12
octubre 2014
Lokarri ante las víctimas
La plataforma de Paul Rios, que culminará su andadura el próximo año,
también trabajó por la reconciliación, un reto donde los damnificados por la
violencia juegan un papel clave.
Cuatro de ellos evalúan para DEIA la labor de
Lokarri
Desde
su alumbramiento, Lokarri tomó el testigo de Elkarri en su afán de impulsar una
solución dialogada y pacífica al “conflicto vasco” pero, además, la red
coordinada por Paul Rios subió el ya de por sí ambicioso listón de su antecesor
con el fin de añadir la reconciliación a sus objetivos.
En
este aspecto, las víctimas juegan un importante papel que se ha visto reflejado
en iniciativas como el Plan de Paz y Convivencia activado por el Gobierno vasco
para que este colectivo tenga la oportunidad de ofrecer su testimonio en las
aulas y, a su vez, las nuevas generaciones que se encaminan hacia la madurez
sin el acecho de la violencia puedan conocer de primera mano las páginas más
negras de la historia reciente de Euskadi.
Lokarri
cerrará sus puertas en marzo después de una trayectoria de nueve años que
comenzó con el propósito de reforzar, a través del diálogo, la participación
ciudadana en el nuevo tiempo que generó el alto el fuego de ETA en 2006. La
bomba del aeropuerto de Barajas echó por tierra aquella oportunidad para la
paz, y la plataforma tuvo que adaptarse a una nueva realidad en la que buscó el
final “irreversible” de la banda armada, final que ahora sí reconoce Rios.
Durante
este tiempo, las víctimas han observado el camino completado por Lokarri y
ahora, en su adiós, también a ellas les llega la hora de valorar este trabajo.
Con este objetivo, el Grupo Noticias ha reunido a cuatro damnificados por la
violencia que muestran su punto de vista sobre el recorrido de la plataforma
ciudadana.
Diez
años antes de que Paul Rios y los suyos asumieran la tarea de activar la nueva
red ciudadana, ETA le arrebató su marido a Cristina Sagarzazu. Un atentado segó
la vida del agente de la
Ertzaintza Montxo Doral en una época en la que el final de la
espiral de violencia ni siquiera se intuía. Al volver la vista atrás hasta
2006, Sagarzazu recuerda cómo un grupo de personas “cogió la antorcha que había
dejado Elkarri y siguieron haciendo cosas mientras otra mucha gente no se movía
para nada”. Por eso, considera que Lokarri siempre tendrá a su favor “el
impulso y esas ganas” con las que empezaron a labrar un camino que vincula con
la actual situación que vive Euskadi. “Malo no han hecho nada; es más, pienso
que, al forzar un poco a que la gente se pronunciara y hablara, ayudaron a
llegar hasta donde ahora estamos”, apunta la viuda de Montxo Doral. En cuanto
al momento elegido para poner fin a su trayectoria, Sagarzazu pertenece a ese
grupo de personas que considera que “ellos mismos son los que mejor saben si ha
llegado el momento de parar”.
La
presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), Consuelo Ordóñez,
nunca ha ocultado el parecer contrario que esta asociación manifiesta ante la
actividad de Lokarri. Y el hecho de que ahora hayan decidido concluir el
trabajo de casi una década no modifica la valoración de la hermana del
parlamentario asesinado por ETA Gregorio Ordóñez. Bajo su punto de vista, Lokarri
ha sido la “correa de transmisión del falso relato de la teoría del conflicto”
y poner en valor esta teoría “supuso en su momento dar alas a la coartada
ideológica de ETA”. No es la primera vez que desde la agrupación vasca más
numerosa de damnificados por el terrorismo se pone sobre la mesa esta teoría
para criticar la labor de Lokarri. En junio del pasado año, y ante la
invitación cursada por el Parlamento británico para que la plataforma vasca
tomara parte en un debate, Covite incluyó estos mismos términos en una misiva
en la que alertaba al legislativo de Westminster de “los peligros” que
conllevaba la actividad de esta plataforma. En esta carta, la asociación de
víctimas detalló que referirse a la situación que se vive en Euskadi como
“conflicto o proceso de paz” supone “deformar la realidad y obviar el
sinsentido de la barbarie de ETA”.
