martes, 28 de mayo de 2019

27 mayo 2019 Norte de Castilla

27 mayo 2019 


Ternera, derrotado
«No volverán a vivir las niñas asesinadas por Ternera en Zaragoza, esto es lo más terrible del terrorismo nacionalista, que las víctimas no renacen»

Vuelvo con la detención del terrorista sanguinario, porque nos ha costado más de cuarenta años acabar con esto y no podemos ventilarlo en un par de días. La imagen deteriorada del asesino Ternera, con la casa a cuestas, solo, viviendo en una chabola en el monte en paupérrimas condiciones, es un retrato acabado de la derrota de la banda terrorista. Ternera formaba parte de la generación de vascos que en los setenta pensó que el mañana les pertenecía y que, a base de bombas y tiros, acabarían instaurando un Estado puro, en el que florecería el hombre nuevo vasco. Sin tregua.
Cuarenta años después de haber asesinado a todo el catálogo imaginable de seres humanos, la banda de Ternera ha sido derrotada por la democracia española. No han conseguido ni uno solo de los objetivos por los que ensangrentaron nuestras vidas.
Hay en esta detención una cierta reparación, tardía, a las víctimas, a los supervivientes y a los familiares de los que Ternera asesinó, mandó asesinar y teorizó sobre la necesidad de aniquilarlos. Porque eso fue ETA, una banda que quería exterminar a sus construidos como enemigos, los 'españoles', como forma segura de acabar implantando su dictadura.
No volverán a vivir las niñas asesinadas por Ternera en Zaragoza, esto es lo más terrible del terrorismo nacionalista, que las víctimas no renacen, pero sí van a tener la satisfacción los propios guardias civiles, y todos los demócratas, de ver en la cárcel a este individuo. No hay edad buena para entrar en prisión, pero que a los 69 años, cuando los conmilitones que te apoyaron desde la barra del bar se dan al solaz de la jubilación en la costa mediterránea española, tengas que entrar al talego, al menos por ocho años, debe ser demoledor. La detención de Ternera abrocha la derrota de ETA; él, que lo fue todo a la hora de matar y mandar matar, que leyó con voz vencida y trémula el comunicado que confirmaba el cese por cierre del negocio etarra hace un año, les dice a los que le detienen que no es él, que es un escritor venezolano. ¡Qué balance personal!
Los epígonos de Ternera en las tierras vascas han salido contritos a decir que esto es volver al pasado, que los jefes de quienes les han detenido no quieren la paz, y así. Los otegis, que no han sido capaces siquiera de decir que fue «injusto» asesinar en régimen industrial, torturar con el secuestro, extorsionar a empresarios, sembrar odio y miedo durante cuarenta años, se preguntan qué han hecho para merecer esto. Pues eso, alentar, justificar, preparar y perpetrar, entre otros, el asesinato de once personas en Zaragoza, o de 21 en Barcelona o…, así hasta casi mil muertos. Tiene ahora Ternera tiempo por delante, incluso para convertirse en escritor venezolano, y no estaría mal que nos contará los crímenes pendientes de aclaración de su banda, en la que lo fue todo.




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