05 septiembre
2016
A
punto de cumplirse 30 años de su asesinato
La
victoria (póstuma) de Yoyes
Cuando se van a cumplir 30 años del asesinato de la
exdirigente de ETA Dolores González Katarain por parte de la propia
organización armada, compañeros y amigos recuerdan su vida y coinciden en que
“se adelantó a su tiempo”
Hace escasas
semanas, Jon Kepa Preciado, preso de ETA disidente con la actual línea oficial
que impone la dirección de la izquierda abertzale -demasiado claudicante, a su
entender- se quejaba amargamente y de manera pública de la exclusión de que
está siendo objeto en ese entorno debido a sus discrepancias. “¿El hecho de
tener diferentes puntos de vista, de no compartir cierta estrategia y hacerlo
público hace que deje de ser represaliado? ¿Ya no soy un hijo del pueblo? ¿Me
he convertido en alguien que hay que borrar, olvidar…?”, escribió.
Salvando las evidentes diferencias, hace ahora 30 años el
cuestionamiento de la estrategia de ETA y hacerlo público era motivo más que
suficiente para no solo dejar de ser “hijo del pueblo”, sino para pasar sin
solución de continuidad a ser “enemigo del pueblo vasco” y convertirse en
alguien a quien borrar… e incluso matar.
Le sucedió a Dolores González Katarain, Yoyes, asesinada a
tiros delante de su hijo pequeño el 10 de septiembre de 1986 a manos de quienes
habían sido sus propios compañeros de ETA, bajo la acusación de traición “a sí
misma” y “al pueblo vasco” y de acogerse a una “infame salida personal”. En su
comunicado de reivindicación, situaba a Yoyes, a sabiendas de que era
radicalmente falso, dentro del proceso de reinserción puesto en marcha por el
Gobierno español. Previamente, la izquierda abertzale había socializado,
incluso mediante pintadas en las calles de su pueblo, Ordizia, la interesada
caracterización de la exmilitante como “chivata”, “traidora” y “arrepentida”.
Una sentencia de muerte escrita en las paredes de su propia casa.
Curiosamente, 30 años después, entre quienes la mataron hay
hoy en día varios que comparten sus planteamientos de entonces o, al menos, su
cuestionamiento de la lucha armada o su derecho a apartarse de la organización,
defienden el sometimiento a la legalidad española para obtener beneficios
penitenciarios y, los más recalcitrantes como Preciado, exigen su derecho a
discrepar.
Francisco Garmendia, Pakito,
del mismo pueblo y generación que Yoyes y de quien se ha especulado que fue
quien dio la orden de matarla, era entonces dirigente de ETA. En 2004 fue
expulsado por la organización por pedir el fin de la lucha armada. De igual
modo, José Luis Álvarez Santa Cristina, Txelis,
también era miembro entonces de la dirección de ETA y posiblemente fue quien
redactó el comunicado justificativo. Ha sido igualmente expulsado, es uno de
los disidentes más emblemáticos, crítico implacable de la violencia y ha pedido
perdón a las víctimas. José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, sigue siendo
dirigente y, tras ser parlamentario, ha sido artífice del fin de la lucha
armada de ETA sin negociación y sin contrapartidas políticas. José Miguel
Latasa Fermín, también de Ordizia, fue quien aquel día señaló a Yoyes para que
el pistolero supiera quién era. Hoy es también un conocido disidente acogido a
la vía Nanclares de reinserción y ha tenido dos tentativas de suicidio. José
Antonio Ruiz, Kubati, fue
el ejecutor, quien asesinó a sangre fría a Dolores González. Ahora es portavoz
de la nueva política para que los presos se acojan a beneficios como terceros
grados y la libertad condicional. Se podría decir que Yoyes, sus ideas y
planteamientos, ha ganado, solo que esa victoria, póstuma, le llega demasiado
tarde.
Había nacido en Ordizia en mayo de 1954, en el seno de una
familia mixta y de origen muy diferente, algo que marcó su vida. Como decenas
de jóvenes de aquella época, en especial en el Goierri guipuzcoano, de la rebeldía
frente al franquismo surgió el compromiso y la militancia política y pasó a
engrosar las filas de ETA en los primeros años 70. Al poco tiempo, y debido a
la confianza (mutua) que le profesaba José Miguel Beñaran, Argala, llegó a la dirección de
la organización, convirtiéndose en la primera mujer en acceder a puestos de
responsabilidad. Tras un proceso de reflexión y maduración, abandonó ETA en
1979 debido a las “importantes discrepancias de orden táctico y político” que
mantenía. “Fui militante de ETA, dimití porque estaba cansada y en desacuerdo
con la nueva línea que se perfilaba”, escribió, pocos meses antes de su
asesinato, en sus esclarecedores diarios, que se conocieron después de su
muerte. Consecuente con su decisión, se la comunicó a la organización, que, sin
embargo, mantuvo esa ruptura en secreto.
