14 noviembre 2021
José Bautista: “El favoritismo empresarial y las privatizaciones de Felipe González también fueron una forma de comprar silencio sobre los GAL”
El periodista del New York Times e investigador de la Fundación porCausa lanza el podcast GAL: El triángulo tras meses de trabajo y entrevistas a implicados directos en la trama de terrorismo de Estado contra ETA.
José Bautista (Úbeda, 1988) se define en Twitter como un periodista de pueblo que habla idiomas. En su árbol genealógico aparece el prosista Federico García Lorca; su abuelo, Antonio García Remacho, estaba emparentado con el padre de Lorca, e incluso nacieron en la misma casa de Fuente Vaqueros, en la Vega de Granada. Bautista llegó a Madrid desde París en 2016, tras un escándalo con el servicio de inteligencia francés, quien le colocó a un espía que le acosaba por su militancia activista en Marea Granate y sus trabajos como periodista. No le apaciguaron, y recabó en la redacción de La Marea. Desde aquellos dossiers de investigación que elaboraba sobre el Ibex 35 y sus revelaciones sobre los negocios de Florentino Pérez, la carrera de este periodista no ha parado de crecer, casi siempre en compañía del viejo Jesús, un mastín de cuya raza no logra acordarse pero que sacó de la perrera con 10 años.
En la actualidad se desempeña como investigador del diario The New York Times en Madrid, periódico con quien ha firmado varias portadas internacionales en su primer año de trabajo. También lidera la pata de investigación periodística de la fundación porCausa, en donde han denunciado cómo las grandes empresas españolas se lucran con las políticas migratorias racistas y xenófobas en periódicos como El Confidencial, The Guardian o El País.
El último periplo de Bautista es un podcast, realizado para la plataforma de podcast Podimo, sobre la historia del Grupo Antiterroristas de Liberación (GAL) que le ha llevado a interminables viajes en secreto a Euskal Herria. Los ocho episodios que componen la producción están protagonizados por victimarios y víctimas (entre ellas, Pili Zabala, hermana de Joxi Zabala, quien fue secuestrado, torturado y enterrado en cal viva), entrelazadas con la narración en primera persona del periodista Antonio Rubio, quien estuvo amenazado por ETA y los GAL. La vocación del podcast es llevar a cabo un ejercicio de memoria colectiva, un intento de servir como nexo para vivir tranquilos, un paso que todavía no ha dado el Estado.
El trabajo sonoro, GAL: EL Triángulo debía haber aparecido en primavera, aunque se demoró hasta hace unas semanas; y, en lugar de aparecer en un solo bloque, los capítulos aparecieron de manera fragmentada, reduciendo la atención sobre la investigación. El podcast que se adelantó a salir en esta plataforma fue el de Felipe González, cuyo Gobierno socialista premió a los guardias civiles de la organización parapolicial por sus “trabajos sobresalientes” en los GAL y quienes las mantuvieron incluso tras ser condenados por ese crimen del terrorismo de estado. Conocemos también que Gónzalez es uno de los grandes responsables de que las empresas españolas conquistaran las tierras de América Latina, donde casualmente Podimo anunció su expansión de manera reciente, pero ningún periodista ha logrado demostrar si son ciertas las presuntas acusaciones sobre su responsabilidad en crímenes de guerra. Algunos periodistas, como Rubio y Bautista, se han quedado cerca.
En el séptimo capítulo del podcast aparece una prueba que
podría servir a la
Audiencia Nacional para reabrir el caso: la antigua agenda
del expolicía José Amedo, condenado a más de 108 años de prisión por ser
delitos de asesinato frustrado, lesiones, asociación ilícita y falsificación.
Ahí aparece el nombre de un fotógrafo (Patxi), tres números de teléfono e
infinidad de referencias de policías franceses, altos cargos del Estado,
mercenarios y confidentes de la Policía Nacional en los tiempos de la guerra
sucia. ¿Qué importancia tiene esta revelación para escalerecer los
acontecimientos del 24 de julio de 1987, la fecha del último asesinato de los
GAL?
Si existiera voluntad, esa prueba podría permitir a la Audiencia Nacional
reabrir la investigación sobre los GAL. Recapitulemos. Uno de los últimos
atentados se cometió contra Juan Carlos García Goena, un electricista
guipuzcoano objetor de conciencia, es decir, alguien que no tenía conexión con
ETA ni había asesinado a nadie. De hecho, él era conocido por su talante
pacifista y conciliador, algo que no interesaba a ETA ni mucho menos al Estado
español. García Goena fue asesinado por un coche bomba. La viuda de García
Goena tuvo un careo en la
Audiencia Nacional con una persona llamada Patxi, un
fotógrafo francés que habla español y que niega cualquier relación con dicho
atentado. Aunque existía la sospechosa de que mentía, pero eso no se ha
confirmado hasta la publicación de la agenda: Patxi era informante de la Guardia Civil y de la Policía Nacional,
aunque sólo ahora, gracias a la prueba que mencionas, se puede comprobar que
tenía relación con los segundos. Este es un delito de sangre, es decir, no
prescribe. Por tanto, no existen razones jurídicas para evitar reabrir el caso,
interrogar a Patxi sobre la agenda y preguntarle sobre su relación con José
Amedo, una de las personas en la Policía Nacional que se encargaba de contratar a
los mercenarios. Que dicho nombre esté en su agenda prueba, o da a entender,
que Patxi era quien le pasaba información.
