31 octubre 2021
Lo siento pro este artículo va de eta
Marcos Sánchez
Disculpen, pero voy a hablar de ETA. Lo aviso para quienes consideren que es un tema cansino, o despertador de pereza, o alterador de zonas de confort emocional, o árido de abordar en la cotidianidad de una sobremesa y el patio del colegio porque se ha llegado a un punto en el que se vive más cómodo sin adoptar posicionamientos.
-¿ETA? ¿Otra vez ETA? -cuestionan, resoplan y miran raro.
Sí, otra vez. Y las que sean precisas. Porque ya se ha confirmado que como sociedad que aspira a ser justa tenemos un problema.
El Gobierno foral acaba de presentar un dos en uno: una encuesta y una patada en el estómago. Según un estudio desarrollado a final del pasado curso con alumnos de entre primero y cuarto de Educación Secundaria en Navarra, prácticamente uno de cada dos adolescentes desconocen qué fue la banda terrorista. Sólo un dieciséis por ciento recuerda alguno de los atentados acaecidos en la Comunidad foral. Sólo un 0,5% menciona el nombre de Miguel Ángel Blanco, el edil vasco con el que los asesinos materializaron su cuenta atrás más macabra, como víctima. La encuesta, gestionada por el Observatorio de la Realidad Social, se remitió en castellano y euskera de manera anónima a los 28.355 estudiantes de la ESO. Algunos más de mil cien la cumplimentaron.
Ha llegado el momento de mirarnos al espejo y preguntarnos qué hemos hecho mal o cómo hemos dejado que esto ocurra. Por qué de manera consciente o sin querer hemos permitido que, apenas diez años después de la claudicación del delirio etarra, se esté cortando el hilo transmisor intergeneracional de algo que debe ser recordado por la simple razón de que causó un daño atroz. Y, sobre todas las recriminaciones, cómo resulta posible que, a pesar de ochocientos cincuenta asesinados, casi un centenar de personas secuestradas o tres mil atentados, un veintiséis por ciento de los jóvenes, una porción en absoluto pequeña, conteste en el sondeo que justificaría la violencia en algunos casos para conseguir fines políticos.
A la vista del desastre, el departamento de Educación del socialista Carlos Gimeno ha apostado con acierto por implantar en los centros desde el próximo curso unidades didácticas obligatorias sobre el terrorismo. Haría bien sin embargo Gimeno en hacer llegar también la materia a la izquierda abertzale, socia de su partido para propiciarse la gobernabilidad. De la ignorancia juvenil sobre el terrorismo se beneficia una Bildu que se limita a esperar sentada: para qué va a condenar algo que ya ha empezado a disiparse en el recuerdo social. Dejando pasar el tiempo hasta el blanqueo final. Por contra las perjudicadas son, como a menudo desde hace ya un tiempo en este mundo invertido, las víctimas de ETA. Nombres y apellidos para los que el olvido supone morir de nuevo y que no merecen una memoria colectiva insolidaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario