17
junio 2024
Consuelo
Ordóñez: “Los políticos solo se acuerdan de las víctimas de ETA para
utilizarnos. Es repugnante”
Primera
parte de la entrevista a la presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo
Tarde
de primavera, la cita es en la calle del Prado 21 en el Ateneo de Madrid. Hace
solo unas horas llegó en tren de Valencia, ciudad en la que reside desterrada
de su País Vasco desde el 2003. Es Consuelo Ordóñez.
Hoy,
esta abogada, procuradora y presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo
(COVITE) es un personaje público, no porque hubiera perseguido ese
reconocimiento, sino como consecuencia del asesinato de su hermano Gregorio,
por parte de un comando de la banda terrorista ETA, cuando era diputado del
Parlamento Vasco y Teniente de Alcalde de San Sebastián.
Sin
duda, para la familia Ordóñez, aquel 23 de enero de 1995 marcó un antes y un
después y, muy especialmente, para su hermana Consuelo. De repente, esta
desconocida procuradora de Guipúzcoa no tuvo ni tiempo de llorar la muerte de
su hermano asesinado por razones políticas. No le dejaron. Su sola presencia en
las marchas pacifistas convocadas en las plazas para reclamar el fin del
terrorismo fue razón suficiente para que ETA se ensañara con ella: reiteradas
amenazas de muerte, actos vandálicos en la fachada de su casa o ataques con
piedras, una de las cuales le produjo una lesión de siete puntos en su cabeza,
forman parte de su calvario.
En
esta primera parte de la entrevista con Diario16, Consuelo Ordóñez desvela su
lado más personal de aquellos años convulsos, donde no pudo, no le dejaron,
sentir el dolor por el asesinato de su hermano. Con una elocuente asertividad,
la presidenta de COVITE pone voz y sentimiento a cómo, por defender las
libertades, luchar contra la violencia terrorista y pedir paz, pasó a ser
objetivo de la banda armada: una víctima más. Y manda un claro mensaje a los
políticos en activo que no va a pasar, de ninguna manera, desapercibido, o no
debería.
¿Cómo
se siente usted, que es familiar directo, que ha sufrido la pérdida, en este
caso de su hermano, asesinado en el año 1995 por la banda terrorista?
Bueno,
primero te voy a hacer una aclaración. Las víctimas somos más de 800 víctimas
mortales, pero no te olvides de los heridos. Ellos son iguales que nosotros y
también estamos hablando de víctimas de ETA, pero COVITE es una asociación de
víctimas de todos los terrorismos. Ya sabes que mi obsesión es siempre tener
presente a todas las víctimas de todos los terrorismos que ha habido en este
país.
¿Cómo
se siente ahora?
Pues
la verdad es que el momento actual para ser víctima, especialmente en el País
Vasco, es muy diferente al que yo he vivido gran parte de mi vida.
¿Puede
explicar en qué aspectos ha cambiado la situación para las víctimas de ETA
desde esos años hasta ahora?
No
tiene nada que ver ser víctima ahora, sin ETA matando todos los días, que ser
víctima con ETA cuando mataba o intentaba matar todos los días. Ojo, no es lo
mismo ser víctima de ETA en el País Vasco que ser víctima de ETA fuera del País
Vasco. Yo vivo en Valencia, soy desterrada forzosa. Me tuve que ir de allí
precisamente porque fui víctima también de sus amenazas, de sus campañas de
persecución, de su acoso sistemático diario.
¿Hace
cuánto que vive en Valencia?
Yo
ya vivo en Valencia hace 20 años. Se dice pronto, pero claro, ¿Dónde está mi
cabeza?, ¿Dónde está mi vida, donde yo me he hecho a mí misma? Pues ha sido en
el País Vasco, lógicamente. Entonces, por eso hay que diferenciar mucho, no
tiene nada que ver, porque en este país, afortunadamente, tenemos un tiempo
mejor para todos, ¿eh? No solo para las víctimas, sino para todos, desde que
ETA ya no existe, claro, ya no mata.