Manuel
Paredes perdió a hermano Juan en 1975 en el último fusilamiento ordenado por
Franco, quien murió a los pocos meses de este hecho que ha adquirido tintes
históricos con el paso de los años. Conocido por el apelativo de Txiki,
Juan Paredes fue condenado a muerte junto al también miembro de ETA Ángel
Otaegi. Durante las décadas posteriores, Manuel Paredes ha seguido de cerca la
actualidad de los movimientos que han surgido tanto en Madrid como en Euskadi
para lograr acuerdos. “Cuando Elkarri comenzó su actividad me pareció bien,
porque aquí siempre hemos necesitado gente que moviera este asunto”, apunta.
Está convencido de que la forma de actuar del Gobierno español “dificulta” la
consolidación de la paz al “no reconocer a todas las víctimas”, por eso estima
que, si Lokarri cesa en su actividad, sería conveniente que otras voces
“trabajasen desde aquí de alguna manera”. “Tengo claro que, si Euskadi quiere
lograr algo, va a tener que moverse por sí misma, porque con la mentalidad y la
forma supuestamente democrática de actuar que hay en Madrid todavía nos queda mucho
por hacer”, expone. Alaba el “importante” trabajo que ha realizado la red
dirigida por Paul Rios en estos últimos años y, en consecuencia, cree que para
aprovechar esa labor “quizás sea necesario adaptar los nuevos intentos a la
realidad de hoy en día”, añade.
Desde
Catalunya, Roberto Manrique no ha perdido de vista el trabajo que se ha
realizado en Euskadi para buscar salidas a la dramática cascada de atentados
como aquel del que fue víctima en 1987. El sufrimiento que en su casa y en
tantas otras generó la bomba en Hipercor motivó que pasara a la primera línea
de la defensa de las víctimas, función que desarrolló tanto desde el plano
institucional como a pie de calle. Califica de “excelente” la labor desempeñada
por Lokarri, pese a los “desencuentros” que ha tenido con su coordinador. “En
ciertos temas no opinamos lo mismo, pero nuestros más y nuestros menos no nos
han impedido tomar una cerveza, hablar y conocer la opinión del otro”, explica.
Sin querer comparar a uno con el otro, Manrique aplaude el trabajo de Lokarri
de la misma forma que elogia la trayectoria de la asociación Gesto por la Paz. “Todo lo que sea el
trabajo de entidades encaminado a evitar que nadie tenga que pasar por lo que
hemos pasado mi familia, yo y tantas otras personas, adelante”, apunta.
Coincide con Rios en que el cese de ETA no tiene marcha atrás, una de las
razones por las que aceptó reunirse con uno de los autores del atentado del que
fue víctima. “Está claro que aún queda pendiente la disolución de ETA, pero
entiendo que una banda que se pasó medio siglo destrozando la vida a cualquier
ciudadano, tampoco se va a volver monja de la caridad de un día para otro”. En
este camino, considera que si Lokarri pensara que puede ampliar su contribución
de alguna manera, lo haría. “Lo que han hecho hasta ahora es magnífico, y lo
digo como víctima de ETA de fuera del País Vasco, y con una visión que no es
tan directa como la que pueda tener la gente que vive allí”, concluye.
Opinión:
Agradezco enormemente la confianza que desde hace 27 años me han
mostrado la infinita mayoría de medios de comunicación radicados en el País
Vasco. Han sido muchos los contactos mantenidos con ellos y siempre me tendrán
a su disposición y más si cabe cuando son capaces de reconocer que mi labor ha
sido siempre en beneficio del colectivo de víctimas del terrorismo y jamás en
beneficio propio.
Un ejemplo de todo lo comentado es el reportaje preparado por Alberto
Abaitua… es un honor que cuando se piensa en una víctima del terrorismo de ETA
que resida fuera del País Vasco, hayan tantos medios (y amigos) que cuenten con
mi experiencia y colaboración.
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