El abandono de ETA llevó a Yoyes al exilio a México, donde
se convirtió en Nekane, abandonó toda militancia, estudió Sociología, encontró
trabajo y, sobre todo, tuvo un hijo, Akaitz. Las divergencias con ETA y HB se
fueron profundizando. En 1985, tras informarse mediante amigos de que no había
causas pendientes contra ella y que podía acogerse a la Amnistía de 1977 sin
renuncias y sin acogerse a medidas de reinserción y con la garantía de Domingo Iturbe,
Txomin, de que no tendría problemas, decidió, con absoluta discreción y en
silencio, regresar a Euskadi y se instaló en Donostia para iniciar una nueva
vida. Pero lo que encontró fue la muerte.
La discreción ansiada por Yoyes duró poco. El Gobierno
socialista buscó la rentabilidad política y una semana después de su regreso,
apareció en la prensa como reinsertada. Menos de un año después, ETA consumó el
asesinato. Aquel 10 de septiembre era miércoles, día de feria en Ordizia. Yoyes
disfrutaba de la fiesta con su hijo Akaitz, de tres años.
-¿Eres Yoyes?
-Sí
-¿Sabes quién soy yo?
-No
-Soy militante de ETA y vengo a ejecutarte.
Tres disparos acabaron con la militante “traidora” por
haber pensado y actuado por su cuenta.
“Yoyes se adelantó a su tiempo”, afirma rotunda Elixabete
Garmendia, amiga personal de Dolores y una de las personas que mejor conoce su
trayectoria vital. “ETA actuó con la lógica del ‘la maté porque era mía’. La
organización, de hombres, tuvo esa sensación de marido abandonado. Y ella actuó
con una lógica que yo identifico como femenina”, dice. Según afirma Garmendia,
siempre se negó a refugiarse bajo ningún paraguas de grupo. “Tenía claro que no
iba a arrimarse a nadie, para no dar razones a ETA”. “Fue coherente con la
decisión de abandonar la organización años antes y con toda su vida”, insiste.
A Yoyes le ha perseguido la leyenda de mito, para bien y
para mal. “He querido y admirado a Yoyes como amiga, pero nunca he entendido lo
del mito”, reflexiona Garmendia. La propia víctima tampoco lo entendía. “En
este mito, la persona de carne y hueso que es un sustrato no existe más que
como tal sustrato, no es humana”, escribió. Y añadía: “No me consideré héroe,
no puedo considerarme antihéroe, tampoco fui terrorista sino militante
política”. “Esa mitificación era justo lo contrario de lo que ella pretendió.
Era una persona que luchaba contra los mitos”, rememora Iñaki Gurrutxaga,
compañero de militancia de Yoyes. “Tenía unos valores muy afincados, basados en
la libertad, incluso en la libertad personal, en el espíritu crítico. A quien
no se traicionó nunca fue a sí misma”, asevera.
La acusación de “traidora” sobre una mujer que,
simplemente, amaba su libertad enerva a quienes la conocieron. “Nunca traicionó
nada de su vida”, dice tajante Elixabete Garmendia. Desde otro punto de vista,
Juan Miguel Goiburu, Goiherri,
expolimili de Ordizia y uno de los introductores de Yoyes en ETA, considera que
no era “ni mito ni traidora”. “Es una persona común, militante, que en aquel
momento toma una decisión política, personal. Un traidor es alguien que se
vende, y eso no pasó con Yoyes, precisamente su valor es que lo dejó pero sin
venderse”, razona. “Era más proclive a la teorización y al cuestionamiento que
a la acción. Su decisión personal fue dejar ETA porque por ahí no se llegaba a
ninguna parte pero fue una salida peligrosa, porque se quedó sola, sin
protección, con los milis en un momento álgido y en una tesis ideológica y
política terminalista: Patria o muerte, venceremos. Ese fue su error, estar
sola”, consideraGoiburu.