Estamos
hablando de que, en su historia personal y en su vida actual, sigue sufriendo
las consecuencias del terrorismo de ETA. Usted misma lo ha dicho, desterrada…
Sí,
sí, pero es que yo antes vivía las consecuencias de ser víctima de ETA, y vivía
el acoso, el miedo, porque claro, yo no soy un héroe.
¿Cómo
afectó esto a su vida profesional?
Antes
vivías no siendo víctima. Ojo, las víctimas de ETA que habíamos dado la cara
solo teníamos que cruzar una línea roja. Si cruzas la línea roja de
significarte públicamente contra ETA, es cuando empiezas a tener problemas, te
conviertes en una amenazada. Si pasas esa línea roja es cuando, efectivamente,
empiezan a venir los problemas, las amenazas, el acoso, las campañas de
persecución. Incluso me afectaban en el trabajo, yo era procuradora.
¿Entonces?
Y
claro, era procuradora en Tolosa, y ya tenían que ser los abogados, los
clientes, los que quisieran trabajar conmigo. Y hasta eso me resultaba
complicado, mientras mis compañeros no tenían ningún problema en ir
evolucionando, en vivir de su profesión, pues yo sí, porque los abogados que
planteaban a sus clientes trabajar conmigo, no querían trabajar conmigo porque
ya traíamos connotaciones.
Una
popularidad no buscada
¿Y
cómo fue que se pasó a ser un personaje público?
Porque
en septiembre del año en que mataron a mi hermano, yo empecé a ir enseguida a
esas manifestaciones donde tuvimos contramanifestaciones superviolentas.
Nosotros éramos pacifistas, estábamos en un cuarto de hora reclamando la
liberación de Aldaia en ese momento.
¿Qué
tipo de amenazas recibían durante esas manifestaciones?
Ellos
estaban todo el rato con «ETA mátalos, mátalos, mátalos, Gora ETA,
independencia, los asesinos» y no contentos con eso, luego ya siempre era la
misma escenografía; venía una camioneta, les repartía piedras. La Ertzaintza
tenía orden de no intervenir y cuando acababa nuestra concentración silenciosa,
pacífica, empezaban a lanzarnos piedras. Entonces, una de esas piedras me abrió
la cabeza, me tuvieron que dar 7 puntos.
Y
ahí es cuando Ud. cobra notoriedad…
Tres
medios de comunicación se enteraron de que yo era la hermana de Gregorio y
entonces ahí salté un poco a la fama.
¿Cómo
se sintió al recibir tanta atención de repente?
En
ese entonces no había víctimas ni asociaciones ni nada, y eran momentos
convulsos. Todos los días estábamos en un intento de atentado o teníamos que ir
a la otra concentración para condenar el asesinato del día anterior en la
capilla. Todos con contramanifestaciones, todo el rato gritándonos encima con
orden de no intervenir. El Gobierno Vasco, la Ertzaintza, no intervenía por
orden. Empezaron a intervenir y protegernos cuando se armó revuelo al enterarse
de que yo había sido una de las agredidas físicamente el día anterior.
Entonces,
la desprotección era total para los manifestantes…
Yo
estaba indignada. La verdad es que ahí empecé yo a despotricar: me parecía
indecente que la Policía, sabiendo que todos los jueves de 20 a 20:15 pasaba lo
que pasaba, no nos protegieran. ¿En qué parte del mundo se puede ver algo así?
En esos momentos, estamos reclamando pacíficamente la liberación de una
persona, y tenemos que estar aguantando a los proetarras que jaleaban la
violencia, a los que quieren que maten a esa persona, y encima, nos tiran
piedras a los pacifistas. ¿Cómo puede ser que la Policía no actuara para
proteger a los manifestantes pacíficos?
