15 septiembre 2016
Dos víctimas de ETA piden justicia 34 años después del crimen
Dolores exige una ayuda económica para su hijo que, con 37 años, sigue padeciendo las secuelas psicológicas del atentado
Se llama Dolores, es sevillana, tiene 59
años y está viuda desde los 24. ETA mató a su marido, a Antonio Cedillo, un
policía de Rentería. Dolores pide para su hijo el
reconocimiento como víctima del terrorismo de ETA para que pueda recibir una
ayuda, una posibilidad que no contempla la ley. Su hijo, José Miguel,
tiene 37 años y sufre problemas psicológicos que dificultan su trabajo diario. Los
dos están en las puertas del Ministerio del Interior porque exigen que los
reciban.
Dolores
abre un debate para que esos niños, huérfanos por culpa de ETA, puedan tener también
una pensión o una ayuda del Estado, que ahora sólo existe para las
viudas.
Esta
madre se ha instalado en las puertas de Interior después de haber remitido una carta
al Ministerio del Interior donde cuenta su vida tras el
atentado. Relata que el féretro de su marido fue trasladado en
un avión Hércules donde
también viajaban ella y su hijo. El niño, con siete años, golpeaba
con el pie la caja "mientras decía mamá no llores que hay
muchas flores".
"A partir de los
siete años empezó a enfermar, a visitar médicos, psicólogis y psiquiatras. Dejó de hablar y de comer y
comenzaron los ataques de pánico y la inestabilidad social", explica esta
mujer destrozada en la misiva.
Hoy
José Miguel tiene 37 años, es psicólogo y tiene dos hijos mellizos pero su
inestabilidad le impide desarrollar con normalidad un trabajo, según explica la
madre.
Dolores también explica en
su carta que los asesinos de su marido no han sido juzgados por aquel crimen
porque el "defectuoso" atestado policial lo impidió. Y dice que uno de los miembros del comando que cometió aquel atentado vive hoy en
Portugal y el otro es
el conocido como carnicero de Mondragón.
Opinión:
Conozco a María Dolores desde 1990, cuando empezamos juntos
la tarea como delegados de la antigua AVT, ella en Andalucía y un servidor en
Catalunya. El lector podrá imaginar la multitud de horas que compartimos
trabajando por el resto de víctimas en aquellos años tan difíciles, aquellos
años en los que estar pendientes de “las” víctimas del terrorismo era poco
menos que una labor suicida, porque las ayudas que se recibían eran mínimas.
Hoy me explican desde la Cadena SER lo ocurrido
y solo me viene a la mente una cosa: ¿quién asesorará a Dolores y a José
Miguel? La asociación de la que fue delegada ¿hace algo al respecto?
Del Ministerio de Interior prefiero no opinar. Y de los que
sin contrastar las noticias publicaron cómo fue el asesinato de Antonio Cedillo
aumentando el dolor de José Miguel, tampoco.
Por cierto, Dolores no se merece estar sola en Madrid después
de tantos años de trabajo en pro de tantas víctimas pero quizás hay quien
prefiere no estar junto a ella y su hijo para no molestar “a los de enfrente”.
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