17 mayo 2019
Un carnicero, por fin, encarcelado
Es
vergonzoso que Jesús Eguiguren llame "héroe" a Josu Ternera
Hay que felicitarse, sin lugar a dudas, por la detención
ayer en Francia de José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera, uno de
los dirigentes etarras más sanguinarios de la siniestra historia de la banda
terrorista. Con su arresto, el
Estado avanza en la disolución definitiva de la organización,
que debe completarse no por iniciativa de los asesinos que aún la mantienen con
vida, como se ha defendido desde algunas instancias, sino por la persecución
sin descanso de todos los que están fugados y por el esclarecimiento de los
crímenes que continúan sin resolverse. En este sentido, la captura de Ternera,
que llevaba huido desde 2002 y sobre el que pesan cuatro órdenes de busca y
captura por los graves delitos de integración en organización terrorista,
asesinato y delitos de lesa humanidad, es un paso determinante para que no haya
sombras de impunidad y se pueda poner fin con justicia y sin concesiones a la
pesadilla etarra. Es de desear que no se trate de una detención aislada y que la Guardia Civil logre
finalizar pronto y con éxito las operaciones que tiene abiertas.
Porque ninguno de los etarras prófugos, menos aún este
carnicero sin escrúpulos, son "héroes", como ha afirmado Jesús
Eguiguren. En unas declaraciones que delatan su baja catadura moral,
el ex presidente de los socialistas vascos, que mantuvo conversaciones secretas
con el terrorista en Suiza entre 2005 y 2006 bajo la supervisión del
recientemente fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba -antes de que éste accediera al
Ministerio del Interior-, afirmó ayer que Ternera es un "héroe de la
retirada" por su papel "clave" en el pacto que puso fin a la
actividad armada de la banda terrorista. Habría que recordar a Eguiguren -o al
lehendakari Urkullu, que dijo preferir mirar al futuro- que, entre otras
barbaridades, Urrutikoetxea es responsable de las masacres de Hipercor en
Barcelona, que provocó la muerte de 21 personas e hirió a otras 45, y del
tentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, en el que murieron 11
personas (entre ellas cinco niños) y 88 resultaron heridas.
Desafortunados han estado también tanto el presidente del
Gobierno como el ex lehendakari socialista, Patxi López, que han intentado
capitalizar electoralmente la detención del etarra reivindicando la figura de
Rubalcaba como si fuese éste el principal artífice de la derrota de la banda.
El Sánchez más mitinero no se ha privado de arrogarse un mérito debido a la
acción de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y al compromiso de la sociedad, de
las víctimas y de todos los partidos constitucionalistas, que han pagado con la
sangre de los suyos la lucha contra ETA.
El hecho de que Ternera haya sido hospitalizado tras su
detención en Francia ha hecho recordar a muchos el caso del etarra
Bolinaga, que disfrutó de una privilegiada libertad condicional
por su enfermedad. Es de esperar que el Estado no vuelva a cometer el mismo
error.
Opinión:
Cuando el atentado en Hipercor me alcanzó, trabajaba como
carnicero. El paso del tiempo me ha hecho ver cómo se utilizaba la digna y
respetable palabra “carnicería” para definir cualquier situación en la que se
ve envuelto el dolor y la sangre. Una comparación que siempre me ha parecido
repugnante por lo que encierra de canalización de una hermosa profesión como es
la de carnicero.
Por ello, siempre que tengo ocasión denuncio la estúpida
utilización de esta comparación y ello me llevó en 2012 a recibir uno de los
premios que más me enorgullece tener: el de “carnicero honorífico de la ciudad
de Barcelona”.
Una vez mas, debo hacerlo: señores periodistas que escriben
el editorial de “El Mundo”, ser carnicero no es sinónimo de ser un asesino ni
de ser un delincuente, ni mucho menos de ser un terrorista. Para definir a
quien causa un daño a seres inocentes, les recuerdo que pueden inventarse una
nueva palabra: masacrador.
Ah no, que ya existe…
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