En el marco de esta investigación usted realizó un cálculo aproximado sobre el coste total de los GAL en base a los datos existentes. ¿Cuál es esa cantidad?
La cifra asciende a más de 1.200 millones de pesetas de la época, según los papeles que conserva el periodista Antonio Rubio en su su trastero, que en precios actuales equivaldrían a más de 25 millones de euros. Visto en perspectiva: en 1982, el Barça fichó a Maradona por 1.200 millones de pesetas. Ello incluye el pago a cada mercenario — porque en su grandísima mayoría eran hombres—, distintos desplazamientos y otras cuestiones de logística. También sobornos a policías en Francia o dinero de los fondos reservados del Estado para recompensar a los autores intelectuales del grupo paramilitar (“GAL azul”, de la policía; “GAL verde”, de la Guardia Civil; “GAL marrón”, del CESID). Por falta de información, en este cálculo falta el sueldo de los guardias civiles, también del servicio secreto, el salario de los policías nacionales, otros costes indirectos, como los desplazamientos de los autores intelectuales y de los ejecutores (no solo mercenarios, sino policías que supervisaba cada atentado, el coste de las armas o de los explosivos, etcétera).
Imagino que habrán podido leer las presuntas correspondencias con Felipe González, cuya autoría en los crímenes de Estado todavía no se ha podido demostrar. ¿Qué tipo de pruebas han descubierto?
Hay dos correspondencias que llaman mucho la atención. En primer lugar, las que tiene el entonces director del CESID con otro cargo del gobierno y del Ministerio del Interior. Una de ellas va dirigida a alguien cuyas siglas eran PTE, que podría perfectamente ser Presidente del Gobierno, pero la Audiencia Nacional lo interpretó de otra forma.
Por otro lado, también hay cartas muy interesantes con un tipo llamado Guerrero Lucas, un conseguidor, espía y fontanero del Ministerio del Interior. El tipo estaba metido en el tráfico de armas y operaba un poco en la sombra, es decir, cloacas del Estado en su forma más pura. En un momento concreto le manda algunas cartas a Felipe González. Parece que la persona con la que le tenía que tratar oficialmente, ya fuera Rafael Vera (Secretario de Estado de Seguridad) o José Barrionuevo (ministro del Interior), no le pagaba a tiempo, o le daban un dinero que a su parecer era insuficiente para llevar a cabo sus importantes gestiones en Francia (tenía como cometido doblegar al Ejecutivo francés para que se alineara con el Gobierno socialista en relación al trato violento de los etarras). En las cartas, que hay muchas y que no se han publicado, puedes ver claramente que este señor escribe a Felipe González en tono casi de compadreo o de amistad cercana y le pide que interceda, le exige más dinero... Gónzalez era muy listo y nunca respondía, o no tenemos constancia de que lo hiciera, pero sí es verdad que las peticiones de este señor se iban cumpliendo una a una. Entonces, bueno, que cada cual saque sus propias conclusiones.
Tengo entendido que existen recortes de la inteligencia
norteamericana donde se menciona directamente a Felipe González como autor
intelectual de los GAL.
No hay documentos oficiales que impliquen a Felipe González de manera directa,
pero existen otros documentos a tener en cuenta. Por ejemplo, un cable interno
de la Embajada
de Estados Unidos, publicado en enero de 1984, en donde se menciona que el
presidente del Gobierno socialista, Felipe González, ha puesto en marcha junto
a personas del Ministerio de Interior un cuerpo paramilitar con el objetivo de
asesinar a miembros de ETA en el sur de Francia. Lo interesante sobre este
documento es que uno puede pensar que la fuente procede de recortes de prensa,
algo muy habitual en los cables de un Servicio Secreto de cualquier Embajada.
Sin embargo, por aquel entonces los GAL todavía no habían trascendido a los
medios.
Aunque no es posible encontrar documentos de Felipe González, sí existen locuciones suyas dando gracias a la cúpula de los GAL —al general Galindo, de la Guardia Civil, al ministro del Interior Barrionuevo, o a Rafael Vera, Secretario de Estado de Seguridad. Insisto: en ellas puede verse a González darles las gracias en público “por lo que hicieron”. ¿Qué es lo que hicieron? Eso lo sabemos todos. Ahora bien, no olvidemos que González es abogado de formación, un experto en cuidar muy bien las palabras. Sabe cómo decir mucho sin decir nada que le pueda implicar directamente.
La CIA ha publicado documentos oficiales desclasificados que recogen por primera que Felipe González “acordó la creación” de los GAL.
