04
diciembre 2016
ETA ya no paga a Ternera
La dirección, ahora en manos de
miembros de la ilegalizada EKIN, retira su asignación de unos 1.500 euros al
histórico dirigente de la banda, huido desde 2002
Sencillamente
han prescindido de él. Ya no cuenta para nada. La actual dirección de ETA,
integrada por miembros de EKIN, el comisariado político que mantenían en el
interior de España hasta su disolución, ha decidido que José Antonio
Urruticoechea Bengoechea, «Josu Ternera», no forma parte de la banda a efectos
operativos, como si se hubiera convertido en un «estorbo», según han informado
a LA RAZÓN
fuentes antiterroristas. Y, claro, le han quitado «el sueldo» que rondaría los
1.500 euros.
Dicha «dirección», en la
que el personaje más preminente parece ser Mikel Barrios –un fanático como
todos los de Ekin pero que sabe poco de organizaciones terroristas y
clandestinidad–, decidió retirar hace algún tiempo a «Ternera» la asignación
monetaria y la comunicación que esporádicamente se mantenía con él.
ETA, según las citadas
fuentes, destina el dinero del que inexplicablemente dispone (su origen se
desconoce, aunque se sospecha, porque dejó de chantajear a los empresarios)
para mantener una pequeña infraestructura. Consiste en una red de casas de
separatistas vasco franceses, simpatizantes de la banda criminal, que esconden a
los terroristas, quienes, a cambio, les ayudan a sufragar los gastos.
Que un personaje tan
«emblemático» (para los terroristas), ante cuyo nombre los presos díscolos de
la banda se echaban a temblar, se encuentre en esta situación, demuestra hasta
qué punto ETA ha caído en manos de ese grupo de fanáticos que, al menos de
momento, sigue las directrices «políticas» que se les marcan por un grupo de
cabecillas, parte de los cuales se encuentran en España.
El pasado mes de
octubre, la Policía
francesa, que debe ser conocedora de esta situación, realizó dos registros: en
el domicilio donde vive su compañera, ante la sospecha de que pudiera estar
escondido allí, y en una casa de los Pirineos.
En el de su compañera
sentimental, Agnes Cerlo, en la localidad vasco francesa de Anglet, entraron
una decena de agentes de la Policía Judicial. Fotografiaron el interior y los
accesos, clonaron el ordenador y consultaron el teléfono móvil de la mujer.
La otra casa registrada
está en Durban-sur-Arize, de la que, tal y como publicó en exclusiva LA RAZÓN , «Ternera» logró
escapar el 16 de julio de 2013, en una operación que la Comisaría General
de Información (CGI) había montado para capturarle tras una laboriosa
investigación.
Las fuentes consultadas
creen que Urruticoechea está gravemente enfermo de cáncer, por lo que podría
estar hospitalizado o seguiría tratamiento en algún lugar seguro. En cualquier
caso, donde viva o esté internado, los gastos los tiene que afrontar con sus
propios medios, sin ningún tipo de cobertura etarra.
«Josu Ternera» debe
contar con las documentaciones falsas que le proporcionó la banda en 2006 y
2007, cuando participó en las negociaciones con el Gobierno socialista, pero
están sometidas, por lógica, a fechas de caducidad.
Fue su último «servicio»
operativo a ETA y, tras ello, pasó a la más absoluta clandestinidad, aunque ha
sido localizado en algunas ocasiones y, al menos, en una recibió una misteriosa
llamada que le permitió escapar en el último momento.
Cuando fue descubierto
en el año 2013 estaba con su compañera y un niño de corta edad y se hacía pasar
por profesor en el citado pueblo francés de Durban-sur-Arize (150 habitantes),
muy cerca de la frontera española por el Valle de Arán.
Los vecinos comentaron
entonces, al conocer la identidad del que creían un pacífico docente, que, al
igual que su mujer, no daban problemas y procuraban pasar desapercibidos.
Paseaban con su niño de
pocos meses por la zona, un paraje realmente idílico al pie de los Pirineos y
nada hacía pensar que era uno de los terroristas más buscados por las Fuerzas
de Seguridad.
Agnes Cerlo había dado a
luz al niño, que, si hacemos caso de la declaración que prestó ante la Policía francesa, no era
hijo de Urruticoechea. Los agentes, sin embargo, no se terminaron de creer esas
manifestaciones.
Los Urruticoechea-Cerlo
habían instalado en su casa, dado el tiempo que residían en ella (desde 2007,
cuando terminaron las negociaciones con el Gobierno), hasta una línea fija de
teléfono, y todo parece indicar que pensaban continuar allí todo el tiempo que
pudieran.
Se trataba de un lugar
aparentemente seguro (hasta que fue localizado por agentes de la Comisaría General
de Información de la Policía
española) para un individuo sobre el que pesa una orden internacional de
búsqueda y captura por el atentado etarra cometido contra el cuartel de la Guardia Civil de
Zaragoza, en el que fueron asesinadas 11 personas, seis de ellas menores de
edad.
Huyó con lo puesto y se
dejó en la casa, además de la ropa, dos ordenadores y determinados medicamentos
para combatir la ansiedad y otros para mantenerse en plena forma en todos los
aspectos, incluido el sexual. No parece que en este caso fuera alertado sobre
su inminente detención, como parece que ocurrió en 2011, en los Alpes
franceses, cuando fue a visitar a su hijo Egoitz. Recibió una llamada, nada más
y nada menos que desde Kenia, para que pusiera pies en polvorosa.
Pocos terroristas de los
que se mantenían en activo dentro de ETA llevan tantos años de militancia en la
banda. Nacido en Miravalles (Vizcaya), el 24 de diciembre de 1950, se incorporó
a ETA durante el anterior régimen. Ya en 1971, figuraba como huido a Francia
después de haber sido uno de los responsables en el País Vasco. Entre las
acciones criminales que se le imputaron, y que fueron perdonadas gracias a la Ley de Amnistía, figuran
atracos y robos de explosivos que, según se comentó en su momento, fueron
utilizados en el atentado que costó la vida al almirante Carrero Blanco, su
conductor y el escolta, acto criminal al que no fue ajeno.
Tras muchas peripecias,
llegó a regularizar su situación, hasta el punto de ser elegido miembro del
Parlamento Vasco por Euskal Herritarrok (EH). Cuando la Justicia le citó en
relación con el atentado del cuartel de Zaragoza, huyó.
Es inevitable que cuando
alguien hace un organigrama de la actual ETA tenga la tentación de meter en
algún sitio a «Ternera». No es así.
Pasó a la historia de la
banda terrorista, lo que no significa que le quede comparecer ante la Justicia por los graves
crímenes que se le imputan.
Sueldos
de entre 300 y 2.000 euros para los terroristas
Los «sueldos» en ETA
oscilaban en 2015 entre los 300 y los 2.000 euros que cobraban los cabecillas.
«Ternera» debía de andar por los 1.500. La estrategia de minimizar los gastos y
pagar sólo a aquellos militantes a los que se considera necesarios para el
mantenimiento de la «dirección» y de las infraestructuras en Francia han dejado
al otrora poderoso jefe del «aparato político-internacional» sin un céntimo. Un
duro golpe para un individuo que siempre se ha creído el depositario de las
esencias etarras y con una larga experiencia en la banda criminal.
La
última pista.
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