14 mayo 2023
Los terroristas y el contenedor
Probablemente no haya habido espacio con un humor más ácido y mas agresivo que Vaya semanita en EITB. Su radical y aplaudida diferencia con otros intentos fue criticar mediante el sarcasmo una realidad próxima, compleja y hasta peligrosa. Reírse de lo propio y no tirar balones fuera ridiculizando al ajeno. En aquella burla inteligente había un sketch, el de Los Batasunis, en el que dos personajes abertzales, Jota y Ke —hasta el nombre llevaba recado—, asomaban de un contenedor de basura con su outfit borroka. Era en muchos casos una ácida parodia del nivel intelectual de sus parodiados. Corría 2007 y el humor corrosivo e inteligente aún tenía cabida. Los Batasunis fueron tan relevantes que hasta se les utilizó como “testigos” del Ministerio Fiscal en el Tribunal Supremo, cuando Martín-Casallo pretendió demostrar con ellos que batasuna no era una palabra cualquiera en euskera que significa unidad, sino que tenía connotaciones, e impedir así que Abertzale Socializten Batasuna (ASB) pudiera inscribirse como partido. Lo consiguió.
Esto que les cuento es el argumento más sólido que encuentro para relacionar la presencia de ex convictos de ETA en las listas del País Vasco y el voto de millones de ciudadanos en el resto de España: el contenedor. Si no estuviera segura de que Feijóo no veía la vasca, les diría que está intentando hacer lo mismo que Martín-Casallo, meter con calzador un argumento que no pinta nada en la campaña a las municipales de Madrid, Albacete, Valencia o, en fin, de ningún sitio que no sea el País Vasco. Y no estoy de acuerdo con esas listas ni con esas presencias, pero tampoco con que se pretenda que yo tengo que pensar en eso a la hora de meter mi voto en la urna y no en quién coño va a limpiar de una vez Chamberí. Los muñecos de Jota y de Ke están en un museo en Tolosa, lo cual explica casi todo para el que lo quiere entender.
Constituye una provocación estéril y una estupidez política que ex presos de ETA —siete de ellos condenados por crímenes de sangre— se presenten en listas para “servir” a sus conciudadanos. Creo firmemente en la reinserción, pero reinsertarse no implica ejemplarizarse; reinsertarse no asegura un renacimiento social por el que quien cometió un delito execrable haya borrado todo su pasado. No es así. Tan firmemente como creo que la izquierda abertzale tiene toda la legitimidad para defender sus propuestas políticas en paz y democráticamente y que es lícito pactar con ella como con cualquier otro partido legal; tan firmemente, insisto, considero que es tarea política de los dirigentes de Bildu cuidar la limpieza democrática de sus listas como lo haría cualquier otro partido, no incluyendo a asesinos por mucho que hayan pagado su condena.
Laura Aznal, candidata en Navarra, ha justificado esta posición porque estas personas “tienen intactos todos sus derechos, sus derechos políticos también”. Una visión tan forzada como tantas que mantuvieron en su día. También los grandes corruptos o los asesinos en serie recuperan sus derechos políticos al extinguir todas sus penas pero no los tienen “intactos” puesto que sí han sido tocados, es más, les han sido retirados y luego devueltos. Ni ella ni ningún abertzale defendería la inclusión de ex convictos del PP por corrupción en listas electorales, o de asesinos de mujeres.
Uno de los principios políticos —al menos el de oportunidad— obliga a ir más allá de la mera legalidad a la hora de presentar candidatos. Por eso se investiga con lupa si los pretendientes tienen esqueletos en el armario y los esqueletos de estos aspirantes sabemos en qué cementerio reposan. Se trata de una vergüenza que le ha dado bazas a la derecha para atacar la labor en el parlamento de la mayoría de investidura y que ha tenido que ser sopesada, medida y aceptada por los dirigentes de esa formación. Aun así lo han consentido. Mal, muy mal.
Pero dejemos a los batasunis y volvamos al contenedor. ¿Qué se sabe de los contenedores? Les advierto que no hay nada que más preocupe a millones de personas: los contenedores, las cacas de perro, los puntos de reciclado, el ruido de los camiones de basura, la ineficiencia de la recogida, el escaso baldeado de las calles, la falta de zonas verdes, el aparcamiento, las multas, el ruido, las bandas, el menudeo, la contaminación y otra vez los contenedores. ¿Qué saben de esto? Que Vox va a construir nuevas líneas de metro en Almería donde no hay suburbano. Que Sánchez va implementar el derecho al olvido oncológico, que está muy bien, pero que nada tiene que ver con los alcaldes. Que Ayuso tiene ganas de comerle la tostada a Feijóo, que no es sino una lucha de poder ajena al municipio o la comunidad. Que el PP en Valencia promete derogar el sanchismo, como si ese régimen existiera, como si se pudiera derogar como una ley, como si esa consideración de estos comicios como una primera vuelta para llegar a Moncloa le solucionara a nadie sus problemas más próximos. Que Podemos quiere supermercados o duplicar los impuestos a la banca, como si eso lo fueran a hacer los alcaldes. Todo eso está tan lejos de las preocupaciones de estos comicios como los terroristas que mete Feijóo.
La gente que se ha dedicado o se dedica a preparar campañas cuando les comentas esto te dice a la cara que eres un ingenuo, que estas elecciones van de generales, que los relatos blablabla. Yo no soy ingenua, señores, yo soy purista. En democracia convertir en plebiscitos las elecciones o bien alterar su significado sólo sirve a los que buscan el poder y sólo perjudica a los administrados. Las gentes que acuden en masa a las elecciones locales a ganar la libertad liberal o a parar al fascismo sólo consiguen darles alas para que no tengan que prometer y mucho menos cumplir con las farolas, los parques, las aceras o las guarderías.
¿Han probado a buscar los programas extendidos de los partidos en sus municipios? Primero, les va a costar. Segundo, verán que son en casi todos los casos una sucesión de propuestas, más o menos acertadas, pero sin gran énfasis en la operativa real para implementarlas. Fábricas de sueños que ni siquiera salen a la luz, porque lo que pretenden todos es que nuestra emoción destile desde las tripas y vayamos a entregarles el poder maniatados, en nuestra condición de ciudadanos poco conscientes de nuestros intereses. Si esto es así, si la mayoría olvida sus intereses y sus demandas, la democracia se corrompe.
Déjense de terroristas. Déjense de cañas. Vuelvan al contenedor. Y en materia de programas políticos, concreten. En los televisivos ojalá hubiera más como el de Jota y Ke, ¡que también tiene mandangas pretender convencernos de que el sistema de alienación más poderoso de las últimas décadas en las escaletas fuera un enclave intelectual de la izquierda!
¡Vaya semanita! ¡Vaya semanitas nos quedan aún!
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