rechazo a ETA.
La protagonista del libro ‘Memoria de Cristina’ hizo lo propio y eso provocó un distanciamiento de su gran amiga Jaione.
El profesor de Filosofía Vicente Carrión (San Sebastián, 1957), colaborador de este periódico, relata en sus páginas la dramática realidad que vivió Euskadi por culpa del terrorismo.
– ¿Qué sintió la pasada semana al ver el ‘ongi etorri’ al etarra ‘Mortadelo’ o los homenajes a ‘Mikel Antza’ o Troitiño?
– Fue demoledor. Y más cuando pensábamos que llegaban nuevos aires con el anuncio del colectivo de presos de que no habría más ‘ongi etorris’. Está claro que tienen que mantener briosa a la muchachada y el discurso de la izquierda abertzale tiene algo de farsa porque se encuentran ante la contradicción de justificar su pasado y convencernos de que ahora toca apoyar los Presupuestos de Sánchez o Urkullu.
– Las víctimas se sienten otra vez humilladas.
– Es indecente que parte de la población vasca se alinee con los asesinos en vez de con las víctimas.
– ¿De dónde surge su novela?
– Me inspiré en una visita a mi prima de Alicante. Hace muchos años que pidió el traslado por la presión del terrorismo y de la enseñanza en euskera. Me impactó mucho ver que su salón parecía una ventana hacia Donostia, con fotos de la ciudad y del Peine de los Vientos. A esa gente se le ha quedado algo atragantado y, pese a que a algunos les parezca que ha pasado una eternidad desde el fin de ETA, otros lo tienen muy presente.
– ¿‘Patria’ ha hecho que se ponga de moda escribir sobre ETA?
– Yo publiqué mi libro ‘Padre Patria’ hace once años, cuando ETA seguía en activo, y un editor me dijo que a la gente no le interesaba ese tema. Ahora empieza a haber más literatura y producciones audiovisuales porque es un tema demasiado fuerte para ignorarlo. Los cambios de vida que ETA provocó sobre mucha gente fueron tremendos.
– Ha dejado de ser un tema tabú.
– La intención de mi novela es que el afecto pueda acabar primando sobre la ideología. Ha habido situaciones de dolor en familias y entre gente muy querida que se han intentado evitar imponiendo el silencio para no reventar el cumpleaños del niño o la Navidad. Ahora parece que algo empieza a cambiar. El abrazo final de ‘Patria’ tiene una carga simbólica tremenda de que se pueden recuperar las relaciones perdidas.
«Borreguismo»
– Muchos parecen haberlo olvidado...
– Pues hace no tanto que te ponías la mano en la boca para que no te oyese el camarero o era habitual recibir un aviso de bomba en medio de clase. No sólo se ha ido de Euskadi gente directamente amenazada o familiares de víctimas, sino también muchos ‘transterrados’ que vivían asqueados porque parece que este país se lo están apropiando unos cuantos. Y hablo en presente porque sigue ocurriendo, se están poniendo unos filtros y unas barreras para que muchos vascos nos sintamos extraños.
– Usted habla del daño que ha hecho «el borreguismo inculcado por las cuadrillas, la sumisión al grupo y la poca costumbre de pensar por uno mismo».
– Lo cierto es que la cuadrilla en el ámbito juvenil ha hecho mucho daño en los pueblos más pequeños de Euskadi porque si no seguías el rollo al cabecilla estabas perdido. La presión por el apoyo incondicional a ETA en los sectores juveniles fue dramática y había que ser un héroe para no dejarse llevar por la corriente. Todos hemos transigido y hemos tolerado.
– ¿ETA fue respaldada por la sociedad vasca en sus inicios?
– Como tantos otros movimientos de extrema izquierda, nació impulsada por el Mayo francés del 68 y la Revolución China. Fue una época en que el camino hacia la violencia se abría paso como una necesidad de construir un nuevo orden. En 1975, muchos sectores de la población salieron en defensa de Txiki y Otaegi porque estaban en contra de la pena de muerte y existía un sentimiento de unidad antifranquista. Por mucho que luego nos haya espantado todo lo que ha hecho ETA, no deberíamos olvidar que hubo mucha gente bienintencionada que en esos momentos quedó presa por su afecto al primo asesinado o al hermano torturado.
– Y de aquellos polvos, estos lodos.
– A veces tengo un sentimiento de deuda porque tanto entusiasmo a mediados de los setenta engendró un monstruo por parte de los que estábamos en la extrema izquierda transmitiendo unas ideas de política, liderazgo, asambleas y democracia participativa que en realidad eran bastante totalitarias porque teníamos fascinación por el comunismo que, como luego hemos visto, ha sido insostenible. Esto hizo que organizaciones muy pequeñas pero muy activas, como las maoístas y las trotskistas, marcaran un modo de hacer las cosas que luego ha sido absolutamente heredado por los diferentes nombres de Herri Batasuna y el complejo etarra.
– ¿Cree que la euforia por el asesinato de Carrero Blanco pudo servir para impulsar sus acciones posteriores?
– Es un tema muy espinoso. Con el paso del tiempo te das cuenta de que no tiene lógica que en un momento considerases que estuvo bien matar, por muy cómplice que Carrero fuese de la dictadura, y luego no. No está bien ninguna muerte por cuestiones políticas. Rumanía mató a Ceausescu de una forma desalmada y en Libia sucedió con Gadafi, y ahora son países destrozados porque han hecho algo que éticamente les deja desarmados por disfrutar de un asesinato. Y aquí, efectivamente, de aquellos polvos del ‘Voló, voló y voló’ llegaron unos lodos tremendos.
– Su libro también habla de las torturas, la dispersión...
– Esto no es un tema de ‘los míos y los tuyos’, aunque tal vez que sí lo sea para ellos. No podemos mirar para otro lado, hay que reconocer que ha habido abusos e injusticias en todos los sitios. Pero hay que evitar hablar de un lado y otro porque ese juego no tiene sentido. Cualquiera que entienda un poco de sociedad sabe que la existencia de ETA fue absolutamente absurda y más aún a partir de la amnistía general de 1977. Han pasado cosas demenciales e injustificables.
Opinión:
Para empezar, mostrar mi alegría al encontrar que alguien ya se atrevió a escribir sobre el tema del terrorismo antes del final de la banda terrorista ETA en octubre de 2011. Y más aún, que aclare que lo hizo antes de la aparición del libro “Patria”…
Por otro lado, solo una aclaración. Recordar a quien quiera escucharlo que eso de «Aquí se impuso el silencio sobre ETA para no reventar el cumple del niño o la Navidad» no ocurrió solamente “aquí” (entiendo que se refiere a Esukadi, como hacen la inmensa mayoría de especialistas).
También hubieron otros “aquí” como Catalunya, sin ir más lejos. A todas estas personas bienintencionadas que escriben sobre lo que ocurrió en Euskadi siempre les planteo lo siguiente: ¿para cuándo hacer lo mismo por lo ocurrido en otros sitios? ¿Alguien se atreverá a hablar del atentado en Hipercor, de cómo han sido las vidas de aquellas personas tan anónimas que, siendo el peor atentado de la banda terrorista en número de asesinados, aún nadie ha hecho algo al detalle?
O es que quizás habrá que esperar a que se publique el libro que me han encargado…
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