08 junio 2024
La
curiosa obsesión de una activista de izquierdas por el asesinato de un concejal
del PP
Ana
Useros (Madrid, 1970) es documentalista, programadora de cine y traductora.
Pero, sobre todo, Useros es activista. Activista feminista y activista de
izquierdas. De alguna manera, se obsesionó con Manuel Indiano (Madrid, 1970),
un tipo de su edad, concejal del Partido Popular en Zumárraga, asesinado el 29
de agosto de 2000 por ETA. Esta curiosa obsesión se ha materializado en Cuando
no se podía (Lengua de Trapo), un libro en el que trata de explicar cómo se
configuró cierta izquierda madrileña ante el conflicto armado en Euskal Herria.
La
historia de Indiano, además, es una historia curiosa. Una historia, tal vez,
marcada por el silencio. Nació en un barrio popular de Madrid y, durante el
funeral de su abuela, se enamoró de su prima: Encarna Carrillo. No se conocían
hasta entonces y, probablemente, su idilio supuso un revulsivo en la familia de
ambos. A Useros le impresionó esta historia de amor: "Me gusta mucho esa
idea de que siendo un amor heterosexual normativo tuvo este tipo de pequeños
obstáculos, de edad, de parentesco, que lo hacían casi un amor disidente".
Manuel
Indiano decidió mudarse a Zumárraga, la localidad de Gipuzkoa en la que ella
vivía con su hija adolescente mientras trabajaba en el servicio de limpieza del
Ayuntamiento. Allí, en el Ayuntamiento, Carrillo preguntó a sus compañeros y
compañeras por si alguien sabía de algún trabajo para Indiano. Trabajo, al
parecer, no encontró, pero aceptó presentarse en las listas del PP para las
elecciones locales. Iba, en concreto, en el sexto puesto. Dicen que le dijeron
que no hacía falta afiliarse al partido e Indiano no lo hizo.
Tal
vez, probablemente, dicen que dijeron. Cuando no se podía es un libro que se
escribe abrazando las dudas. Escrito, en palabras de la autora, "contra
todo criterio periodístico", ha tratado de reconstruir la vida de Indiano
a través de la hemeroteca. Ha preferido no contrastar el relato con su entorno.
¿Por qué? Cree que por vergüenza: "Sí, más que miedo vergüenza. Además, no
quería depender del relato de la familia. Tengo la sensación de que para ser
víctima del terrorismo fuera de Euskadi había que aceptar cierta postura
política y radicalizarse en cierta manera".
Detalles
y cercanía
En
la prensa, debido a la falta de presencia pública de Indiano, encontró
información sobre él que no es habitual encontrar de otras víctimas. Encarna
Carrillo, cuando pudo, se presentó ante la prensa para hablar de su marido
aportando detalles y cercanía: "Indiano no estaba preparado para ser un
personaje público. No tenía una biografía ya hecha", dice Useros. Quizá,
por eso, empatiza tanto con su historia. En el 2000, la lucha contra ETA tenía
ciertas características muy mediáticas. Por ejemplo, los funerales se
retransmitían en directo en televisión y, así, por la tele, aquel verano,
Useros vivió en directo el entierro de Manuel Indiano: "La historia tenía
ciertas características, que a mí me hicieron como dos clics en la cabeza. Por
un lado, su biografía sonaba rara en comparación con lo que nos estaban
contando de otras víctimas y, por otro, sentía que se parecía a mí sin
parecerse en nada a mí. Todo podía separarnos de alguna forma y, a la vez,
había una afinidad muy fuerte".
Pero,
realmente, lo que quería contar era la historia de cierta izquierda madrileña.
Dice que, en ese momento, estaban atrapadas en una encrucijada: "La lucha
antiterrorista era la prioridad número uno y la excusa número uno para el
recorte de cualquier tipo de libertad, tanto de expresión como de movimiento.
La Ley de Partidos Políticos todavía no se había aprobado, pero estaba a
puntito [se aprobó en 2003]; había un pacto entre el PP y el PSOE por las
libertades y contra el terrorismo [firmado en el 2000] y un clima de
persecución judicial contra el entorno de ETA y de la izquierda
abertzale". Cierta izquierda madrileña en la que entonces se movía Useros,
al margen de la izquierda institucional, no supo tomar posicionarse: "Fue
un fracaso que se resolvió, pero que se resolvió en falso". El momento,
era complicado: "En el 2000, Aznar consigue la mayoría absoluta, empieza
la guerra de Irak, unos aviones se estrellan contra las Torres Gemelas. El
terrorismo internacional pasa a primer plano en la agenda política y Aznar
consigue lo que él llamaba su mayor victoria: meter a ETA dentro de la lista de
los grupos terroristas más buscados a nivel internacional".
