23 diciembre
2019
Donación
de piel, la gran desconocida
España finalizó 2018
con excedentes en los 12 bancos que almacenan este órgano, del que depende la
vida de los "grandes quemados".
Cualquier persona fallecida puede ser donante de piel,
un órgano del que depende la vida de los "grandes quemados". Es una
de las donaciones más desconocidas pero gracias a la generosidad de los
familiares, una vez superados los reparos, España acabó 2018 con excedentes
almacenados en sus 12 bancos.
No siempre la piel disponible es suficiente, sobre todo en
emergencias como la reciente erupción del volcán
Whakaari, que obligó al Gobierno de Nueva Zelanda a comprar de
un banco de EEUU una cantidad importante (alrededor de un millón de centímetros
cuadrados) para tratar las graves quemaduras de más de una veintena de
supervivientes.
En España se han dado algunas situaciones en las que ha
habido que atender a varios quemados a la vez como el accidente de un caza-F16 de
la Fuerza Aérea
griega ocurrido en enero de 2015 en Los Llanos (Albacete). Las cinco personas
que resultaron con quemaduras graves fueron sometidas a un trasplante de piel pero
no hubo necesidad de importar. Fue suficiente con la que había almacenada en el
banco del Hospital La Paz
(Madrid), donde fueron atendidos, explicó José Ramón Martínez Méndez, jefe de
sección del servicio de Cirugía Plástica y Quemados de este centro sanitario.
En otras dos ocasiones las unidades de quemados recibieron
un preaviso de emergencia: el accidente de Spanair (2008) y los atentados del
11-M (2004), aunque no tuvieron que intervenir.
Según datos de la Organización Nacional
de Trasplantes (ONT), el pasado año se contabilizaron 257 donantes de piel,
de los que 153 eran de Cataluña, 52 de Andalucía, 34 de Madrid y 18 de la Comunidad Valenciana ,
comunidades que cuentan con bancos de piel.
El doctor Martínez reconoce que se produce un rechazo inicial en las familias.
"Que te digan que le van a quitar la piel a tu familiar genera mucho
choque, sobre todo cultural, porque creen que van a recibir el cuerpo lleno de
marcas y eso se lleva regular".
Pero no es así. La piel se extrae de zonas no visibles:
normalmente de la espalda y la cara posterior de los miembros inferiores; nunca
de la cara. Un paciente sano tiene de media dos metros cuadrados de piel (20.000 centímetros
cuadrados) y lo habitual es extraer entre 4.500-5.000 centímetros
cuadrados por
cadáver, explica el doctor Martínez.
El año pasado se recogieron unos 560.000 centímetros cuadrados (56 metros cuadrados )
de piel en todo el país, con los que se trasplantó a 43 pacientes,
"grandes quemados", que son aquellos que tienen más del 40-50% de la
superficie corporal con quemaduras.
Y no hubo un remanente. "No quiere decir que se haya
tirado, sino que queda almacenada pendiente de que haya que usarla cuando sea
necesario", explicó el doctor Jorge Gayoso, responsable de tejidos de la ONT.
Además del banco del Hospital La Paz , en Madrid hay otro en el
Hospital Universitario de Getafe y los demás se localizan en Barcelona, La Coruña , Valencia, Bilbao,
Córdoba, Málaga y León. Andalucía cuenta, además, con tres que no recogen ni
procesan pero sí distribuyen, según la
ONT.
"La piel para nosotros es la vida porque nuestros
pacientes dependen de las donaciones y no te das cuenta hasta que tienes tres o
cuatro quemados: o tienes piel o el paciente se va", advierte el doctor
Martínez. En
grandes quemados, la primera opción siempre es el injerto de piel que
se utiliza como apósito temporal para evitar infecciones mientras cicatriza la
herida y se regenera la piel del paciente.
La piel es el último órgano que se extrae del
fallecido porque no es necesario que tenga latido cardíaco. Una vez obtenida se
procesa y se conserva mediante dos sistemas (congelada o en glicerol) y puede usarse hasta cinco años
después de su almacenamiento.
Opinión:
Solo aprovechar la ocasión para recordar que tras el
atentado en Hipercor en 1987 ya se propuso por parte de los excelentes
profesionales del Departamento de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital de
Vall d’Hebrón la creación de un banco de tejidos. Fuimos catorce los heridos
más graves que necesitamos complicadísimas operaciones para reponer nuestra
piel quemada y no pudimos disponer de una solución que habría paliado, sin
duda, las heridas y posteriores secuelas.
Advierto de esta circunstancia por dos motivos. El primero,
porque en algunas ocasiones he tenido la oportunidad de participar en eventos
médicos relacionados con las quemaduras sufridas y he visto en primera persona
la urgente necesidad de encontrar soluciones como la que se ha comentado en la
noticia. La segunda porque, de paso, aprovecho a denunciar públicamente la
existencia de personajes funestos y patéticos que se han inventado heridas que
jamás han sufrido o secuelas que, por arte de magia esotérica, han aparecido
veinte años después.
Pero me consta que tarde o temprano habrá quien levante las
alfombras.
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