“De
hermana de” a activista por la paz
Usted
no solo tuvo que pasar por el trauma y el calvario de la muerte de su hermano
asesinado por ETA, sino que además sufrió el acoso continuo que no le permitió
superar el duelo…
No,
no, porque enseguida me convertí. Fue en septiembre. Entonces, empecé a salir
ya en los medios. Los medios empezaron a venir a mi casa para que hiciera
declaraciones después de un atentado.
¿Cómo
fue para usted enfrentarse a los medios en esos momentos tan difíciles?
Yo
ya me convertí. Yo iba ya, llevaba meses yendo a esas concentraciones, pero
nadie me conocía, me camuflaba con la gente, era una más en las concentraciones
y la verdad es que iba sola. Además, no te creas que mis amigos ni la gente que
me rodeaba sentían necesidad de venir conmigo. Yo sí sentí esa necesidad. Esas
concentraciones fueron claves en mi evolución personal, porque lo lógico es que
cuando matan a tu hermano es sentir odio. La verdad es que al principio da una
rabia que no la puedes contener.
Demasiado
dolor, ¿no?
Claro,
hay un dolor, una rabia, y además estás todo el día viendo declaraciones de los
políticos. Yo también me sentí muy mal con eso, porque los políticos habían
hecho declaraciones muy contundentes cuando mataron a mi hermano, pero luego a
los dos días estaban sentados y negociando con los asesinos de mi hermano.
¿Cómo
cree que esto afectó su perspectiva sobre la política?
No
podía más con todo eso. La verdad es que viví momentos muy tensos, muy duros y
sí, me convertí nuevamente en víctima, ya como amenazada. Sencillamente porque
empecé a hablar, porque empecé a estar en primera línea. Las pancartas de todas
las concentraciones, los medios de comunicación se habían acostumbrado a venir
a mi casa porque yo hablaba después de los atentados, claro, había atentados
cada dos por tres.
Claro,
¿cómo era la vida diaria bajo esa presión constante de las amenazas y las
manifestaciones?
Sí,
claro. Por eso viví esa época en la que heredé la popularidad de mi hermano
también. Tenía continuamente llamadas a casa, todo el portal pintado con la
“diana Ordóñez”, yo estaba en las pancartas.
Y
los atentados provocaban asesinatos y lesionados, pero claro, en ese momento no
había asociaciones. ETA estaba matando
Como
teníamos contramanifestación, me reconocían por la calle, incluso con casco,
cuando iba con casco de la moto. Era normal, cualquiera de estos me gritaba
«Ordóñez, al cementerio, Ordóñez, devuélvenos la bala«. Esos eran eslóganes que
se habían puesto de moda y lo reconocían. Era como surrealista. Íbamos por la
calle, y unos te insultaban y otros te decían “Olé, tus huevos, Ordóñez». Era
surrealista todo.
Pero
esos terribles años revueltos han cambiado…
Por
eso siempre digo que no es lo mismo ahora, porque ETA ya no mata, ya no hay esa
presión, no hay nada comparable con eso.
¿Cómo
describirías el impacto de este cambio en la vida cotidiana de la gente?
Las
consecuencias, claro, las heridas nunca se curan, sigue habiendo cosas que no
vamos a aceptar y que son una provocación para las víctimas y causan dolor, esa
exaltación continua, esa presencia de ETA en las calles que tenemos que
denunciar todos los días. Hay muchas heridas que todavía no se han podido
cerrar, la falta de justicia. Pero el ambiente, ya es como de la noche al día.
De
activista a blanco de ETA
Usted
no pudo pasar un duelo a nivel personal, sino que pasó a ser una víctima más de
acoso. ¿Cómo vivió esa situación tan difícil?
Precisamente
porque a partir del mes siguiente ya dije: “Tengo que ir a estas
concentraciones que se hacían muy cerca de mi casa. Tengo que ir a estas
concentraciones”. Era una necesidad y empecé a ir sola a esas concentraciones.
