13 febrero 2024
Hablemos de terrorismo
Verónica Barcina
Resulta excesivo, y peligroso para la Democracia, acusar de terrorismo a un tractorista que, en una movilización no comunicada a la Delegación del Gobierno, ilegal por tanto, agrede a un guardia civil o a un policía. Resulta una desmesura acusarlo de “atentado” a agente de la autoridad, aunque los hostie, pero así lo establece la legislación vigente. Y resultaría, si así ocurriese, un agravio comparativo con los manifestantes de JUSAPOL (Policía y Guardia Civil) que rompieron un cordón de seguridad en el Congreso, ante la pasividad de compañeros y superiores, con total impunidad. Por cosas muy similares, el Partido Popular embiste de forma hiperbólica con el término terrorismo contra los apoyos del Gobierno, especialmente Bildu, ERC y Junts, como reacción a su aislamiento político agravado desde que compite con Vox por el voto de extrema derecha.
El papelón, de juzgado de guardia, de García Castellón y el del CGPJ son atentados contra la división de poderes, la independencia judicial y el propio sistema democrático. Donde gobierna la extrema derecha, la Escuela Pública tampoco se libra, acogiendo en las aulas a radicales afines para adoctrinar usando el terrorismo de ETA. El terrorismo es la mayor baza política de las derechas, si no la única, frente a sus políticas económicas, sociales y culturales contrarias a la diversidad, a la convivencia y a la libertad, contrarias a la mayoría social. Los términos terrorismo y atentado han mutado el significado desde que son utilizados con bastardía para manipular y crear opinión pública partidista.
¿Qué palabra serviría para nombrar lo que hace Netanyahu al pueblo palestino, lo que hace EE.UU. donde, cuando y a quien se le antoja? ¿Holocausto? ¿Genocidio? Asesinar a la población indefensa es terrorismo como el de ETA, pero ejecutado de forma industrial y radical. Las derechas, al respecto, ni mú. Los referentes de las derechas radicalizadas son Hitler, Stalin, Mussolini, Franco, Pinochet, Videla y otros monstruos a los que occidente consiente o directamente patrocina y que rápidamente son olvidados. El fascismo recupera terreno en el mundo: Trump, Melloni, Milei, Orban, Le Pen, Ayuso o Abascal son ejemplos del terror que amenaza. Como siempre, empiezan persiguiendo a extranjeros, comunistas, homosexuales, sindicalistas, socialdemócratas, con la diferencia de que hoy son los judíos sionistas quienes masacran, y luego nos perseguirán al resto.
Tampoco llaman terrorismo las derechas, más bien la justifican, ocultan o tergiversan, a la mayor masacre sufrida por España durante y después del golpe de Estado militar que puso fin a un periodo democrático y dio paso a una dictadura. El terrorismo franquista asesinó a cientos de miles de inocentes demócratas y aterrorizó a millones que pensaban diferente a través de un odio manipulado instalado en la población con la metodología del bulo y la propaganda, como hoy. En fosas comunes y cunetas hay restos de las víctimas que los fascistas del siglo XXI se oponen a que sean recuperados y dignificados.
Del 6 al 8 de febrero de 1937, el bando sublevado contra el gobierno legítimo de la segunda república atacó por tierra, mar y aire, con ayuda de terroristas italianos y alemanes, a la caravana de evacuados civiles que huían a pie, por la carretera de la costa, desde Málaga hacia Almería. La Desbandá fue un atentado terrorista masivo que duró tres días y en el que murieron entre 3.000 y 5.000 personas inocentes e indefensas en la bautizada como Carretera de la muerte. Terroristas implicados en La Desbandá, como Queipo de Llano, Juan Cervera, Francisco Moreno y Salvador Moreno, fueron enterrados en la Macarena o en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz). El terrorismo franquista fue amnistiado por la Ley de Amnistía de 1977, pelillos a la mar.
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