Gracias a un contacto del Times, llegué a John McLaughlin, el que fuera director de la CIA, y en los años ochenta responsable para Europa, con el objetivo de obtener el nombre de la persona que, desde la embajada de EE.UU en España, redactó aquel cable que señalaba a Felipe González y su gobierno como creador de un grupo paramilitar para matar etarras. El problema: si bien ese señor sigue vivo e imparte clases en una universidad, no quiere revelar el nombre del agente o del responsable de la CIA que redactó el informe. Si supiéramos quién lo hizo o de dónde obtuvo la información entonces podríamos acercarnos a algo parecido a una prueba que implique de forma directa a González en la puesta en marcha de los GAL.
En el mundo de la inteligencia y de los servicios secretos impera la ley no escrita de que uno es espía hasta el día en que se muere, aunque ya te hayas retirado. La relación con los periodistas siempre es muy sensible, y en su cuenta de pérdidas-beneficios seguramente no sea muy útil revelar el nombre de la persona que redactó el cable. En el podcast no se explica, ni le damos importancia, pero yo le eché muchas horas a aquel contacto.
¿Y qué hay del “Señor X”?
En el caso de los GAL existen tres grandes jueces: Baltasar Garzón, Carlos Bueren y Javier Gómez de Liaño. Uno de ellos, el más mediático y conocido, aunque en mi opinión no era el que más medallas se merecía, es Baltasar Garzón. Tirando de testigos e imputados, este juez determina que hay una persona en la cúpula de los GAL cuyo nombre todavía no se ha desvelado, y sugiere o apunta que esa persona puede ser Felipe González. Aunque nunca lo formula así, en la documentación judicial denomina a esta persona como “Señor X”. Si ves el organigrama de este grupo paramilitar, el “Señor X” es el que está más arriba. Conocemos el nombre del resto, y es obvio que esa persona podría ser Felipe González, pero hasta que no haya una prueba concluyente, como periodistas, no podemos afirmar que lo fuera.
Pero uno de los jueces que para mí es fundamental en el caso de los GAL es Javier Gómez de Liaño; en la actualidad abogado, que estuvo mucho tiempo en la Audiencia Nacional, quien tuvo que dictar condena contra Galindo, altísimo cargo de la Guardia Civil, y conocido por su lucha contra el terrorismo de ETA. Liaño soportó presiones brutales por parte del Gobierno, de otros jueces, de altos cargos de la Policía, de la Guardia Civil, del Ejército y sin embargo, se mantuvo independiente. Esto en un momento en que España presumía de ser una democracia consolidada y haber dejado atrás el franquismo.
Bueren, que era magistrado de la Audiencia Nacional, tuvo que pedirle ayuda a Antonio Rubio para localizar a Alphonse Mendaille, uno de los grandes mercenarios de los GAL. Policía y Guardia Civil decían que no lo encontraban, pero en realidad simplemente lo protegían, no querían entregarlo porque podía cantar. Decían que estaba “en paradero desconocido”. Rubio lo encontró en 1987, viviendo feliz y sin esconderse lo más mínimo, protegido por Policía y Guardia Civil, en un pueblo de Gerona. Eso permitió que Bueren lo ubicase y detuviese en 1989. Francia pidió que lo extraditasen, y la Audiencia Nacional firmó la extradición... Pero el Consejo de Ministros se negó a ratificarla. El mercenario desapareció después, pero años más tarde, con Margarita Robles de secretaria de Estado, logran extraditarle. Le cayeron 20 años de cárcel en Francia.
Hay cargos intelectuales de ETA en las cárceles del Estado,
pero no de los GAL.
Existieron condenas para algunos mercenarios, quienes recibieron la orden y la
ejecutaron, pero los autores intelectuales de los GAL se fueron de rositas. Es
cierto que existieron tres condenas significativas en la cúpula intelectual de
este grupo paramilitar: José Barrionuevo, Rafael Vera y el general Galindo. No
obstante, estas personas salieron al poco de la cárcel porque las indultó el
Gobierno de Aznar.
¿Qué instancias judiciales quedan para
hacer justicia sobre este crimen de Estado?
Altas instancias judiciales consultadas opinan
en privado que este tema no se va a dirimir hasta que los responsables mueran,
empezando por Felipe González. Los dos únicos asideros que quedan pendientes
para quienes piden justicia son el cambio en la Ley de Secretos Oficiales de 1968, una ley
franquista que sigue vigente, o que aquellas personas que todavía tienen
pruebas en su poder las revelen. Pero esto último es difícil porque mucha gente
se benefició de los GAL. Los ejemplos de favoritismo empresarial a cambio de
guardar silencio son interminables, entre ellas algunas privatizaciones del
Gobierno de Felipe González.
Desde los asesinatos de José Antonio Lasa y José Ignacio
Zabala hasta el coche bomba colocado a Juan Carlos García Goena han sido
efectuados 27 personas, en su mayoría miembros de ETA o gente cercana. ¿Dónde
estaban las cloacas del Estado entonces?