Nadie me acompañaba sabiendo todo el entorno mío que yo iba. Eran duras, porque
lo he pasado fatal. Sabes lo que es que acababan de matar a mi hermano y estar
oyendo un cuarto de hora gritando «ETA mátalos«, con una jauría humana así,
todos gritando como locos. Eso es el odio, somos víctimas del odio. No se nos
olvide.
Y
dentro de lo malo de esos momentos difíciles, ¿usted encuentra su lado
positivo?
Yo
ahí conocí a los mejores vascos, a los más valientes, a quienes hicieron en mí
que se transformara ese odio, que todas las víctimas lógicamente tengamos, en
una lucha constructiva contra el terror, constructiva e inteligente.
¿Podría
compartir alguna experiencia específica con esas personas que menciona?
Eso
me enseñaron mucho esas personas que encontré, personas anónimas. Y la verdad
es que para mí ese momento también, pese a todo, viví todo, lo bueno y lo malo.
¿Cómo
se siente al recordar a esas personas que se estaban movilizando sin ser
víctimas?
Yo
no tenía mérito, yo era víctima, pero ellas, que no eran víctimas, me dieron lo
que yo necesitaba. No me hicieron sentirme sola. Entonces aprendí mucho de
ellos. Ahí conocí gente: bastantes personas en mi vida se convirtieron después
del asesinato de mi hermano en mi círculo de amistades. Por ejemplo, me hice
amiga de Joseba Pagazaurtundúa en las manifestaciones del “Basta ya”. Incluso
uno era amigo mío de cuadrilla, Javier Gómez Elósegui. Lo conocía de antes que
mataran a mi hermano. Conocí a compañeros de mi hermano porque él nunca me
había implicado en el partido.
¿Y
qué decidió hacer?
Entonces
empecé a conocer a compañeros de mi hermano cuando lo mataron. Algunos han sido
amigos míos y han sido asesinados también por ETA. Eso no pasa con una víctima
de Madrid o con una víctima en Valencia de ETA. La diferencia es brutal. Nadie
sabe lo que hemos pasado. Para saber lo que hemos pasado tienes que estar allí.
Por eso banalizar el terrorismo como se banaliza ahora, me duele muchísimo.
Instrumentación
política de las víctimas
ETA
dejó de matar hace más de 13 años. Pero en 2024, portadas, tertulias,
parlamentos autonómicos y hasta en el Congreso de los Diputados se habla de las
víctimas. ¿Qué opinión le merece?
No,
no se habla de las víctimas, se utiliza a las víctimas, que es muy diferente.
¿Cree usted que esto afecta a la memoria de las víctimas de alguna manera?
Hablar de las víctimas es lo que hago yo todos los días acordándome de las
víctimas. Como yo lo hago, no lo hace nadie. Y eso cuesta mucho, hablar de las
víctimas, porque no se sabe nada. Nadie sabe nada de las víctimas del
terrorismo. Yo además, recuerdo a todas, todas las víctimas de todos los
terrorismos todos los días en el día de su aniversario.
Seguramente
los políticos que están actualmente desconocen la situación del País Vasco en
los años más difíciles…
No,
no conocen ninguna víctima ni les importa. Los políticos solo se acuerdan de
las víctimas para utilizarnos como arma arrojadiza. Y eso es lo más repugnante,
porque apropiarse de nuestros sentimientos, de la pluralidad que es sagrada en
las víctimas del terrorismo, cuando tú no sabes ni te importa nada el 99,9% de
las víctimas del terrorismo.
¿Cómo
cree que podría cambiar esta situación?
Eso
es algo que COVITE lleva muchos años criticando, denunciando la
instrumentalización política que se hace de las víctimas.
¿Por
qué cree que lo hacen los diferentes partidos políticos?
