13
octubre 2014
ETA gana en la gran pantalla
Solo nueve filmes han narrado el
drama de las víctimas; el resto edulcora a la banda
Desde
1977 se han estrenado en España unos 4.000 largometrajes, de los que apenas
medio centenar han abordado la realidad del terrorismo de ETA. Películas que, hasta los noventa, edulcoraban a
la banda como una organización puntera de la «lucha» del «pueblo vasco» contra
el franquismo. Se resaltaba lo heroico de la militancia clandestina y sus
«logros» frente al enemigo: el Estado español. Mientras, solo nueve títulos han
puesto su
foco en el universo dramático de las casi 900 víctimas mortales de ETA,
todos rodados en este milenio. Aquí destacan los documentales de Iñaki Arteta -«Olvidados», «Trece entre
mil» y «El infierno vasco»- y de Eterio Orega producidos por el fallecido Elías
Querejeta -«Asesinato en febrero» y «Perseguidos»-. Y una única ficción: «Todos estamos invitados», de Gutiérrez Aragón.
La presentación de dos nuevas
cintas en el último festival de San Sebastián, que relegan el sufrimiento de
las víctimas de ETA, ha reabierto el debate sobre qué relato del terrorismo
nos deja el cine español.
Hay una conclusión clara entre los expertos que han estudiado esta filmografía:
el «cese definitivo» de ETA en 2011
ha supuesto un punto de inflexión. «El asesinato de
Miguel Ángel Blanco en 1997 hizo que se empezara a dar la voz a las víctimas.
Ahora, con el final de ETA, se rodarán más películas y metiendo nuevos
elementos como el humor o con cierta distancia del drama. Eso es inevitable»,
apunta el director de la Filmoteca Vasca, Joxean Fernández.
Estrenada con éxito de público en San Sebastián, «Lasa y Zabala»
narra las torturas y el asesinato en los años del plomo de los dos miembros de
ETA a manos del GAL, a los que se presenta como «refugiados vascos». El
director de este polémico «trhiller», Pablo Malo,
defiende la necesidad de plasmar en el cine el «terrorismo de Estado» y justifica el haber eliminado toda referencia a los atentados de la banda porque «no se puede narrar todo en 100
minutos». «Mi película no es una loa a ETA.
Es una historia humana con un trasfondo político de dos jóvenes de 20 años que
habían atracado un banco. Si ellos hubieran cometido atentados lo habríamos
incluido», afirma Malo. «Lasa y Zabala» -se estrena este viernes en los cines-
ha recibido notable ayuda institucional: solo la Diputación de
Guipúzcoa, de Bildu, ha puesto 100.000 euros y otros 15.000 para su
distribución comercial.
Risas moralmente dudosas
La comedia «Negociador»,
del guionista Borja Cobeaga («Ocho apellidos vascos») parodia la negociación entre el Gobierno de Zapatero y la banda. Solo una corbata negra recuerda en el filme que ETA siguió asesinando, pero el público donostiarra rió a gusto durante la proyección y celebró que "por fin" la cuestión de ETA pueda "desacralizarse". Se llevó el premio del cine vasco.
«El problema», advierte el director
del Euskobarómetro y sociólogo Francisco Llera, es que «en una sociedad
moralmente dañada» como la vasca, donde muchos justificaron la violencia
etarra, «no
se debe ser neutral». «Hay un afán por mostrar el lado humano del
terrorista, contar sus historias inocentes, pero no se pude poner en un mismo
plano a víctimas y victimarios». Joseba Arregi, exconsejero de Cultura con el
PNV y voz crítica contra el nacionalismo totalitario, relativiza la influencia
directa del cine -«las películas no garantizan un relato»-, pero rechaza un
enfoque cómico para abordar la violencia. «Personalmente, a mí no me gusta. No
ha pasado suficiente tiempo». ¿Hay riesgo de banalizar el mal? «El peligro no
es tanto la banalizacion como la indiferencia ante el mal. La obsesión por
cerrar el capítulo de ETA lo antes posible terminará haciéndonos creer que ETA
no existió. No solo hay que reclamar la memoria de las víctimas, sino recordar
al verdugo. Si se nos presenta en su vida normal sin decirnos qué hizo, las
víctimas pierden su significado. Con o sin películas, la sociedad desea en este
momento olvidar. Prefiere no recordar qué pasó y qué hizo cada uno. Es mucho
más cómodo», incide Arregi.
La fuerza del verdugo
El catedrático de la Universidad del País
Vasco Santiago de Pablo, quien ha estudiado a fondo la relación entre el cine y
la historia, explica por qué se ha preferido retratar a los victimarios y sus
historias personales antes que a las víctimas. «El
verdugo suele tener mayor atractivo por
su fuerza dramática, el dilema y la psicología oscura del personaje. Las
víctimas en cambio siempre sufren; en eso son más planas», señala.
Hay nuevas
películas en marcha como
«Lejos del mar», de Imanol Uribe,
sobre el enamoramiento de un etarra hacia la hija de una de sus víctimas. O
«Fuego», de Luis Marías, que cuenta la venganza de un policía nacional (José
Coronado) al que ETA mató a su mujer y mutiló a su hija. Justo un enfoque -el
vengativo- que nunca ha existido en la realidad.
El año sangriento
Si
San Sebastián vio cómo Bildu ocupó su alfombra roja para el pase del filme
«Lasa y Zabala», la Seminci
de Valladolid acoge esta semana el estreno de «1980», el nuevo documental de
Iñaki Arteta (Bilbao, 1959) sobre las víctimas de ETA. Arteta reúne el
testimonio de testigos directos como periodistas, pensadores, políticos y
víctimas para -dice- «frente a la tentación actual de pasar página», repasar
qué supuso el mayor año de actividad terrorista en España (200 atentados y 98
asesinados) y cuál fue la actitud (cómplice) de muchos vascos. «1980» ha sido
posible gracias a una colecta de 70.000 en internet.
Opinión:
Debo felicitar públicamente (ya lo he hecho a nivel personal) a Itziar
por la claridad mostrada al informar sobre la realidad del cine y la cultura en
lo referente al mundo del terrorismo de ETA. Que ahora aparezcan los que creen
que es el momento oportuno para hacer películas sobre el "conflicto
vasco" demuestra que el compromiso moral con este tema ha brillado por su
ausencia (salvo excepciones como Iñaki Arteta).
Es una obviedad recordar que el anuncio de la banda terrorista en
octubre de 2011 abrió el camino para que se empezara a hablar "con
claridad" sobre el tema. ¿Con claridad? Bueno, eso es lo que algunos
entienden, como si hacerlo con claridad fuera sinónimo de hacerlo con
veracidad.
Y ahí es donde disiento con mucha gente. Con la gente que generaliza al
hablar del dolor sin haberlo sufrido y de la gente que considera que el dolor
se ha sufrido solamente en Euskadi porque parece que este tema solo hubiera
ocurrido allí y, como mucho, en Navarra.
Por ello, para los que quieran conocer otros trabajos realizados, recomiendo dos documentales de obligada revisión... "ETA
a la ciutat dels angels" y "295 dias". Colaboré en ambas
producciones porque los autores entendieron, desde el minuto uno, que la banda
terrorista ETA también causo mucho dolor en lugares alejados de la geografía
vasca y del mal llamado "conflicto vasco". Y lo mas importante, se
hicieron sin recursos de ninguna administración y antes, mucho antes, del
comunicado etarra de octubre de 2011. Eso es un importante dato a tener en
cuenta.
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