Ahora se habla mucho de las cloacas, pero las cloacas existen desde hace
décadas. Cuando España transita a la democracia, las cloacas del franquismo se
mantienen intactas y siguen operando. Distintos estamentos del Estado se
benefician de ellas: Ejército, Guardia Civil, Policía, Servicios Secretos y,
por supuesto, la Casa Real.
Estas mismas cloacas son las que organizan y ejecutan lo que a día de hoy
sabemos sobre los GAL. Es normal que haya un interés enorme para que no se sepa
qué pasó o para que no se depuren responsabilidades. Y esto es así porque todo
el mundo tiene una responsabilidad. Aparentemente, también la Casa Real. El rey Juan Carlos
alentaba para que se aplicase mano dura contra ETA sin entender que cuando se
utilizan las armas del enemigo uno pierde legitimidad para combatirlo.
¿La monarquía ha amparado el terrorismo de Estado con los
GAL?
El rey Juan Carlos I ha jugado un papel tremendo en los GAL, pero nunca se
habla de eso porque no existen pruebas sólidas. Podríamos decir, no obstante,
que el rey es uno de los alentadores de los GAL. Piensa que estos grupos
empiezan a matar en 1983, apenas dos años después del intento de golpe de
Estado del 23F,
perpetrado por Antonio Tejero. Los militares estaban muy tensos por entonces...
pedían represión y manga ancha para que el Estado hiciera lo que fuera
necesario para mantener el orden. Incluso amenazaban con otra intentona
golpista si el Gobierno socialista no echaba más leña en el fuego contra ETA.
¿Cuáles han sido las presiones que han recibido los
periodistas para no publicar?
Existe un ejemplo bastante ilustrativo que llega hasta el rey de España.
Después de publicar tanta información crítica con los GAL y los encuentros
íntimos del rey en un chalet de Aravaca propiedad del CESID (estrechamente
relacionado con los GAL), los grandes responsables del Estado deciden tenderle
una trampa a Pedro J para después extorsionarle. La casa en la que conspiran
para grabar a Pedro J. Ramírez [ex director de El Mundo y Diario 16;
actualmente, al frente de El Español] practicando sexo con una mujer que no era
su esposa es la misma casa en donde el rey mantenía encuentros sexuales con
personas como Bárbara Rey. Como respuesta a las publicaciones de Pedro J.,
altos cargos del Ministerio de Interior y del CESID le dicen al entonces
director de El Mundo que “no se ande con coñas y tenga cuidado con las medias
de seda”, que eran cosas que encontraban en el nidito de amor del Rey Juan
Carlos.
Cuando pasó de Diario 16 a El Mundo, Pedro J. siguió publicando
informaciones sobre los GAL, aunque existen voces que le acusan de
encubrimiento.
Pedro J. tiene muchos enemigos, y con razón, pero al mismo tiempo es un tipo
que pagó un precio muy alto por publicar sobre los GAL: un complot en su propia
carne, orquestado por parte de altos miembros del Estado español, para revelar
parte de su vida íntima. En este caso, encuentros sexuales extramatrimoniales
que cualquiera con una mente tradicional calificaría de escandalosos por el
tipo de sexo que practicaba. Si bien no cedió al chantaje, estoy seguro de que
se le quitaron las ganas de seguir publicando temas tan incómodos y sensibles
para el Gobierno de España.
En el podcast se relatan distintas técnicas de presión a
los periodistas.
Otros medios lo que hacían era calumniar contra El Mundo y los periodistas que
estaban publicando temas de este tipo. También hubo mucha censura en Interviú,
y eso nos lo cuenta quien era director en aquella época, Basilio Rogado. Por
otro lado, algunos trabajos que se hicieron sobre los GAL en formato
audiovisual nunca se emitieron, mientras que otros lo hicieron a altas horas de
la madrugada. Estaban programados para las 9 de la noche y aparecían a las 2 de
la mañana. Recuerda que era una época en la que no había ni TDT y todo lo que
podía hacer alguien era grabar en una cinta. Me refiero a los reportajes que
hicieron Antonio Rubio y Manuel Cerdán utilizando fuentes de primer nivel.
Ellos habían conseguido que Juan Alberto Perote, el director del CESID,
confesara delante de una cámara que había creado el sello de los GAL, una de
las pruebas clave en la guerra sucia. Todo ese material se ignora porque se
censuró o se emitió con nocturnidad. Hubo muchos más problemas y presiones
directas para rebajar el contenido de dichos reportajes.
Hablando de periodismo, resulta curioso que los reporteros
Ricardo Arques, Juan Carlos Urrutxurtu y Andoni Ortuzar iniciaran la
investigación sobre los GAL, y que lo hicieran en el periódico vasco, Deia,
brazo mediático del Partido Nacionalista Vasco (PNV), de quien Ortuzar es
presidente en la actualidad. También inquieta que, inmediatamente después de
los GAL, los jeltzales apoyaran al Gobierno de Aznar, quien se negó a
investigar e indultó a criminales de guerra.
