27 mayo 2012
hacia el final de eta
La reelección de Pedraza en la AVT supone un alivio para el Gobierno
La actual presidenta arrasa en la votación con el 94,6% de los votos
Los contrarios, fieles a Alcaraz, habían vertido gravísimas acusaciones
Pedraza se opone tajantemente al plan de reinserción de presos del Ejecutivo, pero la relación con Interior es más fluida
La reunión de hace un mes entre el ministro Fernández y la mujer de Alcaraz fue de máxima tensión
Tras varias semanas con un nivel de crispación interna inusitado, más propio de facciones de un partido político que luchan por el poder, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) organización mayoritaria con más de 4.000 socios, eligió ayer a su nueva junta directiva. Francisco José Alcaraz —azote del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero que sostiene que el Gobierno del PP, aunque sea de forma indirecta, sigue negociando con ETA— fracasó en su operación para hacerse con el control. La candidatura encabezada por Angeles Pedraza, que se presentaba a la reelección (es presidenta desde 2010), arrasó con un 94,6% de los votos en la asamblea celebrada ayer. Ocurrió a pesar de las múltiples denuncias de los contrarios, que les han acusado de todo tipo de irregularidades e incluso de algún delito. El Gobierno, probablemente, respiró tranquilo.
El Ejecutivo de Rajoy trata de gestionar el proceso del final del terrorismo sin soliviantar a unas asociaciones de víctimas a las que el PP, cuando estaba en la oposición, apoyó sin matices. A muchas ahora las tiene en contra, sobre todo tras anunciar, a finales de abril, un plan para la reinserción de los presos de ETA que abre la puerta a su acercamiento a prisiones del País Vasco y Navarra. Con Alcaraz —presidente de la AVT entre 2004 y 2008 pero que ahora no es siquiera socio de la misma y que tiene su propia asociación, Voces contra el Terrorismo— al Ejecutivo le hubiera resultado muy complicado entenderse. Con Pedraza, a pesar de que no está de acuerdo con el plan de reinserción, y a pesar de que sin duda plantará batalla, hay una relación más fluida.
Muestra de esta diferencia fue la reunión del ministro del Interior, Jorge Fernández, con las víctimas el pasado 27 de abril para explicarles el plan. Con Pedraza el encuentro fue cordial, a pesar de que ella le manifestó sin ambages su rotunda oposición al programa. Pero su tono fue muy distinto al que mantuvo la esposa de Alcaraz, Mamen Álvarez, ese mismo día. Durante esa reunión, durísima, el ministro se levantó varias veces ante lo que consideró faltas de respeto.
La de ayer, después de la gran crispación de las últimas semanas, fue la elección con mayor porcentaje de participación de la historia de la AVT. Votaron , en persona o delegando el voto, 1.180 de sus más de 4.000 socios. Y 1.114 lo hicieron por Pedraza. La candidatura alternativa no la encabezaba Alcaraz, que se dio de baja en 2009 por discrepancias con la dirección —en manos entonces de Juan Antonio García Casquero—, sino por Paulina Cerezal, viuda del ex guardia civil Francisco Díaz de Cerio, asesinado por ETA en 1991. En la misma estaban integradas María Jesús González, madre de Irene Villa —ambas heridas en un atentado de ETA en 1991—, que formó parte de la junta directiva con Alcaraz cuando este dirigió la AVT ; y Carmen Miranda, miembro de la actual asociación de Alcaraz Voces contra el Terrorismo. De haber ganado la candidatura alternativa, probablemente este hubiera vuelto a darse de alta como socio.
Cuando se marchó, en 2008, su sucesor, García Casquero, era una persona de su confianza. Pero pronto vio que no seguía su camino y dejaba de lado la batalla política. Alcaraz creó entonces su propio colectivo. Después de García Casquero —que se enfrentó a múltiples problemas internos—, en 2010 llegó Pedraza, la primera presidenta de la AVT que no era víctima de ETA —su hija murió en los atentados del 11-M.
Ayer, Cerezal retiró la candidatura antes de la votación —después de que las cuentas y la gestión de la asociación durante el último año se aprobaran con un apoyo mayoritario—, pero esta se llevó a cabo igualmente. “Lo más sorprendente ha sido que la asamblea no ha sido tensa”, señalaba Pedraza. “Los que nos han acusado durante semanas, ante los medios, de falta de transparencia, de cobros irregulares y de todo tipo de cosas, no han reiterado hoy, en el órgano donde debían haberlo hecho, las acusaciones vertidas. No se entiende. Muchos asociados han manifestado su malestar por lo sucedido y la imagen que se ha transmitido al exterior. Las víctimas tenemos que estar unidas, no ofrecer este espectáculo. Han sido semanas de mucho sufrimiento, en las que hemos estado callados para no dañar a la asociación. Quien quiera ofrecer una candidatura alternativa por supuesto que puede hacerlo. Pero no han hecho una campaña limpia”, dijo Pedraza.
Desde el exterior, otras asociaciones han observado con preocupación y estupor lo que ocurría dentro de la AVT. Entre ellas, Ana María Vidal Abarca, cofundadora de la asociación en 1981, cuando era casi heroico defender a las víctimas y nadie les hacía caso. Coincide con Joaquín Vidal, presidente de la Federación de Asociaciones Regionales de Víctimas del Terrorismo, en la necesidad de “unidad”. “Las víctimas tenemos que ir juntas para defender nuestros derechos”, señala Vidal. “Esto es fundamental”.
Opinión:
Me congratula que esta vez no le hayan marcado un gol por la escuadra a Mónica ceberio y plantee la información de forma veraz y contrastada. Especialmente la opinión de Ana María Vidal con la que coincido de pleno, especialmente por haber compartido con ella (y con su magnífico equipo con los que mantengo una espacial relación de amistad y de trabajo) muchos años de labor sorda en aquellos años 80 y 90 “cuando era casi heroico defender a las víctimas y nadie les hacía caso”.
Pero aquella época terminó. De hecho, ni siquiera esa labor de tanta gente fue reconocida en el video de los 30 años de historia de la AVT recientemente presentado. Es curioso que falten los nombres de aquellos dirigentes o delegados que desde todos los rincones del país se (nos) rompieron los cuernos para trabajar por las víctimas “cuando era casi heroico defender a las víctimas y nadie les hacía caso”.
Tanto da. Al fin y al cabo, las víctimas anónimas, y no me refiero a aquellas que aparecen después de quince años o que tienen repentinos dolores veinte años después de un atentado sino a aquellas que realmente hemos sufrido el dolor quizás por el asesinato de un familiar o por estar durante semanas, meses o años deambulando por hospitales y tribunales sabemos quien sirvió de verdad al colectivo y quienes ahora, salvo honrosas excepciones, se sirven del mismo.
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