martes, 24 de mayo de 2016

24 mayo 2016 Diario Vasco (opinión)

24 mayo 2016



Guridi: «Para mí solo hay un relato: que asesinaron a Santi»

Amaia Guridi, viuda del director financiero de El Diario Vasco, Santiago Oleaga, La viuda del director financiero de El Diario Vasco Santiago Oleaga cree que «ni los propios terroristas tienen la respuesta de por qué le mataron»
Quince años después del atentado de ETA, Amaia Guridi lamenta que «falta mucha autocrítica» y cree que «no se pueden cerrar las heridas en falso»

Cuando se acerca el 24 de mayo, a Amaia Guridi le sobrecoge «la inquietud de recordar aquel día tan trágico», aquella mañana de 2001 en San Sebastián, en la que ETA asesinó a su marido, Santiago Oleaga, director financiero de El Diario Vasco. «Después de quince años, te das cuenta de dónde estás, hasta dónde has llegado y que no ha sido nada fácil. En estos días se te remueve todo», se duele. Santi y Amaia eran una piña. Hasta tal punto que muchos domingos cogían las bicicletas y se pasaban por el almacén de papel del periódico para contar las bobinas. Hace unos días, Amaia regresó a ese mismo lugar. «A ver si nos va a llegar el papel..., ¿habrá suficiente para una semana...?», rememora la preocupación de su marido por los mínimos detalles. «Cuanto más papel había, más contentos nos íbamos a casa», relata. No solo contaban juntos las bobinas, «tú estas y yo aquellas», le decía, sino que en ocasiones, también viajaban juntos a visitar fábricas papeleras de Alemania, Finlandia, Suecia...

Pero aquella mañana de mayo de hace quince años, ETA decidió hacer pedazos su vida de pareja y de familia. Eran poco más de las ocho y media de un jueves, un día de labor como otro cualquiera. Santiago Oleaga acudía desde hacía un mes a la Fundación Matia para realizar ejercicios de rehabilitación por una lesión en el hombro provocada por su afición a la pala, y allí mismo, fue tiroteado por la espalda y alcanzado por siete disparos mortales. Los etarras Luis María Carrasco Aseginolaza, autor material del asesinato, e Ibon Etxezarreta Etxaniz estaban esperando en los alrededores del centro y, en cuanto estacionó su vehículo en el aparcamiento y se bajó, le acribillaron hasta la muerte.
Los 24 de mayo, la viuda de Santiago Oleaga no acostumbra a hacer nada «especial», prefiere quedarse con sus recuerdos y en la intimidad. «Procuro hacer una vida más discreta ese día», explica.

-De cara al futuro, ¿qué relato cree que debería quedar de todo lo que ha ocurrido a causa de la violencia terrorista?
-Yo lo que quiero es que el relato sea lo más veraz posible, que sea como lo hemos sufrido y como lo hemos vivido nosotros. En mi caso solo hay un relato: el día 24 de mayo de 2001 asesinaron a Santi. Creo que el relato es ese, y no hay otro. Son momento tan duros que cuesta revivir e incluso pronunciar algunas palabras. Cuando escucho a otras víctimas y les oigo decir: 'cuando pasó aquello...', pienso: ¿cómo que cuando pasó aquello? No, cuando asesinaron a mi marido. Hablamos inconscientemente así para que no duela, pero es: 'a-se-si-na-to, así de cla-ri-to'. Aunque duela.

Amaia Guridi traga saliva y trata de contener las lágrimas cuando rememora, como si fuera hoy, cada uno de los capítulos de su vida en común, una andadura que arrancó cuando Santi cursaba la carrera de Empresariales en San Sebastián y ella hacía el 'Preu' en las Jesuitinas. Coincidían en el mismo bar de la calle Zubieta donde tomaban café, se enamoraron y se casaron unos años después en Bergara. Tuvieron dos hijos. Ahora tienen 36 y 32 años.

-¿Cómo ve ahora a sus hijos, después de todos estos años sin su aita?
-Nuestros hijos son unas buenas personas, que en ningún momento han transmitido odio ni rencor, y estoy segura de que Santi estaría muy orgulloso de ver todo lo que han conseguido en estos quince años de ausencia. Él adoraba a sus hijos, me duele que se haya perdido muchos acontecimientos importantes de sus vidas. Me consta que le han echado muchísimo de menos. Se quedaron injustamente sin un padre al que necesitaban en sus vidas y eso es muy difícil de asimilar.

-¿Ha pensado alguna vez cómo les contará a sus nietos, cuando los tenga, cómo era Santi?
-....podría contarles muchas cosas de él. Que era muy buena persona, muy trabajador, entregado a su familia y, sobre todo, a sus hijos, por los que se desvivía. Amante de los deportes: ciclismo, pelota, fútbol... Muy ameno y de fácil conversación. Era feliz con poco.