Cabe señalar que uno de los atentados más dolorosos de los GAL fue a un
periodista de Egin, Xabier Galdeano. Ocurrió en 1985. Si no recuerdo mal,
además, era un tipo que tenía fama de ser muy pacifista, con talante
negociador, dialogante y que no se casaba con nadie.
En relación al PNV, este partido ha tenido un rol bastante curioso, y ojalá supiéramos más sobre lo que hacía durante aquella época. Por un lado, azuzaba la violencia y echaba gasolina al fuego. Por otro, se las daba de bueno, de adalid de la democracia, y presumía de transparencia para esclarecer lo que había ocurrido. De hecho, a día de hoy, el PNV es quien está abanderando la Ley de Secretos Oficiales, cuando estoy seguro de que tiene muchas pero muchas cosas ocultar de aquella época y de las posteriores. Creo que lo hacen porque queda bien de cara a la opinión pública y también porque le otorga un poquito más de poder negociador a la hora de abordar algunos asuntos en este momento. Ahora bien, mis mejores deseos para quienes promuevan una reforma de la Ley de Secretos Oficiales porque es algo que hace falta. En cualquier democracia consolidada, no hacerlo sería escandaloso. Y el Estado no lo hará, a menos que se lo exija la autoridad judicial y el Consejo de Ministros acepte, lo cual no veremos pronto.
Recientemente, Otegi instó a Felipe González a asumir
responsabilidades por los GAL: “Qué importante que dijera 'lo organicé'”. Por
su lado, una frase de Pablo Iglesias provocó el momento más tenso que se conoce
en el Congreso en su historia reciente: “Felipe González tiene el pasado
manchado de cal viva”.
Fíjate, Unidas Podemos en campaña electoral levanta la bandera de los GAL, pero
ahora está en el Gobierno y no tengo la sensación de que haya tanta prisa en
cerrar esta cuestión. Es un tema muy incómodo, sobre todo para el PSOE, que
fácilmente podría generar una crisis de Gobierno. Hasta hace poco, la candidata
a lehendakari era Pili Zabala, la hermana de José Ignacio Zabala, uno de las
personas enterradas en cal viva. ¿Por qué Unidas Podemos no mueve este tema con
una contundencia mayor en comisiones parlamentarias, como la Comisión de Secretos
Oficiales o la Comisión
de Defensa, que es el Ministerio del que depende el CNI? A mí me da la sensación
de que este tema sigue siendo muy sensible en todo el Estado español, y que aún
lo es más en Euskal Herria. Creo que quienes podrían empujar más a nivel
político actúan siguiendo el criterio electoral y no con un compromiso ético
fuerte, pero nadie tiene tantas ganas de mover esos grandes bloques de piedra
que todavía tapan los GAL.
Hablando del Ministerio de Defensa, Margarita Robles tuvo un papel importante a la hora de que se investigaran los GAL. Fue Subsecretaria de Justicia y Secretaría de Estado de Interior durante el segundo mandato de Felipe González. ¿Ha cambiado su posición a lo largo de los años?
En los años noventa, Margarita Robles fue clave para avanzar investigaciones muy incómodas sobre los GAL. Es decir, la investigación que puso entre rejas a Barrionuevo, a Vera y a Galindo ocurrió gracias a que Robles blindó a la policía judicial, que tenía que encargarse de este tipo de pesquisas, aunque ello generara un montón de presiones por parte del estamento militar, del estamento político, de Casa Real y de Gobernaciones Civiles de distintas comunidades o provincias.
Sin embargo, ahora tengo la sensación de que en su forma de actuar prevalece el espíritu de partido, y no tanto de Estado. Ella es la primera que se opone a que ciertos secretos oficiales afloren. Si bien tiene un papel muy difícil porque está al frente de un Ministerio estratégico y muy delicado, creo que en los años noventa tenía más talla moral que ahora. Mi percepción es que el partido ha eclipsado mucho sus valores.
Pasemos al plano internacional, ¿qué decía la Francia de Mitterrand, con la misma agenda económica que Gonzaléz?, ¿había una suerte de diplomacia económica y política en España para legitimar el terrorismo de Estado?
Digamos que entonces se afirmaba que en España reinaba el estado de derecho. No obstante, Francia nunca deportaba a miembros de ETA porque creía firmemente en que aquí no había independencia judicial, que no regía el Estado de derecho o que se iban a hacer juicios sumarios sin garantías procesales para los acusados. Los GAL son la historia de un grupo paramilitar creado por el Estado para matar a etarras utilizando las mismas armas: terrorismo, violencia y miedo. Esto no gustaba a Francia. Pero en un momento determinado los responsables descubren, después de cometer errores en los asesinatos, que dichos errores son útiles porque generan mucho miedo en la opinión pública francesa, quien después presionaba al Gobierno francés. Recuerda que muchos ciudadanos de Hendaya, Bayona o San Juan de Luz se pusieron en contra de los refugiados vascos.
De hecho, los atentados cumplen su objetivo: Francia hinca la rodilla, primero François Mitterrand, después Jacques Chirac. De puertas para fuera, Mitterrand y González se abrazaban, pero internamente había muchas discrepancias. Mitterrand era muy crítico con el proceso de consolidación de la democracia española y con muchos elementos del franquismo. Pensaba que si bien España se había cambiado de chaqueta, muchos elementos seguían siendo iguales a los del régimen, como la Guardia Civil, el Ejército, los Servicios Secretos... Por eso, Felipe González activa dos vías para convencer a Mitterrand de que cambie de parecer respecto a los refugiados vascos, empiece a deportarlos y a perseguirlos en territorio francés. En primer lugar, centraliza la violencia de los GAL en el sur de Francia, con mercenarios y con gente muy oscura matando etarras, para llegar a la opinión pública francesa. En segundo lugar, activa a españoles, algunos de ellos relacionados con la masonería, para que interactúen sobre todo con oficiales, jueces y fiscales franceses, así como con miembros del Ministerio del Interior para convencerles de que lo mejor es colaborar con España.
Existe una tercera vía que está muy poco explorada, y de la que no puedo hablar mucho, que es la parte económica. Se dice, por ejemplo, que los primeros trenes que España le compra a Francia en los años noventa tienen mucho que ver con aquel acuerdo para que el país galo empezara a meterle mano a los etarras. Los distintos casos de diplomacia económica en los GAL en lo relacionado con los trenes era flagrante. Por ejemplo, Miterrand se quejó de que España no compraba trenes franceses para líneas como la de Madrid-Sevilla, y en privado dejó caer que la cooperación antiterrorista podría mejorar si España compraba trenes a la empresa francesa Alsthom, rebautizada después como Alstom. En efecto, posteriormente España compró trenes a esta compañía.
Otro caso es el de Julián Sancristóbal, gobernador civil de Vizcaya cuando operaban los GAL. También una pieza clave del grupo paramilitar, pues era quien recibía las órdenes desde Madrid (procedente de Vera, Barrionuevo o cualquier otro) y se la transmitía a los ejecutores de los GAL. En 1984 fue ascendido a Director General de Seguridad del Estado. Digamos que el silencio de Sancristóbal se compró permitiéndole quedarse con la empresa Marconi. Prácticamente se la regalaron en 1987, un par de meses después de dejar la dirección de la Seguridad del Estado. Marconi era una gran firma estratégica, especializada en comunicaciones militares, y filial de la antigua Standard Eléctrica. Una vez en manos de Sancristóbal, el Estado le inyectó 2.500 millones de pesetas.
A este respecto, en el podcast se destila
una suerte de relato feliz sobre la economía española en los años ochenta,
cuando se inicia la privatización de lo público, e incluso se habla de
“progreso” y “modernización”. Resulta curioso que el Estado se negara a
intervenir la economía, mientras utilizaba todos los resortes a su disposición
para asesinar a quienes ponían en jaque su legitimidad en la esfera europea en
un momento donde se preparaba la entrada en el Mercado Único europeo en 1986.
Creo que Felipe González fue muy listo al
elaborar una política económica en línea con el capitalismo más rancio, más
neoliberal y más privatizador de finales de los ochenta. Esa política económica
le granjeó muchas amistades a nivel europeo, empezando por el Gobierno francés,
y creo que sirvió para reducir la desconfianza que generaban cositas como este
episodio tan desconocido como el de los GAL. También creo que aún queda mucho
trabajo, principlamente de periodistas e historiadores, para determinar de qué
forma la diplomacia económica permitió convencer a Francia para que cambiara su
postura sobre el asesinato de etarras asentados en Iparralde. Eso sí, hubo
grandes acuerdos económicos entre ambos y muchos regalos gestionados
directamente por espías.
Aznar perdió las ganas de cumplir sus promesas de esclarecer y depurar responsabilidades, en parte porque había muchos acuerdos con gente que hubiera quedado muy mal si se hubieran destapado los GAL en aquella época. También hay gente que ya no está en el organigrama del Estado, pero que sigue haciendo fontanería, sobre todo en el partido socialista, pero por supuesto también en el Partido Popular. Hablamos de Rafael Vera, Manuel Pastrana, que murió el pasado 30 de octubre, y Ricardo García Damborenea. Luego está el problema de fondo: la supuesta transición democrática. Nadie quiere asumir que se han cometido errores, empezando por la Guardia Civil, y reconocer que en el Estado español se torturaba.
Volviendo a las relaciones exteriores, ¿qué otros gobiernos
europeos estaban colaborando con el terrorismo de Estado? ¿Y qué hay de Estados
Unidos? Este país ha evitado y apoyado golpes de Estado en más de medio mundo.
