11 diciembre 2016
El 'caso Nadia' o la
cosificación de los hijos para sacar beneficio económico
Los padres de Nadia Blanco, Fernando y Marga, están
acusados de estafar a donantes desde 2008 con la coartada de necesitar dinero
para salvar a su hija de una enfermedad rara y mortal. Pero el juez apunta, más
allá del timo, a la explotación de la menor.
Utilizar a tu hija para sacar dinero a personas de buena
voluntad que se han creído la mentira de una enfermedad mortal, que no lo es. La
historia de Fernando Blanco y Marga Garau recuerda a los terribles cuentos de
Dickens o a cómo la
'cándida Eréndira' acabó siendo explotada por la desalmada de su abuela que
debía ayudarla, según la triste historia de Gabriel García-Márquez.
Sin embargo, la vida de Nadia es completamente real. Nació
con una enfermedad impronunciable, tricotiodistrofia, que convierte
a quienes la sufren en dependientes pero no lleva a la muerte. Y en ese momento tan complicado,
"su padre vio una oportunidad de negocio y no una desgracia", explica
la psicóloga clínica Ana Isabel Gutiérrez.
Evidentemente el abogado de la familia, Alberto Martín, no lo ve así. "Fernando asegura que todo el dinero recaudado -unos 900.000 euros desde 2008- ha sido utilizado en tratamientos para la niña, pero de medicina alternativa y de investigación. No lo puede acreditar con facturas porque en este tipo de servicios no se dan facturas, pero sí ha explicado cómo se llegaba hasta esos lugares, los teléfonos y los nombres. La mayoría de los documentos ya están en el juzgado porque se los llevaron en el registro de la casa".
Evidentemente el abogado de la familia, Alberto Martín, no lo ve así. "Fernando asegura que todo el dinero recaudado -unos 900.000 euros desde 2008- ha sido utilizado en tratamientos para la niña, pero de medicina alternativa y de investigación. No lo puede acreditar con facturas porque en este tipo de servicios no se dan facturas, pero sí ha explicado cómo se llegaba hasta esos lugares, los teléfonos y los nombres. La mayoría de los documentos ya están en el juzgado porque se los llevaron en el registro de la casa".
El perfil que
ha descrito el juez de la Seu
d'Urgell al retirar la patria potestad de
la menor a los padres es muy similar al que diferentes expertos exponen a Público. No se trata de unos timadores cualquiera, no
juegan con la codicia del estafado. En este caso han
jugado con la bondad de la gente, pero también con la vida de su hija desde que
tenía tres años hasta los 11.
Para el abogado de los padres esta medida cautelar "es
equivocada y la vamos a recurrir. Lo ha hecho para presionar a los padres. En estos momentos la
niña está con su tía y su madre también está con ella. Ahora Nadia está triste
sólo de pensar que tiene que irse a Mallorca y alejarse de ellos".
Explotación infantil
Más aún, "ha
utilizado a su hija, la ha cosificado como un elemento más para ganar dinero,
la ha educado para que mienta al entorno y siga el cuento de los padres, por
eso es normal que el juez retire la patria potestad, puesto que la niña ha sido
explotada para obtener beneficios y habrá que someterla a un estudio
psicológico por si la han podido causar más daños. Es como si vemos a un menor
pidiendo a la puerta de una iglesia y a su madre al lado; es evidente que le
está explotando porque ese niño tendría que estar en la escuela", explica
Gutiérrez.
El colegio lo pisaba poco, porque siempre andaba de viaje
con su padre en busca de nuevos remedios. Alberto Martín explica que "la niña iba al colegio cuando la enfermedad,
los viajes y los tratamientos se lo permitían. Aunque no hubo
internamiento hospitalario, la niña iba al hospital en Navarra, Madrid,
Mallorca, Barcelona... y tenía que pasar más de una noche fuera".
La madre de la menor también está imputada, aunque Martín
asegura que "su marido no le contaba algunos de los sitios adonde iba con
la niña, porque a ella no le gustaba la medicina alternativa". Pero cuando
Marga fue preguntada en televisión por el hospital de Houston y el médico que
la trataba a su hija, tampoco supo contestar.
Sin embargo, con la retirada del pasaporte, el juez
ha averiguado que en realidad Nadia nunca salió de España ni a Houston ni a
ninguna cueva de Afganistán. Ahora que esos viajes internacionales han
sido desmontados, Fernando Blanco ha explicado que llevó a su hija París, a
Bélgica... a lugares donde no es necesario sellar el pasaporte.
La abogada penalista y criminóloga Marta
Pellón explica que
"la retirada de la patria potestad es una medida cautelar para proteger a
la menor, porque esta estafa sin la menor no se comete.
Es el anzuelo necesario por el que picaron muchas personas al dar
donativos".
En duda la enfermedad
El pediatra
está harto de pedir informes, según el auto del juez, y el hospital de
referencia que quería hacerse cargo del caso recibió la negativa de los padres
que alegaron que era tratada en Mallorca y en Houston. El juez ha pedido por
eso que a Nadia la revise un médico forense, tanto para certificar que la
enfermedad genética es auténtica como para conocer si tiene secuelas
por la manipulación sufrida por sus padres.
