22 mayo 2016
El reto de Otegi no son los nostálgicos de ETA
El futuro de la
izquierda abertzale pasa por su definición política , su evolución electoral y
su rivalidad con Podemos
La izquierda abertzale llega al ciclo
electoral -las generales de junio y las vascas de octubre- sin los deberes
hechos. Pese a sus esfuerzos no ha logrado ni el desarme de ETA ni que los
presos asuman la legalidad penitenciaria, aunque el Gobierno de Rajoy tampoco se lo
ha facilitado. Lejos de conseguir su objetivo de liberarse de las secuelas del
pasado se encuentra con el quiste de una corriente organizada que reivindica el
legado de ETA y la amnistía para sus presos.
La nueva corriente, minoritaria y repleta de nostálgicos
del pasado, no es una amenaza real a la dirección de la izquierda abertzale.
Incluso, hasta le viene tácticamente bien porque le centra en su nítido rechazo
del terrorismo. El problema es que la corriente al reclamar ilusoriamente la
amnistía resulta un obstáculo para que el colectivo de presos etarras siga a la
izquierda abertzale y acate la legalidad penitenciaria. Pero no sólo.
Condiciona, también, el discurso de la izquierda abertzale, en su falta de
contundencia en el rechazo al terrorismo y, sobre todo, en el reconocimiento
político y emocional ante las víctimas por su pasada complicidad con ETA.
Le está
sucediendo a Arnaldo Otegi, la baza de
la izquierda abertzale para salvarle del acoso electoral de Podemos. Sus
intervenciones, en su gira europea y catalana, están lastradas porque para no
ofender a los presos de ETA rehúye la revisión autocrítica del pasado
terrorista que se podría esperar de él, teniendo en cuenta que alentó desde
dentro el final de la violencia. El resultado es que sólo convence a sectores
afines a la izquierda abertzale e irrita a otros muchos. No sólo a los
conservadores de siempre.
La izquierda
abertzale no ha asumido que en los cinco años transcurridos desde el final de ETA ha crecido la empatía en la sociedad,
unida a una sensación de mala conciencia, con las víctimas del terrorismo. En
Euskadi, el Gobierno vasco, con el apoyo casi unánime de los partidos, ha
contribuido a esa empatía con actos de reconocimiento a las víctimas del
terrorismo; con el acercamiento a todas sus asociaciones incluidas AVT y Covite, precedidos de una severa autocrítica, liderada por el lehendakari en nombre del
Ejecutivo autónomo, por su falta de empatía en el pasado.
Otro
rasgo de la etapa post-ETA en Euskadi es el descenso de la fiebre
independentista, destacada en todos los sondeos. Esgrimir esa bandera con
ahínco, como hace la izquierda abertzale y Otegi en Cataluña, puede servirle
para remarcar su identidad respecto a su rival, Podemos. Pero puede alejarle de
otra parte sensible de la sociedad y de las generaciones jóvenes, menos
identitarias y que no ven en esta Cataluña un modelo.
Pero,
a medio plazo, el auténtico reto que se le abre a la izquierda abertzale no es
el de la disidencia de los nostálgicos de ETA sino el de su definición
política. Bildu es una amalgama que integra partidos como Eusko Alkartasuna,
homologado a ERC, institucional y nacionalista, o Sortu, inclinada hacia la CUP , rupturista, además de
Aralar y Alternatiba. Su evolución electoral y su rivalidad con Podemo marcará
su futuro. Lo mismo sucederá con el reto generacional abierto entre sus dos
líderes, el veterano Otegi y el novel Arraiz, pues empiezan a marcar acentos
propios en retos vitales como las víctimas.
Opinión:
De todo el excelente artículo de Aizpeolea me quedo con una
reflexión que puede pasar desapercibida para quien no conoce el tema desde
dentro.
Cuando habla de que “el Gobierno vasco, con el apoyo casi
unánime de los partidos, ha contribuido a esa empatía con actos de
reconocimiento a las víctimas del terrorismo; con el acercamiento a todas sus
asociaciones incluidas AVT y Covite”…
me surge una pregunta: a las víctimas que comparten “militancia” en varias
asociaciones al mismo tiempo ¿quién las representa? ¿La AVT y el acercamiento al
Gobierno Vasco o las que no están proclives a ese acercamiento?
Si alguien tiene la respuesta que me la pase, por favor.
Por mi parte ya decidí hace mucho tiempo.
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