17 mayo 2023
El PP usará a Otegi para normalizar sus pactos con Vox: “Lecciones ninguna”
Génova cree que el silencio del Gobierno respecto a su trato con Otegi y sus polémicas listas desactiva una de las principales bazas del PSOE contra Feijóo: acorralarle por su acercamiento a "la ultraderecha"
“O rompe con Bildu o rompe con la decencia". Alberto Núñez Feijóo buscó poner a Pedro Sánchez contra las cuerdas por su alianza con los abertzales radicales en el último cara a cara entre ambos líderes en el Senado antes del 28-M. El líder del PP lo preguntó hasta en cuatro ocasiones. "¿Va a romper con Bildu? ¿Sí o no?". Pero el jefe del Ejecutivo lo esquivó y evitó romper con sus socios, que han adquirido un papel protagonista en la negociación y aprobación de la agenda legislativa del Gobierno. En Génova se da por hecho que, si necesita sus votos, el PSOE buscará el respaldo de la vieja Batasuna en ayuntamientos de Euskadi y en el Gobierno Foral de Navarra. Y consideran que esta circunstancia desactiva la estrategia de la izquierda de tratar de acorralar a Feijóo por sentarse a una mesa de negociación con Vox, un escenario que deberán afrontar los populares una vez se cierren las urnas.
El PP asume que toda posibilidad de arrebatar a la izquierda grandes bastiones territoriales pasa por un acuerdo con los de Abascal. Las encuestas deparan un escenario ajustado para los azules en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Extremadura o Aragón, así como en capitales clave como Sevilla o Valladolid. El éxito de Feijóo el 28-M dependerá también de su capacidad para negociar con Vox y minimizar el alcance de sus condiciones para que presten sus votos, aun a sabiendas de que planean replicar el modelo de Castilla y León —donde ambos partidos ya gobiernan en coalición—. Normalizar los acuerdos con los ultraconservadores forma parte también del trabajo que ocupará a Génova en los próximos meses y que Feijóo deberá afrontar también en primera persona cuando llegue el momento de medirse a Sánchez en las generales.
La izquierda centra buena parte de su estrategia contra el PP en agitar el ya manido argumento electoral del miedo a Vox para tratar de enterrar la etiqueta de hombre moderado de la que presume Feijóo. Lo hizo el propio Sánchez en su último choque en el Senado, en que no dudó en acusar al líder gallego de "abrir las puertas de par en par a acuerdos con la ultraderecha" para minimizar la lluvia de críticas sobre Bildu. En las filas de los populares, opinan que lo sucedido con las listas del partido de Otegi "deslegitima" a Sánchez para criticar la política de pactos con la formación ultraconservadora y hunde una de las principales bazas electorales de los socialistas. "El asco lo siente la gente al verles pactar con Bildu, un partido que tiene sus listas manchadas de sangre", insistían diferentes portavoces del PP. "Lecciones, ni una. ¿Nos van a decir precisamente ellos con quién debemos o no pactar?", reiteran en Génova.
La visión de la cúpula popular es que a la ciudadanía, o al menos al votante al que aspira arrastrar el PP de Feijóo, no le indigna tanto un acuerdo puntual con Vox como el trato que mantiene el PSOE con Bildu. Y por ese motivo, Feijóo pretende explotar la polémica de las listas de los abertzales hasta el fin de la campaña para afianzar el trasvase de electores que, en el pasado, optaron por la papeleta socialista, pero que ahora están "descontentos" por la "deriva" de Sánchez. "Cuando consigamos que los 37 terroristas que quedan en las listas de Bildu se vayan, dejaremos de hablar del tema", inciden en el entorno del líder gallego, que se atribuyó como un éxito propio que siete condenados por delitos de sangre renuncien a acceder a concejalías en Euskadi y Navarra tras el 28-M.
El PP ha territorializado esa estrategia, con el objetivo de convertir a los barones del PSOE en "cómplices" de la agenda de pactos de Sánchez, y que una cuestión de alcance nacional tenga consecuencias en unos comicios que se juegan en clave regional y local. "Todos deben decidir. Y tienen dos opciones: o Sánchez rompe con Bildu, o sus candidatos rompen con Sánchez", incidía Feijóo el pasado sábado, en un mitin conjunto con Ayuso.
En el cuartel general de Génova, aseguran haber detectado que esta cuestión puede activar la bolsa de indecisos de izquierdas hacia un voto de castigo a Sánchez. Entienden que el coqueteo del Ejecutivo con los abertzales "aleja al PSOE del centro", y puede pasar factura especialmente a barones como Emiliano García-Page, que logra llevarse el premio gordo de la desaparición de Ciudadanos en Castilla-La Mancha. Y por eso redoblarán los esfuerzos por mantener esta cuestión en la primera página de actualidad. Feijóo, de hecho, focalizó todo su discurso contra Sánchez en el Senado en la única cuestión de la alianza de Sánchez y Otegi, cuando normalmente suele mezclar diversos temas en su crítica al Gobierno en la Cámara Alta.
El líder del PP pronunció este martes una de las alocuciones más broncas desde que logró el acta de senador. "Si del sanchismo dependiera, habría asesinos en las instituciones vascas", espetó un Feijóo especialmente encendido, que acusó a Sánchez de ser "más generoso" con "los verdugos" que "con sus víctimas". El presidente, por su parte, optó por la estrategia del y tú más para recordar al líder popular episodios de la política antiterrorista de Aznar, y sacó a colación la actitud del PP durante los atentados del 11-M, una afirmación que colmó la paciencia en las filas del PP. "Eso sí que es utilizar el terrorismo", circunscriben en el entorno de Feijóo, donde ven como una "provocación" que el jefe del Ejecutivo sugiriese que "al PP le interesaba que ETA no acabase". "Ha entrado en un desfase impropio de un presidente", zanjan.
Opinión:
Quizás los miembros del Partido Popular que dicen no merecer lecciones de nadie podrían revisar quien fue el personaje que llegó a Conseller de Presidencia de la Generalitat Valenciana. Se llama Rafael Blasco Casany.
Por mi parte tengo muy claro que, de todos aquellos que dedican su tiempo a utilizar el uso del dolor ajeno con propósito electoral, no acepto lección ninguna. Sobre todo desde octubre de 1998.
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