09 mayo 2023
Gorka Urtaran
Solomon Eliot Asch fue conocido dentro de la psicología social y el estudio del comportamiento humano y los fenómenos de grupo por su técnica para analizar el grado de independencia-sumisión de una persona a la presión grupal. Consistía en crear falsos grupos formados por el sujeto experimental y una serie de cómplices del experimentador. Éstos confabulaban deliberadamente contra el sujeto experimental manifestando percibir algo distinto a la realidad. Éste, viéndose solo en su posición, terminaba sometiéndose a la opinión del grupo, conformándose con la opinión mayoritaria. Así, la conformidad social es entendida como el fenómeno por el cual un individuo adapta su opinión a la del grupo para encajar en él.
Tras varios años de análisis, Asch concluyó que la conformidad social se reducía de forma drástica si el grupo era de amigos, pues al aumentar su seguridad, confianza y confort, el sujeto experimental sentía mayor libertad e independencia para defender su opinión, aun siendo contraria a la de todo el grupo. Por contra, a mayor grado de intolerancia de una organización, o cuanto mayor fuera el temor a la misma, mayor era el nivel de sumisión. El individuo se sometía a la opinión del grupo, incluso estando convencido de que éste no tenía razón.
Traigo a colación esta reseña porque nos permite entender lo sucedido en torno a la participación de Kai Nakai en un podcast de Beatriz Artolazabal, la candidata a alcaldesa de Vitoria-Gasteiz por EAJ-PNV. Kai Nakai es una artista gasteiztarra de música pop urbana que vehicula todo su arte en euskera, en nuestra lengua. Muchas de sus versiones de canciones famosas se han hecho virales. En el diálogo con Beatriz solo habla de la música y de sus sueños. Enseguida se percibe la ilusión y felicidad que irradia por los cuatro costados. Sin embargo, la publicación del podcast le ha acarreado un aluvión de críticas e insultos de los haters de la izquierda abertzale que le han tachado de todo.
Al Boss le ha pasado algo similar. Este fin de semana, leía en Berria un artículo de José Mari Pastor a cuenta de la visita de Bruce Springsteen a Barcelona. Pastor criticaba la reacción surgida en España contra el Boss por haber dirigido un saluda al público solo en catalán y solo hablando de Cataluña. “Pipertu zaizkigu espainolistak” decía en su artículo, en el que también manifestaba en un cultivado euskera que “el día en que tanto allí como aquí, la gente (lo) acepte con total normalidad, sin hacer la más mínima crítica, algo estará empezando a cambiar en España”. Estoy de acuerdo con él, pero me pregunto cuándo además de ver la paja en el ojo ajeno, verán la viga en el propio.
Para Bildu, la joven artista ha cometido un pecado capital porque no puede soportar que nadie del ámbito musical vasco con proyección y predicamento social entre la juventud se reúna en público con una candidata de una ideología distinta a la suya. No te digo nada si encima es la del PNV. ¡Hasta ahí podían llegar! Así que, una vez más, lanzan a su manada para que le presionen mientras sus portavoces guardaron un silencio atronador. Habría sido más creíble y útil que el mensaje de apoyo de la candidata de Bildu a Kai Nakai hubiera llegado en el primer momento, cuando los suyos le insultaban, y no después a petición de un medio de comunicación. La cantante gasteiztarra tiene toda nuestra solidaridad y apoyo porque no debería haber nada más gratificante para un alcalde o alcaldesa que ver cómo sus vecinos y vecinas cumplen sus sueños. Al margen de cómo piensen.
El caso es que lo que primero fue una reacción natural de la artista reprobando los ataques a la libertad de expresión y las faltas de respeto de sus agresores verbales, ha acabado convirtiéndose en una solicitud pública de perdón y de disculpas por aparecer junto a la candidata del PNV. Como si la agredida hubiera sido la agresora. El mundo al revés, aunque puedo imaginar perfectamente lo complicado que puede llegar a ser esta situación para cualquier persona, máxime para una cantante, cuyo éxito depende del reconocimiento social.
En todo caso, el proceso de respuesta de la artista es muy revelador de lo que representan unos y otros. El PNV y Bildu. Como en el ensayo de Asch, unos son el grupo que transmite seguridad, confianza y confort al sujeto experimental, que siente así mayor libertad e independencia para decir lo que piensa aun no estando de acuerdo con el grupo; mientras que los otros siguen siendo una organización que destila intolerancia y temor para tener sumisa a la gente que no actúa o piensa como ellos.
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