A
diferencia de lo que ocurrió en otros momentos –principalmente la guerra de
Irak y el atentado del 11M–, Useros cree que la izquierda no atinó en lo
relativo al atentado de Manuel Indiano en particular y a los atentados de ETA,
en general: "La estrategia que
llamaban antiterrorista era una estrategia de Estado de Derecho securitario, de
recorte de libertades y de represión sangrienta. Tendríamos que haberle pedido
cuentas a nuestro gobierno y, sin embargo, estábamos atrapadas entre un
discurso contra el terrorismo, una simpatía implícita por la izquierda
abertzale y ningún discurso en contra de las políticas antiterroristas.
Tendríamos que haber salido en contra de la política del Gobierno español
porque estaba empeorando y agudizando el conflicto".
Useros
apenas conocía Euskal Herria cuando murió Manuel Indiano, pero el conflicto
vasco estaba enormemente presente en su entorno activista: "¿Cómo es
posible vivir en un estado donde si yo le tiró una piedra me va a caer una pena
muchísimo menor que lo hace otro chaval en otro territorio de este mismo país?
Eso para nosotras era una falla democrática básica". El clima represivo
estaba enormemente presente entonces y, ahora, con el libro publicado, está
presente el pudor. Por eso, Useros abraza tanto las dudas en Cuando no se
podía.
La
familia de Manuel Indiano, quizá también por pudor, parece que no sabía nada de
su vida en Zumárraga. La prensa de la época contó que no sabían que era
concejal del PP ni que su mujer estaba embarazada. En Zumárraga, hasta las
elecciones municipales de 1999, el PP nunca había tenido dos concejales. Los
comicios se celebraron durante una tregua anunciada por ETA el 19 de septiembre
de 1998. En noviembre de 1999, rompían la tregua. Aseguraban que los partidos
PNV y EA habían mantenido su "gestión habitual" y no habían buscado
"encaminarse hacia un nuevo marco jurídico-político".
Los
presentimientos
Tras
la vuelta a las armas del grupo, el segundo concejal del PP en Zumárraga
decidió dimitir. El tercero, el cuarto y el quinto no quisieron el puesto:
"En cambio, Manuel, extrañamente, dice: 'Yo voy'; y, además, por lo que
dicen, con mucho entusiasmo. Entra en el Ayuntamiento y renuncia a la escolta.
Eso, en su momento, se dijo en la tele y a mí me pareció impresionante. Luego,
investigando he visto que lo más normal era renunciar a la escolta. De hecho,
en ese momento no era obligatorio. Lo hicieron obligatorio después de su
asesinato. Renuncia a la escolta, abre un negocio de golosinas, su mujer se
queda embarazada y, una mañana de agosto, entran dos pavos en la tienda y le
pegan 14 tiros". Ahí, en el mismo "cementerio horroroso" en el
que Manuel conoció a Encarna, le enterraron también a él.
Ella
explicó a la prensa que, aquel día, había tenido un presentimiento. Esa
sensación forma parte de otros relatos similares. En realidad, sería más bien
miedo. Ese día, Indiano salió antes de lo habitual de casa porque había quedado
con el panadero: "Eso contradice un poco con la idea de que los grupos
terroristas tenían un seguimiento perfecto", dice Useros. Es cierto que,
"en los relatos se repite mucho lo del presentimiento, la idea de 'buen
hombre' que lucha por la libertad, todos se parecen, pero, en cambio, cuando
los empiezas a mirar con lupa ves las diferencias pequeñitas".
En
1997, la muerte de Miguel Ángel Blanco inaugura, de alguna manera, este relato:
"Una persona que era un gran luchador por la libertad, que se mete en el
Partido Popular porque quiere luchar por la libertad de expresión y por las
libertades políticas el País Vasco; una familia que soporta con entereza
todo". Frente a ese relato, también es habitual escuchar que ETA asesinó a
muchos políticos poco relevantes. Esta estrategia, denominada como
"socialización del sufrimiento", se dio, sobre todo, a partir del
atentado contra Gregorio Ordóñez.
Ana
Useros quiere volver a la izquierda madrileña que conoce: "De alguna
manera nos estaba como prohibido el empatizar. A lo que yo le doy vueltas todo
el rato en el libro es a cómo podríamos haber hecho en el 2000, cómo podríamos
habernos manifestado, qué podríamos haber hecho cuando ETA mató a Manuel
Indiano y qué consecuencias tuvo esto en la política de los años
posteriores".
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