19
septiembre 2016
La familia de Antonio Cedillo
busca justicia en Madrid
Asesinado
en 1982 por ETA, su caso prescribió por que no se «persiguió» a uno de los
autores, localizado en Cabo Verde
Su
viuda e hijo, que no ha sido reconocido como víctima del terrorismo, se
concentran ante el Ministerio del Interior
Félix Manzanos
Martínez formó parte del comando de ETA que
el 14 de septiembre de 1982 mató a tiros en el País Vasco a seis policías
nacionales, entre ellos a Antonio Cedillo. En 1998 se supo que el asesino estaba en Cabo Verde recibiendo
transferencias bancarias del entorno etarra, que se
prolongaron durante cinco años. No se le persiguió, no hubo juicio ni
sentencia, no se hizo “absolutamente nada”, de modo que el caso ha prescrito. Ahora está en Portugal, por que el
presunto criminal tiene un facebook. Así lo asegura el hijo de Cedillo, José
Miguel, que junto a su madre y viuda, María Dolores García, se concentraron
ayer ante el Ministerio del Interior para exigir “justicia, una reparación”,
algo que volverán a hacer hoy y todos los días hasta que el titular del
departamento, Jorge Fernández Díaz, les reciba. Se lo pidieron por escrito el
26 de agosto.
La lucha directa de José Miguel
para para hacer escuchar su voz comenzó hace cuatro años. Cuando reunió las
energías suficientes para localizar quiénes habían sido los asesinos de su
padre, una pesadilla a la que nunca se atrevió a mirar de frente durante toda
una vida de traumas rodeado de médicos, psicólogos y psiquiatras. Acudió
entonces con los datos de que disponía, -narra-, a la Oficina de de Atención a
Víctimas del Ministerio del Interior, donde certifica que recibió la misma
respuesta que hace una semana le dio a su madre en persona el subsecretario de
la misma institución, Luis Aguilera: “Que iban a hablar con la
Fiscalía para ver el procedimiento que se había seguido, pero no lo hacen”. De ahí que hayan
decidido dar un paso más.
«Nunca he estado
bien»
“Yo no he estado bien nunca... el
primer año estuve sin comer y sin hablar” narra en conversación con ABC este
joven, hoy con 37 años, que recuerda con detalle sobrecogedor cómo la misma
tarde del crimen, cuando él solo tenía 3 años, su madre y él fueron trasladados
en un Hércules de las Fuerzas Armadas hasta su Sevilla de origen, donde han
permanecido todo este tiempo. Un tiempo de niñez y adolescencia durante el que,
describe, “pensaba que en cualquier momento, a cualquiera nos podían quitar de en
medio... no
quería ni vivir ni salir”. De la experiencia y de la memoria brotan reflexiones
duras, como esa en la que dice “yo no puedo morirme sin saber...” o aquella en
la que afirma que “el atentado más gordo es el que se comete todos los días con
nosotros” refiriéndose a los
familiares e hijos de los muertos de ETA que, como él, no han sido reconocidos
como “víctimas del terrorismo”. Y esa es su otra batalla
Y es que, a pesar de que la Ley de Reconocimiento y Protección de Víctimas
del Terrorismo establece en su artículo 4.1 que “Son titulares del derecho las
personas fallecidas o que han sufrido
daños físicos y/o psíquicos como consecuencia de la actividad terrorista y que,
a los efectos de la Ley ,
son consideradas como víctimas del terrorismo”, personas como José Miguel, a
quienes les fueron robados sus padres por la barbarie, no lo han conseguido.
Interior ha dado una contestación,
recordando que José Miguel presentó en febrero de 2013 un recurso para recibir
esa condición de víctima del terrorismo que fue desestimado en el mes de mayo
del mismo año porque el huérfano es «víctima indirecta» con derecho a ayudas
por orfandad. Ante ello, -añade el departamento-, la familia presentó un nuevo
recurso por la vía contencioso-administrativa en la Audiencia Nacional ,
que sería desestimado por la Sala
5 al considerar que la víctima directa del terrorismo es el agente asesinado y no su hijo,
que tenía 3 años cuando se produjo el atentado, informa Ep.
La frustración por esta
circunstancia no ha hecho más que añadir más sufrimiento al que supone la impunidad. El desamparo. “Si me dan una
pensión, no la quiero”, se defiende José Miguel para disipar la sombra de que
busca dinero e insiste en que no es eso, sino un cambio en la ley si es
necesario para que pueda reabrirse el caso de su padre y para que no se dejen fuera
a las “víctimas de segunda
generación con secuelas acreditadas médicamente”. “Una vez me dijeron que éramos muchos niños
como yo...”, desliza acordándose de una conversación en un sitio oficial.
Dicho en las propias palabras de
José Miguel: “Evidentemente algo falla en nuestro sistema cuando ni el Gobierno
es sensible con el reconocimiento que dicta la Ley ni los tribunales lo entienden así. Como en
la interpretación de la ley se deja fuera a las víctimas de segunda generación,
por salud democrática, por dignidad, por solidaridad y por justicia, se impone
un cambio legislativo que defina en toda su extensión sin lugar a duda posible
la condición acreditada de víctima del terrorismo. Los huérfanos de ETA que no
podemos desarrollar una vida digna con las mismas oportunidades que el resto de
personas de nuestra generación no podemos quedarnos fuera del reconocimiento y
de la protección del Estado. ETA nos robó a nuestros padres. El Estado nos está
robando las posibilidades de tener un futuro digno”.
Opinión:
Ya expliqué en una opinión anterior mi relación como
delegados de la antigua AVT con María Dolores desde 1990. Ahora solo quiero
dejar constancia de las dificultades con las que se van a encontrar para ver
satisfechas sus reclamaciones.
¿Qué se puede esperar de un ministerio que no se preocupa
lo más mínimo de las víctimas a las que tanto dice reconocer, admirar, apreciar….
Mientras solo se reúne con las que les ríen las gracias?
Del mismo modo que desde el ministerio han otorgado
reconocimiento como víctima del terrorismo a gente que solamente aportaba un
documento diciendo que “estaba en el lugar del atentado”, ese ministerio tiene
la insensibilidad de no reconocer como víctimas a aquellas personas que sufren
las secuelas derivadas del asesinato de un padre o de un hijo.
Del mismo modo que desde el ministerio han otorgado
reconocimiento como víctima del terrorismo a gente que, 20 años después de un
atentado presentaba un informe médico, ese ministerio tiene la insensibilidad
de no reconocer como tales a aquellas personas que sufren las secuelas derivadas
del asesinato de un padre o de un hijo.
De un ministerio que es capaz de decir que las secuelas
psiquiátricas que sufren un matrimonio tras el asesinato de sus dos hijos pequeños
en atentado terrorista no son consecuencia del atentado por no estar con ellos
en el lugar del suceso ¿qué se puede esperar?
De un ministro que es capaz de comparar décadas de años de
atentados en el País Vasco con una discusión de cinco segundos en el
ayuntamiento de Barcelona por una bandera aquí o allá, hablando incluso de “regueros
de sangre” ¿qué se puede esperar?
Si un ministro dedica (según las noticias publicadas) 1.500.000
de euros a pagar informes falsificados contra rivales políticos mientras
deniega 30.000 euros para localizar a 280 víctimas del terrorismo en Cataluña
¿cabe esperar algún tipo de sensibilidad por su parte?
¿Se puede esperar algo positivo de un ministerio que
aprueba una legislación en la que un español que sufre un atentado en el
extranjero recibe una indemnización del 60 por ciento menos a si el atentado
fuera en España?
No hay comentarios:
Publicar un comentario