29 mayo 2024
Montejurra
76, un crimen de terrorismo de Estado
Hubo
un tiempo no muy lejano en el que la militancia del Partido Carlista luchaba
contra viento y marea para que el Régimen del 78 reconociera la condición
oficial de Víctimas del Terrorismo a Ricardo García Pellejero y Aniano Jiménez
Santos, los dos antifranquistas asesinados en Montejurra 76. Gracias a la labor
y el esfuerzo de muchas personas, entre las cuales se destacó el inolvidable
abogado José Ángel Pérez-Nievas, el 5 de noviembre de 2003 se conquistó ese
reconocimiento con una sentencia de la Audiencia Nacional que desautorizaba una
resolución anterior del Ministerio del Interior. Por entonces gobernaba en La
Moncloa el PP, que siempre se mostró hostil a cualquier catalogación de
Montejurra 76 como una agresión terrorista.
Esa
victoria marcó un antes y un después pero no supuso el final del camino, porque
si bien se reconocía que los sucesos del 9 de mayo de 1976 constituyeron un
acto de terrorismo, en cambio no se profundizaba en la naturaleza política de
lo ocurrido en la emblemática montaña de Lizarra, porque el asesinato de
Ricardo y Aniano no fue un acto de terrorismo cualquiera, sino que respondía a
una forma de terrorismo muy concreta: el terrorismo de Estado.
Veinte
años después, el 9 de enero de 2023, en una rueda de prensa del Partido
Carlista se informó de la donación de unos documentos que demostraban el
protagonismo decisivo del primer Gobierno de Juan Carlos de Borbón en la
organización, financiación y desarrollo del ataque terrorista. Esa
documentación implicaba especial e inequívocamente al fundador del PP, Manuel
Fraga, que en 1976 era ministro de la Gobernación y Vicepresidente segundo del
Gobierno central.
Poco
después, y a pesar de la oposición particularmente beligerante del PSOE, el
Parlamento de Navarra aprobó una resolución en la que se reconocía el papel de
las instancias gubernamentales en Montejurra 76. Esta resolución motivó todo
tipo de críticas por parte de ciertos señores ubicados en el ala izquierda del
Régimen del 78, que persistían en la narrativa autodisculpatoria que en 1976
impulsó Manuel Fraga presentando lo ocurrido como “una pelea entre hermanos”,
un supuesto conflicto interno entre dos sectores igualmente carlistas.
El
26 de marzo de este año 2024, ante la justa insistencia del parlamentario
Adolfo Araiz en el cumplimiento de la resolución aprobada sobre Montejurra 76,
la vicepresidenta segunda del Gobierno de Navarra, Ana Ollo Hualde, afirmó que
Ricardo y Aniano ya tuvieron en su momento todo el reconocimiento que merecían
como víctimas del terrorismo, cuando la realidad es que todavía se sigue
cuestionando y ocultando la responsabilidad política del Estado en el crimen de
su asesinato, como es el caso por ejemplo de la exposición permanente del Museo
del Carlismo.
El
22 de abril, la Dirección General de Memoria y Convivencia del Gobierno de
Navarra inició el procedimiento de inscripción como “Lugar de Memoria Histórica
de Navarra” del monolito de recuerdo de Ricardo y Aniano en Iratxe. Pero en la
resolución gubernamental se insiste nuevamente en el esquema narrativo de los
dos sectores partidarios de Carlos Hugo y de Sixto Enrique como el eje central
de Montejurra 76. Si hasta hace poco lo máximo que admitía el Régimen del 78
era una supuesta dejación de funciones por parte del Gobierno y de la fuerza
pública, aquí y ahora el Gobierno de Navarra está dispuesto a reconocer que la
ultraderecha actuó “con apoyo en unos casos, y la connivencia en otros, de
algunos aparatos del Estado”. De esta manera se minimiza implícitamente el
papel del Estado, relegado a un plano secundario de “apoyo” y “connivencia”.
Sin embargo, los documentos del 9 de enero de 2023, analizados por entonces
tanto por el periodista Jesús Barcos como por el historiador Manuel Martorell,
muestran una implicación del Estado muchísimo más decisiva.
El
próximo jueves 30 de mayo el Gobierno de Navarra realiza un primer acto público
de reconocimiento y reparación a unas doce víctimas de la violencia del Estado.
Una noticia positiva por todo lo que representa este paso, pero nuevamente se
ha perdido una oportunidad para reconocer que Ricardo y Aniano fueron víctimas
de una agresión preparada e impulsada desde el primer momento por el Estado,
una agresión diseñada con el triple objetivo de destruir al Partido Carlista,
deslegitimar el liderazgo de Carlos Hugo de Borbón y desactivar Montejurra como
espacio de reivindicación democrática y fuerista. ¿Por qué a ciertos sectores
progresistas les cuesta tanto reconocer el protagonismo del Estado en
Montejurra 76? ¿Por la relación de Juan Carlos de Borbón con la trama
organizadora? ¿Por las conexiones con la estructura de lo que después fueron
los GAL del PSOE? ¿O por la participación de numerosos neofascistas extranjeros
vinculados a la Red Gladio de la OTAN?
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