Bueno,
la verdad es que esto viene ya de largo también. Es verdad que el partido que
más sistemáticamente siempre ha utilizado a las víctimas históricamente ha sido
el Partido Popular. Pero ojo, nosotros venimos del País Vasco, y el PNV también
ha utilizado a sus víctimas. También han sido unos sectarios.
¿Cree
que esta práctica de exclusión afecta a la percepción pública de las víctimas y
su causa?
A
COVITE nos han tenido excluidos de todo durante muchos años, de todas las
políticas públicas que hacían. Solo contaban con sus víctimas afines.
¿Cree
que esta exclusión se debe a motivos ideológicos o hay otras razones detrás?
Esto
es una constante. También les pasa a las víctimas del franquismo, por ejemplo.
Este país tiene una mala costumbre de enfrentar memorias y de utilizar
víctimas. Un partido utiliza a las víctimas, los partidos de la derecha
utilizan las víctimas de ETA, se apropian de nuestros sentimientos, y los
partidos de izquierdas apoyan a las víctimas del franquismo.
Pero,
aparte, las víctimas son víctimas independientemente de la ideología, porque
hay víctimas de izquierda y de derechas…
Las
víctimas somos personas, antes que nada. Somos reflejo social. Nuestra causa no
tiene ideología política, no la ha tenido nunca. Nuestra causa está relacionada
con valores éticos, con Derechos Humanos. Por eso siempre tendremos en común
esos valores con otras víctimas de otras gravísimas vulneraciones. Aquí los
únicos que confrontan memorias son esos políticos independientes que no tienen
principios y que se dedican a apropiarse de las víctimas.
¿Y
qué le parece?
Es
lamentable que sea una táctica tan generalizada y que se siga banalizando con
el terrorismo y con algo tan sagrado como es lo que hemos pasado. Somos reflejo
social, somos personas antes que víctimas y somos pluralidad. COVITE tiene en
sus estatutos, nuestra independencia y la pluralidad está recogida ya en el
segundo artículo. Eso es lo que nos hace independientes de los partidos
políticos, y eso es lo que nos da coherencia en toda nuestra trayectoria.
Opinión:
Coincido con las opiniones de Consuelo casi al 100%, en
especial en la denuncia que hace públicamente sobre el uso partidista que LOS
políticos hacen del colectivo de víctimas del terrorismo.
Pero hay un par de respuestas que me gustaría aclarar bajo
mi punto de vista.
El primero, justamente esa frase en la que se generaliza
en cuanto al uso que LOS políticos hacen del dolor ajeno. Siendo sincero,
conozco políticos que jamás han hecho ese uso partidista de nuestro dolor, por
lo que creo de justicia reconocer que no son Los, pero sí son muchos, demasiados…
y especialmente los de una ideología muy concreta.
La segunda cuestión en la que no coincido es cuando se puede
leer, en la época del asesinato de su hermano Gregorio, que “en ese entonces no
había víctimas ni asociaciones ni nada”. Obviamente no fue así. Ya en aquellos
años existía la ANTIGUA AVT con diferentes delegaciones en territorio español.
Recuerdo horas y horas de trabajo compartido junto a Celia Bech y a Leonor
Regaño como delegadas en Guipúzcoa y Vizcaya o
con José Aguilar como delegado en Navarra, Juan Domínguez en Valencia y
Vicky en Alicante o Manoli en Extremadura, Dolores y Rosario en Andalucía o Víctor
en Cantabria o a María Teresa en Galicia o Maribel y Pepa en Aragón…
Otero tema muy diferente es que no tuviéramos ni los
recursos ni el reconocimiento social que se ha conseguido con el paso de los
años. Porque como muy bien dice Consuelo, eran “tiempos convulsos” y el miedo
era (y es) libre…
Sea como fuere, vuela un abrazo enorme para Consuelo por seguir
en la lucha que unos pocos iniciamos allá por los años 80 del sigo pasado.
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