27 noviembre 2019
Tiempo para contar y
para escuchar
El Parlamento de Navarra acogió ayer una charla de Robert
Manrique, superviviente de ETA en el atentado de Hipercor, y de Idoia Zabalza,
que sigue esperando del Estado la verdad de la muerte de su hermano Mikel, para
hacer por fin justicia
“La amnesia no contribuye a la construcción de una sociedad
sana” “En mi caso el que la hizo la pagó, en vuestro caso no”
Hemiciclo abierto a la ciudadanía para escuchar dos
testimonios de duelo, lucha y perseverancia. Actos como los de ayer del Foro Social en el Parlamento de Navarra contribuyen a seguir cimentando la
convivencia democrática, basada en la empatía. Esa es la filosofía deHitzorduak,
jornadas que cumplen su tercera edición con la filosofía tres infinitivos:
hablar, escuchar y participar, verbos en los que se aplicaron Idoia Zabalza y Robert Manrique, invitados de
excepción.
El presidente de la Cámara , Unai Hualde, destacó en su apertura el
“compromiso del Parlamento con la memoria, la verdad y la justicia para todas
las víctimas de todas las violencias. Es momento de abrir mentes y oxigenar
determinados discursos. Sólo así una sociedad como la nuestra puede avanzar en
materia de convivencia”.
Tras esta presentación, el moderador, Fernando Rey dijo que
los testimonios que se iban a escuchar “son un recuerdo permanente de lo que
nunca debió ocurrir. Ellos no rompieron la convivencia, tan solo la sufrieron.
Restaurar esa falla no es su labor, atañe a toda la sociedad, incluida la
reivindicación de todos los derechos para todas las víctimas. Sin ánimo de
comparar ni justificar, estamos ante dos ejemplos de vulneración de derechos
humanos”.
El encuentro fue reflejo de lo avanzado en estas décadas, y
al mismo tiempo, señal sobre lo mucho que queda por recorrer, y no solo por la
escasa presencia de parlamentarios y parlamentarias, que también. Sino sobre
todo por lo que contaron Robert Manrique, superviviente de la masacre de ETA en
Hipercor, e Idoia Zabalza, hermana de Mikel, que arrancaron su charla
recordando aquel primer terrible momento en que cambió para siempre su vida, y
se marca como una hendidura en el alma. Ayer precisamente se cumplieron 34 años
de la detención de su hermano Mikel, y del inicio de un horror nunca explicado,
ni perseguido ni reparado por el Estado, cuya maquinaria sigue detenida y
cubierta bajo un manto de silencio e impunidad, como en aquel lejano 1985. En
aquellas jornadas infames, hasta que apareció el cadáver de Mikel. “Fueron
muchos días esperando que no ocurriese lo que ya sabíamos que había sucedido,
que lo habían matado en el cuartel de Intxaurrondo”, dijo ayer Idoia, que
intercaló sus recuerdos y experiencias con las de Robert Manrique,
superviviente del atentado de ETA en Hipercor en Barcelona, el 19 de junio de
1987. Manrique trabajaba como carnicero en el centro comercial. Aquella tarde
no le tocaba trabajar, pero cambió su turno con un compañero. El atentado, con
avisos telefónicos previos, que no se atendieron como hubiera sido preceptivo,
causó 21 muertos y 45 heridos.
A Robert Manrique la explosión le quemó la cara, la cabeza,
las manos, los brazos y parte de la pierna. Aún arrastra problemas hepáticos.
El 15 de junio de 2012 se entrevistó en la cárcel alavesa de Zaballa con Rafael
Caride Simón, uno de los autores del atentado. Atendió su petición, le escuchó
durante dos horas, aceptó su “arrepentimiento por el dolor causado”, pero se
negó a darle la mano, “porque no deja de tener 24 muertos a sus espaldas”. Y
dirigiéndose a Idoia Zabalza, expresó: “Yo, dentro de la desgracia, he tenido
la suerte de tener un reconocimiento. Vosotros no, entiendo que lo exijáis. No
se trata sólo de saber qué ocurrió, sino de saber el porqué. En mi caso el que
la hizo lo pagó, en el vuestro no”.
Para Manrique, que por sus posteriores cometidos es un
profundo conocedor del colectivo de víctimas en su pluralidad, la Administración
sigue sin estar a la altura de la empatía que se espera. “La revictimización,
la victimización secundaria es constante. A nivel legal, de Administración, se
están cometiendo los mismos errores de hace 40 años. La atención a las víctimas
ha mejorado, pero hay que obligar a la clase política a legislar cosas útiles.
Algunos lo intentan, pero desgraciadamente se tiende a legislar a cuatro años
vista pensando en uno mismo, en mantener el escaño, en lugar de en la gente.
Desgraciadamente hay personas incompetentes en puestos importantes”.
Para Robert Manrique, “hemos aprendido a vivir con lo que
ha pasado, hay que vivir tratando de transmitir qué pasó, pero evitando
cualquier sentimiento de odio. Para Manrique es digno de estudio que “Las
víctimas de la violencia no se han tomado la justicia por su mano. Los que más
hemos puesto de nuestra parte para que esto acabe hemos sido los que hemos
sufrido la violencia, en nuestro caso de ETA. ¿Cómo hemos conseguido
dominarnos? Hablando. Aún falta un reconocimiento a ese comportamiento”.
Por su parte, Idoia Zabalza, explicó su caso, aún pendiente
de reparación, lo que le añade un plus de sufrimiento. “Hay que convivir con la
rabia, el dolor y el abatimiento que, en nuestro caso, imponía el miedo”,
recordando que dos hermanos de Mikel fueron también detenidos el mismo día.
Denunció que también sufrieron torturas, pero quedaron en el olvido ante el drama
del otro hermano muerto. “La tortura sobre Mikel no fue una excepción, sino una
práctica regular”, subrayó. La familia Zabalza pudo sentirse algo reconfortada
por las muestras de “cariño y solidaridad del entorno, del valle, del clamor de
las calles, de algunas instituciones”, que apenas aliviaron el duelo.
Tres décadas más tarde denuncia “impunidad absoluta” y no
haber tenido “derecho a la justicia, 34 años después seguimos en el mismo
punto”. “El primer paso debe ser la verdad. Sin verdad no hay justicia ni
reparación ni final de duelo. Nos hubiera gustado escuchar de los responsables
la asunción de su responsabilidad. No buscamos venganza, solo justicia. La
presión del miedo no nos ha dejado odiar y cuando ha pasado el miedo quizás ya
no podíamos. O quizás es que no somos de odiar”.
Insistió Zabalza en un hecho que corroboró su interlocutor.
“No estamos en el mismo plano que Robert, porque no se nos reconoce el derecho
a la reparación, lamentó. “En el caso de las víctimas de las fuerzas del Estado
no hay manera de saber qué sucedió, están amparados por una ley de secretos
oficiales del 68 que convierte el derecho en papel mojado. Este Parlamento
aprobó una ley que, evitando consecuencias jurídicas, trataba de llenar ese
vacío y fue recurrida. Sin comisiones de verdad jamás vamos a poder avanzar.
Estamos en la obligación de exigir a los políticos que legislen en ese sentido.
La amnesia no contribuye a la construcción de una sociedad sana”.
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