Fernando y Marga han superado la presión de los vecinos, de
los amigos, de los familiares y de todo el entorno. "Son 24 horas al día dedicados no a su
hija, a llevar a cabo la estafa. Son mitómanos, estafadores
profesionales y lo que hemos visto es a la niña feliz, abrazando a los
presentadores de televisión mientras su padre lloraba al lado diciendo que se
podía morir", explica la criminóloga y escritora Nieves
Abarca, quien como
otros expertos consultados pone en duda que la niña esté realmente
enferma.
Abarca explica que "a priori Nadia no tiene por qué
tener ningún problema psicológico porque la han educado en ese mundo, el problema
es lo alejada que pueda estar de la realidad. Ella seguramente recibía
estímulos positivos después de salir en televisión, el dinero no se lo
gastarían en su enfermedad pero sí en ella y esa es una manera de que la niña
pase por alto muchas cosas. El problema es que la pudieran convertir en otra
estafadora".
Desde hace ocho años a Nadia la han educado para que cuente
una historia que no es real, pero con 11 años tiene la edad suficiente
para entender que tenía que mentir cuando iba a un plató de televisión o
realizaban algún evento. La raparon, aunque la pérdida de pelo no es
consecuencia de la enfermedad, y los padres realizaron fotografías en ese
estado que difundieron entre los medios.
"El final de esta historia podría haber sido mucho
peor para la niña. Estaba claro que a los padres les quedaba poco tiempo
para poder seguir explotando la gallina de los huevos de
oro. Dentro de poco llega a la adolescencia y se tendría que plantear si
su enfermedad la impide hacer lo que le gusta a todo el mundo a los 15 o 16
años, salir con sus amigos y relacionarse con gente al margen de sus padres. Y
parece que ellos no se iban a resistir a que el chollo se acabara",
argumenta Ana Isabel Gutiérrez.
Sin empatía
"El perfil, más que
de mentiroso compulsivo, es de psicópata. No ha matado, pero ha
demostrado que no le importan nada ni los daños causados ni las personas que
han renunciado a cosas para que él pueda tener un chalé o un coche de
lujo", explica la psicóloga clínica Ana Isabel Gutiérrez.
Marta Pellón enumera las características de los
estafadores, que "actúan principalmente mediante el engaño, tienen una
buena apariencia física, son agradables y eso genera confianza en la víctima. Normalmente
tienen un carácter encantador, generan confianza, simpatía, suelen ser personas
muy seguras de sí mismas, son muy observadores, egocéntricos,
narcisistas, no tienen conciencia de culpabilidad y carecen de empatía respecto
a sus víctimas. Son planificadores y meticulosos, para sacar el máximo
rendimiento económico a su estafa".
En este caso se rompe el tópico de que los estafadores
juegan con la avaricia del estafado. "En
este caso el estafador ha jugado con la empatía que sí tienen sus víctimas,
con la sensibilidad de las personas que se están creyendo la historia, que se
pueden poner en el lugar del otro", explica Marta Pellón.
En la historia reciente hay casos
de mentirosos compulsivos como
la falsa víctima del 11-S que decía llamarse Tania Head y trabajar en la torre donde Merrill
Lynch tenía su oficina, aunque en realidad se llama Alicia Esteve, es de Barcelona y jamás trabajó en dicha
empresa. O Enric Marco, que se pasó 30 años contando que había
estado en el campo de concentración nazi de Flossenburg, hasta que a los 84 años tuvo que confesar que todo era mentira.
Pero este caso tiene el agravante de haber utilizado una
menor para sus fines. Los delitos a los que se enfrenta Fernando Blanco y
también Marga van de la estafa a la falsedad documental y la
explotación infantil, para todos ellos las penas son de prisión. Los
padres de Nadia sin duda han conseguido que la vida de su hija sea más dura de
lo que ya era con su enfermedad.
Opinión:
No voy a opinar sobre la extraña historia de estos padres y
su hija. No soy un experto para poder hablar sobre la certeza o la invención de
la enfermedad de la pequeña Nadia.
No he tenido tiempo de revisar si algún otro medio lo ha
hecho pero me ha sorprendido gratamente que al menos publico.es haya
investigado casos similares en los que alguien ha podido inventarse historias
para obtener réditos personales, económicos y egocéntricos.
Se relatan en la información dos casos, uno de ellos
relacionado con víctimas del terrorismo… pero por los atentados en Nueva York
del 11-S. Es correcto que se denuncie ese tema pero ¿ha podido ocurrir lo mismo
en España? ¿Hay quien ha sido reconocido como víctima del terrorismo bajo serias
sospechas de mentir o de haber cometido falsedad documental? ¿Puede haber
alguien que haya exigido el reconocimiento en diferentes ocasiones sin haberlo
adquirido por existir serias dudas sobre la veracidad de su relato? ¿Existe
quien ha obtenido ese reconocimiento por el simple hecho de que un policía se
creyera la pantomima y escribiera en un documento la coletilla “según refiere”?
¿Pueden aparecer secuelas físicas diez o quince o veinte años después del “atentado”?
¿Se puede ir hablando por ahí sobre lesiones “propias” que jamás se han sufrido?
La respuesta a estas preguntas, a todas, es SI.
Ahora ¿quién se atreve a investigarlo?
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