Estados Unidos apoyó bajo cuerda al Gobierno de España en su lucha contra ETA,
como en la parte más relacionada con la guerra sucia e ilegal, los GAL. También
hay que tener en cuenta el rol de la CIA. Existe un episodio interesante que involucra
a un famoso traficante de armas español, Franscisco Paesa, asentado en Suiza,
en una operación con el servicio de inteligencia. Este intermediario español,
que trabajaba para el Ministerio de Interior, consiguió vender armamento a ETA.
Se colocaron balizas de geolocalización en las armas para que España encontrara
algunos de los grandes arsenales de armas de ETA en el sur de Francia.
Francia también jugó un rol, compartiendo información y facilitando conocimiento. No sé si es oficial, pero compartió técnicas sobre cómo torturar de forma efectiva a miembros de ETA para obtener declaraciones o testimonios. A veces, a la Guardia Civil se le iba la mano, pero otras veces no. Hay más países que están metidos en este tema, pero no a nivel oficial. Por ejemplo, algunos de los mercenarios que trabajan para los GAL, y que cobraron fondos reservados del Estado español, procedían de Portugal. Hablamos de antiguos miembros de la élite militar portuguesa, personas que habían luchado en Angola y que venían con una técnica de guerra muy fresca. Había otros que pertenecían a la mafia marsellesa. Los había también de origen italiano, que si no recuerdo mal eran calabreses. En este tema también existía armamento belga, que llegaba desde Andorra, país que no se implicaba en el tema pero dejaba hacer. Todo ocurría, además, en un momento en el que Europa debía garantizar la legitimidad del proyecto comunitario, creado bajo el mantra de que el libre comercio evitaría los enfrentamientos bélicos... Existe una parte de geopolítica de los GAL que todavía no se ha investigado, aunque sabemos que las instituciones europeas no se implicaron de forma activa para que se depurasen responsabilidades. Y es curioso: a día de hoy, cuando la justicia española no hace su trabajo, una de las pocas puertas que quedan abiertas es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que parece ser un poquito más independiente que algunas instancias judiciales españolas, como la Audiencia Nacional.
El informe de la CIA también recuerda que no es la primera vez que desde España se combate a ETA de forma ilegal y cita los antecedentes de grupos paramilitares como Anti Terrorismo ETA (ATE), la Alianza Apostólica Anticomunista (Triple A) y el Batallón Vasco Español.
Los movimientos de extrema derecha que se enfrentaron a ETA han recibido apoyo por parte de miembros de las fuerzas del Estado, de la Guardia Civil y del Ejército de forma indirecta y directa (facilitaban armas e información o bien hacían la vista gorda). Con los GAL, la diferencia está en que el gobierno no apoya, ¡sino que organiza, ejecuta y da la orden final!
Entre los alumnos navarros de la ESO, un 51% dice saber qué es
el terrorismo yihadista, un 18% el terrorismo de extrema derecha, y sólo un 11%
los GAL. Cerca del 80% de la población más joven del Estado no acierta a dar
detalles precisos sobre los GAL, pero más de la mitad cree que ETA sigue
activa. ¿Quiénes son los responsables de esta ignorancia y desinformación?
Imagino que no se puede culpar a Facebook...
Ahora es distinto, pero en aquella época El País difamaba sin piedad a quienes
trataban de aclarar responsabilidades sobre los GAL. Por otro lado, ABC servía
como portavoz de altos cargos del Ejército y de la Guardia Civil,
quienes expresaban sus puntos de vista sin aportar ninguna prueba, pero siempre
dejando en muy mal lugar a quienes investigaban. Hubo dos grandes problemas que
permiten entender la ignorancia o desconocimiento que existe sobre los GAL y el
terrorismo de ETA. En primer lugar, la continuidad de la prensa del régimen
bien entrada la democracia en España. Hablamos de nombres como Juan Luis
Cebrián, que de la noche a la mañana se puso la chaqueta de la democracia, pero
que no dejaba de ser un peón del régimen, y sigue siendo un poco el portavoz de
aquello. Cebrían es el fundador de El País, presidió Prisa, etc. Además de esa
complicidad de la prensa con el régimen continuista, también está la parte
empresarial de los medios de comunicación. Estaban —y siguen estando— más
interesados en hacer negocio que en salvaguardar el derecho y la libertad de
información de los ciudadanos. De un lado, los GAL implicaban de manera directa
al Gobierno, que ponía mucho dinero en los medios de comunicación. De otro, los
empresarios eran muy cercanos al Gobierno, y controlaban los consejos de
administración de la prensa o compraban con publicidad la complicidad mediática
con los GAL. Estos dos factores, ambos negacionistas sobre el terrorismo de
Estado, explican por qué tenemos la sensación de que ETA sigue activa pese a
que hace diez años que depuso las armas y porque pocos conocen detalles sobre
los GAL.
Cuando Enrique Rodríguez Galindo murió, en libertad, como consecuencia del coronavirus, toda la bancada ultra aplaudió. “Que la tierra te sea leve, mi general. Hoy, más que nunca, Intxaurrondo en nuestro corazón. Descansa en paz,” escribió Macarena Olona, portavoz y secretaria general del grupo parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados, haciendo apología al terrorismo. ¿Cómo se beneficia la ultraderecha de este silencio?
