01 junio 2024
Jordi
Evole
Selectividad
Y
no te das cuenta y un día tu hijo está haciendo la selectividad. Y tienes la
sensación de que tú la hiciste ayer. Hubo un momento en el que todo empezó a
acelerar y no te enteraste. Ayer comíamos los canelones de Sant Esteve y hoy es
1 de junio. Y te reías de tu madre cuando a finales de verano soltaba “y de
aquí a dos días, Navidad”. Ahora tu madre eres tú.
Todo
va tan rápido que sin haberte desilusionado de Xavi, ya te tienes que
reilusionar con Flick. Cuando oigo Flick no puedo evitar acordarme de Felipe
González. El primer caso de corrupción que asomó durante su mandato fue
conocido como caso Flick. No me pregunten más porque yo tenía nueve años. Solo
sé que Felipe compareció en el Congreso diciendo “ni flick ni flock”. Y los
diputados se rieron, como el público de El hormiguero.
Antes
el ingenio los políticos lo reservaban para sus debates parlamentarios. Ahora
prefieren lucirlo en un plató de televisión. Porque en el Congreso van a una
sesión de control y llevan las preguntas escritas. Y las respuestas también. Y
da igual lo que te pregunten, porque tú contestarás hablando de tu libro. Y
unos se empeñarán en preguntar por Begoña, y otros en repetir lo de los
pseudomedios y la máquina del fango. Nada es tan nuevo. En los noventa, Felipe
y Guerra hablaban del sindicato del crimen y de la prensa canallesca. Fango
vintage.
Y
todo va tan rápido que hasta antes de ayer todo era ETA. Y hoy todo es Hamas.
Qué facilidad para cambiar de banda terrorista y utilizar la misma regla de
tres. Si España es a Israel, y Euskadi es a Gaza, ETA es Hamas, la izquierda
española apoya el terrorismo y Netanyahu solo se está defendiendo. Y sin
escrúpulos, mientras en Rafah todavía huele a cuerpo calcinado, Abascal va a
hacerse la foto con Netanyahu. No es el primero de su cuerda en fotografiarse
con genocidas. En su día pasó a la historia otra foto en el andén de la
estación de Hendaya.
Me
voy al cine a despejarme y me quedo pillado con la última peli de Isaki
Lacuesta. Habla de Los Planetas, un grupo granadino al que nunca seguí porque
en aquel momento estaba más pendiente de sacarme la selectividad que del indie
español. Y ya me ven, con casi 50, descubriendo a Jota, su música y sus
adicciones, mientras en Madrid canta Taylor Swift. Raro es que Ayuso no saliese
a hacer un dúo con ella. Igual no quiso enfadar a sus votantes de Chamartín,
gente de orden, a los que les sangran los tímpanos de lo bien insonorizado que
está el nuevo Bernabéu de Florentino. Si el concierto hubiese sido en el campo
del Rayo Vallecano, los reportajes de la tele habrían sacado a vecinos sordos
pero felices de haber podido escuchar a la Taylor gratis. Cuestión de clase.
El
Madrid vigoréxico de hoy no se puede entender sin Florentino Pérez, cuyo poder
está a prueba de ruido, recalificaciones, parkings declarados ilegales,
castores o fichajes avalados por entidades bancarias rescatadas. Madrid se
sale, y nos lo recuerda Ayuso hablando de su libertad, de su Fórmula 1 y de los
hijos de fruta, carajo. Primero se apropiaron de la libertad y ahora del
carajo. Se quedan todo lo guapo. La derecha se apropió del punk, decía
Ignatius.
¿Se
acuerdan de aquel anuncio de un todoterreno en el que un abuelo seguía viviendo
en los años sesenta, aislado en un pueblo remoto? Y le preguntaba inocentemente
al conductor: “Y el Madrid, ¿qué? ¿Otra vez campeón de Europa?”. Los culés nos
partíamos con aquel anuncio de los noventa, cuando todas las Copas de Europa
madridistas habían sido en blanco y negro. Hoy pueden ver la novena en color.
15 en total. Florentino, cómo no le van a querer. ¿Ven como va todo muy
rápido?
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