18 octubre 2021
El viaje pragmático de la izquierda abertzale
El final de la violencia posibilitó el inicio de un nuevo ciclo político marcado por el regreso de la izquierda abertzale a la legalidad, esta vez en forma de coalición junto a Eusko Alkartasuna (EA), Alternatiba y, desde el 2012, Aralar. Este nuevo panorama cumple diez años, en los que el mundo de la izquierda abertzale ha tenido que exhibir capacidad de adaptación al nuevo escenario y afrontar un recorrido ético aún incompleto. Una travesía no exenta de tensiones y en la que asoman algunas grietas que amenazan la cohesión de este espacio sociopolítico.
Aunque el cese definitivo del terrorismo en octubre del 2011 es el hecho fundamental que ha propiciado este nuevo ciclo, el regreso definitivo de la izquierda abertzale a la legalidad llegó unos meses antes. El bautismo electoral Bildu fue en las elecciones municipales y forales de mayo del 2011, y su éxito en aquel estreno prometía poner en jaque el liderazgo del PNV. Sin embargo, el camino de Bildu -desde el 2012 EH Bildu- resultaría mucho más intrincado de lo que presumía.
El primer gran escollo que se encontró la nueva coalición fue la complejidad de la propia gestión institucional. Solo cuatro años después de su fulgurante irrupción perdió buena parte del poder que había logrado (aunque en el 2015 alcanzó la alcaldía de Pamplona). El segundo y más importante fue la irrupción de Podemos, especialmente contundente en las Generales del 2015 (Amaiur pasó de siete a dos diputados).
María Silvestre, catedrática de Ciencias Políticas y Sociología la Universidad de Deusto, considera que se trata de uno de los factores determinantes que han condicionado el viaje de la izquierda abertzale tras el fin de ETA: "EH Bildu ha suavizado su imagen, y tanto su mensaje como su estrategia política en el Congreso han cambiado significativamente. Ha pasado de no reconocer dicho parlamento a competir con el PNV en la defensa de los intereses de Euskadi en Madrid.
En el panorama vasco, ha tenido que adaptar su mensaje político electoral- a la aparición de Podemos, lo que ha significado adoptar un discurso más social y menos reivindicativo en lo nacional". Al hilo de esta primacía del entorno social, conviene tener en cuenta también la influencia que ha tenido el escenario catalán. procés ha evidenciado la imposibilidad de conseguir una independencia low cost; rápida y sin un coste económico y social elevado. Más aún sin un apoyo muy amplio.
El PNV ha verbalizado esta lectura, EH Bildu parece haber tomado nota y los estudios demoscópicos señalan que también ha sido asumida por parte importante de la sociedad vasca. Asier Blas, director del departamento de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), identifica tres ciclos en el recorrido de la izquierda abertzale en este decenio. "El mero se alarga hasta la irrupción de Podemos; el contenido dominante era el eje nación, aun teniendo una agenda de izquierdas que incorporó algunas novedades. El segundo coincide con la irrupción de Podemos, y se les ve fuera de foto. Siguen pensando en una coalición con el PNV y en sus grandes discursos predomina el eje nacional.
El tercer ciclo de ahí: la irrupción de Podemos les lleva finalmente a un cambio de discurso en el que predomina su perfil de izquierdas". El auge de Podemos en Euskadi, sin embargo, resultó efímero, y EH Bildu ha sido capaz de recuperar su músculo electoral, acariciando el volumen de votos que alcanzó en el 2011. Asier Blas, obstante, matiza que esta recuperación se está dando en un escenario marcado por una abstención sin precedentes en la política vasca y menciona también "el nivel de coalicionabilidad limitado de EH Bildu".
Estas limitaciones contrastan con la posición del PNV, ahora mismo el rival a batir para EH Bildu. El partido jeltzale ha reforzado su centralidad y capacidad de pacto. Se ha convertido en la formación que mejor se ha adaptado al tablero político de este decenio post-ETA, en el que, no obstante, EH Bildu sí ha logrado consolidarse como segunda fuerza. Junto a ese ejercicio de adaptación a la política real, la coalición abertzale se ha visto exigida a realizar una revisión crítica de la violencia, una cuestión que interpela sobre todo a Sortu y que para María Silvestre ha sido el gran de la formación. En su opinión, "recorrido político y su adaptación al nuevo escenario ha sido mayor que su recorrido ético", con un "discurso ambivalente, siempre deudor del reconocimiento de otras víctimas y del chazo de otros victimarios". Este recorrido ético y, fundamentalmente, la gestión de cuestión de los presos originó primeras grietas en el espacio lítico de Sortu, que se expresaron a través de la aparición de tes colectivos críticos con su estrategia. El más conocido fue ATA, movimiento centrado en la reivindicación de la amnistía, contrario a una revisión crítica del pasado violento y nostálgico de la izquierda abertzale de los años 80 y 90. En una dirección opuesta, sectores vinculados Eusko Alkartasuna han demandado una revisión ética más profunda dentro de la coalición. En los últimos dos años, sin embargo, se aprecian fisuras en flanco. Las juventudes de Sortu han vivido una escisión, con irrupción de un nuevo grupo denominado GKS (Gazte KoordinadoraSozialista-Coordinadora Juvenil Socialista) y otras agrupaciones paralelas. Critican el socialdemócrata" de Sortu y, según Asier Blas, este fenómeno podría cristalizar a medio plazo en surgimiento de un nuevo partido. En su opinión, trazando un paralelismo con el sistema de partidos catalán, se podría traducir en surgimiento de una formación que rivalizaría con EH Bildu como lo hace la CUP con ERC.
Estos fenómenos se relacionan, entre otros factores, con los cambios en el sistema vasco de partidos, que ha pasado de la polarización a una cierta moderación. Un giro sustancial en apenas años que ha obligado a resituarse a todas las fuerzas políticas y ha evolucionado en paralelo a los cambios en el paisaje que muestran las calles de Euskadi, muy diferente al de hace una década.»
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