-Santi siempre decía que ansiaba vivir este tiempo sin violencia.
-El estaría encantado, primero porque, aunque no era de San Sebastián (nació en Durango), era un enamorado de la ciudad, le encantaba, y pensaba que siempre que hubiese en el Ayuntamiento alguien trabajador y honesto, él estaba feliz.

-¿Qué les diría a quienes quieren pasar página rápidamente y olvidar que ha habido mucha gente que ha sufrido por culpa de ETA?
-Yo no sé si ellos se van a olvidar, yo desde luego, como víctima, no. Porque pienso que lo que me ha pasado en mi vida ya no lo olvidaré ni ahora ni aunque tenga 120 años, porque es una experiencia dramática, muy dura y muy difícil de llevar.



Reconoce que, según han ido pasando los años, «todo se suaviza». «Intentas encontrar un poco de paz dentro de ti», explica, convencida de que eso es lo único que sirve para ir hacia adelante. Lamenta que todavía falta mucha autocrítica, mucha reflexión en la izquierda abertzale, y cree que lo que no se puede hacer es cerrar las heridas en falso. «Esto de querer pasar página será para ellos, pero a muchos les falta ir, como suelo decir yo, al rincón de pensar... Creo que muchos tienen mucho que pensar», remarca.

-¿Necesita que algunas personas que han sido condenadas por terrorismo o aquellos que lo apoyaron le digan personalmente que esto nunca debió pasar y que matar estuvo mal?
-Tampoco necesito, en el día a día, que nadie me venga a decir nada especialmente, pero prefiero que lo sientan a que estén orgullosos de lo que han hecho. Lo tengo clarísimo porque, tarde o temprano, se van a tener que reincorporar a la sociedad y prefiero que hagan una autocrítica y sean capaces de darse cuenta de que lo que han hecho estuvo mal y nunca debió suceder.

-Algunas víctimas han mantenido encuentros con presos o expresos, ¿a usted le gustaría dar ese paso en algún momento?
-No he tenido esa experiencia porque no la he querido tener. Y respeto mucho a los que lo hayan hecho, pero yo ni me he sentido con fuerzas de hacerlo ni ha llegado el momento de que yo pueda realizarlo, y tampoco en un futuro estoy pensando en hacerlo.

-Gorka Landaburu decía hace unos días que él necesitaba preguntar a ETA por qué quisieron asesinarle. ¿Usted no siente esa necesidad en el caso de su marido?
-Me lo he preguntado muchas veces, pero pienso en mi interior que no hay respuesta, que ni los propios terroristas la tienen..., es que no lo entiendo todavía después de quince años, no lo entiendo. Si me lo quieren explicar que me lo expliquen... Pienso que eso son órdenes mandadas, sin más. ¿Por qué? Pues ni lo saben.

-Ha participado en la experiencia educativa de llevar los testimonios de las víctimas a las aulas. ¿Cómo se sintió?
-Me propusieron ir a Ermua y dije que sí. No había estado en un aula desde que asesinaron a Santi y aquel día llegué al centro y empecé a ver los niños en el patio, a las profesoras con las mismas batas que yo llevaba... Fue como revivirlo y caer hasta el día en que yo estaba en el colegio y me dijeron que habían asesinado a Santi. Sentí un derrumbe total, me agobié, pero los profesores estuvieron excelentes, me ayudaron muchísimo. Entré en el aula y los niños se portaron maravillosamente bien. Todos me escucharon en absoluto silencio. Conté lo que me había pasado sin pelos en la lengua, todo. Les llamó la atención que no tuviese ganas de venganza. Me decían: '¿pero tú no harías ahora nada? ¿Por qué no has hecho nada?'. Yo les decía: Pues, no. Les explicaba que creo en la justicia, que está ahí para actuar y yo, desde luego, lo que digan los jueces lo acato. Pero lo que sobre todo les sorprendió mucho es que no tuviera sentimiento alguno de venganza.

Opinión:

Cada vez que leo o escucho a alguien que tiene una víctima mortal en la familia a causa del terrorismo y plantea palabras tan sabias y tan coherentes como las que aparecen en la noticia, sólo pienso una cosa: enhorabuena, gracias por ser como sois, por aguantar lo indecible, por trabajar para no crear estados de venganza…
En contrapartida, cada vez que escucho o leo a ciertos ignorantes que sin haber pisado un hospital y mucho menos un cementerio o un tanatorio se han apropiado del dolor ajeno para engañar a las administraciones, me entran arcadas.
Por suerte, el tiempo va poniendo a cada uno en su sitio. Y si algo nos sobra a algunos, es tiempo….

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