04 diciembre 2016
El caso de Nadia
Cuesta creer que los padres de Nadia, la niña enferma que
llevamos ayudando desde hace años nos hayan engañado. No puedo pensar que tras
sus lágrimas y agradecimientos cada vez que se superaba una nueva cifra de
recaudación había una presunta estafa. Nadia siempre ha sido una niña especial,
divertida, hiperactiva, graciosa a la que alargábamos la vida con cada donación
sin esperar mucho más. Sus padres abandonaron sus trabajos para ocuparse en
exclusiva de ella como haría cualquier padre, dedicaban su vida a realizar
acciones públicas para conseguir fondos, supuestamente para conseguir operarla
en cualquier lugar del mundo donde fuese posible.
Venían a la
radio y a televisión siempre con una sonrisa en los labios, hicimos calendarios
con Nadia, especiales en televisión, decenas de entrevistas para promocionar
sus conciertos y todo eso se traducía en dinero para su curación, cientos de
miles de euros. Recuerdo como en marzo del 2013 les ayudamos de nuevo tras
regresar a Mallorca de una supuesta intervención en Huston, necesitaban ayuda
para promocionar un concierto benéfico y la madre nos decía “agradezco de todo
corazón que sigan apoyándonos con donativos”. A día de hoy no hay ninguna
prueba de que esta intervención en Huston se realizase. Nadia se convirtió en
todo un fenómeno mediático que hacía aflorar lo mejor de cada uno de nosotros,
Alejandro Sanz o Rafa Nadal participaron en sus campañas.
Cuando hace
unos días llamaron a un compañero de El Mundo para que les ayudara a recaudar
dinero para una nueva operación, volvió a conseguir en cuatro días 150.000
euros, me lo contaba el padre de Nadia Fernando, llorando por teléfono el
martes pasado. Ahora sabemos que no existe tal operación, ni hay pruebas de los
supuestos viajes por medio mundo para recaudar fondos, ni puede nadie demostrar
la existencia del dr. Brown que trató durante años a la niña. Nuestro error
como periodistas ha sido no haber dudado de la palabra de esos padres, no haber
comprobado la veracidad de sus viajes, operaciones y transferencias.
Pero Nadia
esta enferma, muy enferma. ¿Es posible que unos padres utilicen la enfermedad
de su hija para pagar deudas pendientes? Me cuesta creerlo, pero lo que ya
parece evidente tras la investigación abierta por la policía es que el cien por
cien del dinero no fue para la curación de Nadia.
Me viene a la memoria Enric Marco a quien entreviste
infinidad de veces contando el horror que pasó en los campos de exterminio
nazis como presidente de Amical de Mauthausen, se pasó 30 años de su vida
contando lo que le sucedió incluso en el Parlament de Catalunya o recibiendo la Creu de Sant Jordi sin que
nadie pusiera en duda la veracidad de su historia. Cuando se supo que era todo
mentira me dijo que lo hizo “porque mi relato era más efectivo y veraz que el
de muchos que estuvieron allí, no mentí por maldad, lo hice para ayudarles”.
Quizá eso
pensó Fernando el padre de Nadia, conseguía gestos de solidaridad sin
precedentes agrandando la historia, fabulando con viajes por medio mundo para
salvar la vida de su hija, emocionándose al contar su historia quizá inventada
en los platós de televisión, que siempre abandonaba con lagrimas en los ojos.
Nos hizo sentir bien al resto ayudando a Nadia. Si ahora se demuestra que todo
fue una estafa utilizando a su hija enferma, el daño será irreparable para
decenas de familias que luchan cada día para salvar la vida de sus hijos sin
hacer tanto ruido. Son muchas las campañas que sí necesitan dinero y no les
podemos dar la espalda si el caso de Nadia resulta ser una estafa.
Opinión:
No tengo la suficiente información para valorar caso de la
pequeña Nadia y menos todavía en el proceder de sus padres aunque confío en
todo lo que mi amigo Albert publica hoy en su dardo.
Pero sí tengo suficiente información para valorar lo que
comenta sobre el caso de Enric Marco y cuantos “Enric Marco” pululan por la
geografía española en diferentes campos. Uno de los campos en particular tiene
relación con el de víctimas del terrorismo, es decir, víctimas de atentados
terroristas que deben tener una documentación que compruebe indubitadamente si
quien dice ser “víctima” lo es realmente. Y a mí también me vienen a la cabeza
algunas preguntas. ¿Es normal que aparezcan las secuelas físicas veinte años
después de estar supuestamente presente en un atentado? ¿Es normal que nadie
reclame unas lesiones físicas hasta pasadas dos décadas? ¿Es normal que se
mienta diciendo que no se ha recibido una indemnización culpando de ello a otra
persona cuando el interesado permaneció durante años alejado de cualquier
reclamación? ¿Es normal que exista alguien que, pese a recibir varias denegaciones
administrativas al exigir su supuesto reconocimiento como víctima sea
presidente de una asociación de carácter virtual? ¿Es normal que se relaten
como propias las lesiones y secuelas que presentamos otras víctimas? ¿Es normal
que no se conozcan las sentencias del atentado que, supuestamente, se ha
sufrido? ¿Es normal que se esconda la existencia de ciertas personas para
presentarse como acusación y recibir una indemnización? ¿Es normal que se
utilicen los informes médicos de otras víctimas como si fueran los propios para
intentar conseguir extraños objetivos?
Ahora comprendo los insultos que recibí hace unos días a
través de una red social…es lo normal cuando a los “Enric Marco” de turno no
les salen los planes como hubieran deseado y cuando saben que algunos conocemos
la verdad de todo lo ocurrido.
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