07 mayo 2019
Inmortalizar la
tragedia
Desalmados sin conciencia
El vídeo de un pasajero del avión ruso envuelto en llamas,
nueva muestra de la insensibilidad nacida con las redes
Javier Ricou
Ha vuelto a pasar con el avión
accidentado en Rusia. Segundos antes de que las llamas abrasaran a la mitad del
pasaje (hay 41 muertos) hubo quien hizo gala de mucha sangre fría, pero no para ayudar. Ese
pasajero o pasajera tuvo temple para sacar su teléfono
móvil, con el fuego a un palmo de la ventanilla, e inmortalizar la tragedia. Con una
estremecedora banda sonora: los desgarradores
gritos de las personas atrapadas
en ese aparato.
Aunque la noticia no habría que buscarla a estas alturas en
la existencia de ese vídeo viral filmado por uno de los pasajeros (se
presume que ha sobrevivido) antes de que las llamas devoraran el avión. Lo
extraño, vistos los antecedentes por hechos
similares en las redes sociales, es que no estén apareciendo más imágenes
similares de ese infierno filmadas por otros pasajeros, apunta Ferran Lalueza, profesor de
Comunicación y Social Media de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e
investigador de GAME.
“Esto es un círculo vicioso –añade Lalueza–, la difusión
reiterada de este tipo de imágenes nos ha insensibilizado hasta tal punto que
ya no nos planteamos objeciones morales, ni legales ni de mero sentido común a
la hora de captarlas y compartirlas, lo cual a su vez contribuye a incrementar
dicha insensibilización”.
“Lo que sorprende de las imágenes del accidente de Moscú es
que hasta ahora sólo haya trascendido un vídeo del interior de la aeronave
–reitera este profesor de la UOC –
pues estos comportamientos son altamente imitativos: si vemos a alguien
grabando, tendemos a hacer lo propio. Y cuantas más personas graban una escena
que tenemos delante, mayor es la sensación que nos embarga de que, si nosotros
no lo grabamos también, nos estamos perdiendo algo valioso”.
La existencia de esas imágenes es, con toda seguridad, un
duro golpe para los familiares de las 41 víctimas mortales de ese accidente. No
necesitan ver un vídeo ni escuchar esos gritos para imaginar cómo fue el final
de sus seres queridos. Un sentimiento reflejado en unas manifestaciones hechas
el pasado mes de enero por el padre de la ciudadana española muerta tras la
explosión en una pastelería en París. “En brazos en la calle, pidiendo ayuda,
ayuda, y la gente, qué poco corazón, con el puto móvil en las manos, grabando,
y nadie se dignó en dar ayuda a ese hombre”, declaró el padre de esa víctima al
narrar el escenario con el que se encontró su yerno mientras deambulaba por la
calle con el cuerpo de su esposa herida en brazos.
Esta es una guerra que muchos dan por perdida en esta
sociedad de la tecnología. Ferran Lalueza apunta: “Inmersos como estamos en una
cultura de la inmediatez y la ubicuidad, no hay una reflexión previa sobre la
conveniencia o no de capturar esas imágenes, o sobre el uso que les acabaremos
dando, o sobre el coste de oportunidad que conlleva estar pendientes del móvil
en lugar de preocuparnos por nuestra propia seguridad o la de otros”. Este
experto en comunicación estima que en pocos años hemos interiorizado este
comportamiento hasta convertirlo en algo meramente instintivo y alejado de toda
lógica racional”.
¿Y por qué caemos en esa trampa? “En las redes sociales,
somos adictos a los likes, pero conseguirlos resulta cada vez más difícil. El
listón está hoy muy alto. Ya pocas cosas nos impactan y sólo aplaudimos lo
insólito o lo inalcanzable”, afirma Lalueza. Así que las escenas cotidianas no
generan ningún interés. “En cambio –añade este profesor de la UOC – mostrar el interior de un
avión aterrizando en llamas es algo que muy pocos pueden hacer. Por tanto, la
captura de esos momentos tan dramáticos puede tener mucho que ver con el deseo,
consciente o no, de conseguir la admiración de públicos masivos”.
Opinión:
Creo que el presente artículo pone sobre la mesa una situación que no hace mucho tiempo vivimos en nuestro país.
Creo que el presente artículo pone sobre la mesa una situación que no hace mucho tiempo vivimos en nuestro país.
En unos días, más información…
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