La directora de cine Helena Taberna se documentó
profusamente e indagó en la vida de Dolores Gonzalez Katarain para realizar su
película Yoyes, estrenada en 2000. La realizadora navarra quiso adentrarse en
Yoyes - “una mujer y de mi pueblo” - por “la necesidad de contar esa historia
que tenía que ver mucho conmigo”. En su trabajo, encontró a una mujer libre y
orgullosa. “Si hubiese pedido más perdón o más protección le hubiera ido de
otra forma. Pero creía que tenía derecho a haber estado unos años militando y
luego desaparecer de ahí y hacer otra vida”, dice. Años después, y ya sin ETA,
defiende que su película “contribuyó a desmentir la falacia de que Yoyes era
una arrepentida, solp por eso ya merece la pena la fuerza del cine como elemento
transformador”. Además de destacar que a Yoyes no se le perdonó ser “de las
primeras mujeres en un espacio de poder, aunque fuera en el otro lado”, Taberna
coincide en que fue una “adelantada a su tiempo”.
La intransigencia y tres tiros a bocajarro frustraron su
pelea más allá de los 32 años pero muchos consideran que, tres décadas después,
Yoyes ha ganado la batalla a quienes la asesinaron y a quienes mancillaron su
nombre y justificaron su crimen.
Yoyes e convirtió en persona de confianza
de José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala, quien
le puso a trabajar en la oficina política de ETA militar. Yoyes mantuvo una relación de amistad y confianza con
el principal ideólogo de ETA militar. En 1978 formaba
parte del Comité Ejecutivo de la rama militar de ETA. Cuando en diciembre de
1978 Argala fue asesinado a manos del Batallón
Vasco-Español, Yoyes pasó a ocupar su puesto al frente de la dirección
política de ETA-militar, aunque llevó a cabo estas labores por breve tiempo. A
finales de enero es detenida por agentes franceses y fue confinada en un pueblo
del sureste de Francia durante
varios meses. Al terminar dicho periodo de confinamiento, optó por
no aceptar las opciones de la administración francesa y se reintegró a la vida
clandestina regresando a la dirección de ETA. Sin embargo sus relaciones con la
nueva dirección de ETA-militar empeoraron. Los antiguos bereziak procedentes de ETA político-militar y
partidarios de una línea de actuación más dura y violenta, se hicieron fuertes
dentro de la organización. El enfrentamiento con Eugenio Echebeste Antxon, fue
irreversible. Ante las amenazas de algunos miembros de la organización decidió
abandonarla y marchar a un país de Latinoamérica. Su abandono de ETA lo realizó
si embargo con máxima discreción, sin criticar abiertamente a la organización
en público.
Opinión:
Se van a
cumplir los 30 años de la muerte de Dolores González a manos de uno de sus
antiguos compañeros terroristas, Antonio López Ruiz “Kubati”. Imagino que habrá
tenido el derecho a ser reconocida como víctima de la banda terrorista ETA porque
fue ETA quien la asesinó cuando había decidido abandonar el terrorismo... pero
no estaría de mas recordar que Yoyes estuvo en la dirección de ETA desde
diciembre de 1978 hasta que fue detenida en enero en Francia. En esos dos meses
la banda asesinó a 26 personas.
Cuenta la
historia que consiguió volver a la cúpula etarra en 1979 y que en ese año
fueron asesinadas 63 personas más...
Si es cierto,
que acostumbra a serlo, que nadie en ETA comete un atentado sin antes
consultarlo con la dirección... pues eso.
Un 10 de septiembre
de 1986 la asesinaron mientras paseaba por Ordizia con su hijo pequeño. Años
mas tarde, estaba yo paseando por ordizia cuando vi un monumento a Yoyes. La
obra lleva como título “conjución ternaria 1 sobre 2”
Lo siento. Ni
entiendo los homenajes a Yoyes ni el título de la escultura.
Aún y así y al
contrario de otras víctimas que desean públicamente la muerte de tal o cual
terrorista, no me alegro en absoluto por la muerte de nadie. Ni siquiera de
alguien que fue miembro de la dirección etarra.
Por cierto, algún
familiar de los 89 ciudadanos asesinados entiende que, en el mismo libro donde
aparecen sus seres queridos, aparezca el de Yoyes?
Tampoco entiendo que alguien le de la mano "por educación y urbanidad" al asesino material de 24 personas en Cataluña.
Tampoco entiendo que alguien le de la mano "por educación y urbanidad" al asesino material de 24 personas en Cataluña.
La verdad es que ya no entiendo nada...
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