En el fondo, la ultraderecha que vemos ahora en las instituciones, y que lidera Vox, no es más que una escisión del PP. Aunque también cuenta con el apoyo de mucha gente que en aquella época era fuerte en el PSOE. La ultraderecha trata de imponer un relato sobre qué es España para dejar fuera a la mitad de la gente. Nunca ha escondido que sí apoya la mano dura y la violencia explícita para imponer lo que considera correcto. Enrique Rodríguez Galindo es un exponente de eso. Hizo de muro protector de muchos torturadores de la Guardia Civil y dio la orden de llevar a cabo torturas a gente que no tenía nada que ver con ETA. Encarnaba la vieja guardia fascista del “aquí mando yo”. Todo eso es coherente con el discurso de Vox.
Unos meses antes de estas palabras, PSOE, PP y Vox tumbaron
la Comisión
de investigación sobre Felipe González y los GAL en la Mesa del Congreso.
Pedro Sánchez tiene un papel muy incómodo porque este tema cabrea mucho, sobre
todo a la vieja guardia del PSOE, y es sensible para una persona que tiene que
lidiar con el viejo aparataje. Fíjate que el ex presidente se reconcilió con la
dirección del partido hace un mes al abrir el 40º congreso socialista junto a
José Luis Rodríguez Zapatero.
¿Qué problemas han tenido ustedes para realizar el podcast?
Hemos tenido que hacer todas las entrevistas con mucho secretismo y eso es muy incómodo porque te obliga a echar el doble de horas en cada gestión. Las reuniones de contenido, o incluso aquellas para comentar el contenido de las entrevistas, las hacíamos en un lugar que tiene estatus diplomático porque se supone que ahí no nos podían pinchar el teléfono, poner micrófonos, ni cosas de ese tipo.
En segundo lugar, hemos tenido que hacer las entrevistas con enorme cautela para no destapar la liebre y que desde arriba se llevaran a cabo presiones sobre los entrevistados. No son tanto las llamadas que nosotros hayamos podido recibir, sino que ha tenido más fuerza la autocensura. Hablamos de gente que podía contar cosas, y que se negaba a hacerlo pegando voces de impotencia porque saben que todavía pueden tener problemas si hablan. Gente que ya está jubilada, tiene la vida hecha y que tiene una buena posición económica, pero están pillados por los huevos, hablando mal y pronto, si deciden tirar de la manta con este tema. Me refiero a Goñi Tirapu, exgobernador civil de Gipuzkoa.
En relación a lo que mencionaba, ¿por qué este podcast se
ha demorado tanto? ¿Han recibido ustedes algún tipo de censura o presiones de
algún tipo?
No puedo hablar de las presiones que hemos recibido, pero te puedo decir que
hay entrevistados que después recibieron llamadas. También que han existido
muchos tejemanejes en la trastienda para quitarle relevancia a este podcast y
suavizarlo, cambiar la fecha en la que se publicaba, etc. Incluso en la rueda
de prensa que hicimos cuando lo anunciamos. Hubo periodistas, procedentes de
grandes medios (dos de las grandes cabeceras más importantes de este país), que
confirmaron su asistencia y que dijeron a última hora que no podían venir por
orden directa de sus redactores jefes o de su editores. Y son personas con
quien existe relación personal y de confianza, que tienen agenda periodística y
no agenda política, como sus jefes, pero al final el patrón es el que manda.
Arnaldo Otegi se disculpó recientemente
por el “sufrimiento padecido por las víctimas de ETA”. Tras diez años de la
disolución de la banda terrorista, el líder de EH Bildu aseguró que aquel dolor
“nunca debió haberse producido”. Tras haber entrevistado a decenas de personas en
Euskal Herria, ¿cuál es su percepción sobre estas palabras?
Prácticamente todas las personas con las que
hemos hablado, incluso altos cargos de ETA, entonan con fuerza el mea culpa y
reconocen que matar fue un error, incluso en aquel contexto. También expresan
que lo que se podía justificar en la época del franquismo quedaba fuera de
cualquier justificación durante la época democrática, por muchos defectos que
tuviera. Además, muchas de estas personas han tenido la oportunidad de hablar
con sus verdugos y sus víctimas. No solo miembros de ETA, sino también gente de
la Guardia Civil
o la Policía
que estuvo involucrada en los GAL. Cuando conocen el dolor de la otra persona y
ven que no son tan diferentes de ellos mismos, que tienen las mismas
preocupaciones, una familia y un hogar, despiertan una empatía que les permite
contagiarse de ese dolor para sentir el arrepentimiento de verdad. Fíjate que
en este podcast existen monstruos, que decía Vázquez Montalbán, pero es un
intento de acercar a ambas partes. Lamentablemente, esto es algo que se queda
en un producto audiovisual, y con muchísimos límites, porque el Estado no
quiere ejercer su función en este crimen.
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