21 febrero 2024
Víctor Sampedro, autor de 'Voces del 11M': "Los conspiranoicos demostraron una profunda inhumanidad"
"Si se cuestiona permanentemente la identidad del asesino de tu ser querido, es imposible realizar un duelo, cerrar heridas, descansar en paz"
"La persistencia de estos bulos se debe a que no han sido desmentidos tajantemente por las máximas autoridades del Estado ni los medios de comunicación masivos"
Víctor Sampedro (Viveiro, 1966), catedrático de Comunicación Política en la Universidad Rey Juan Carlos, cree "inadmisible" que aún hoy se siga manteniendo viva la dichosa teoría de la conspiración sobre los atentados del 11M. A pesar de las dos sentencias –una de ellas del Tribunal Supremo– que ya en su día enterraron estos bulos. De la ausencia de una sola "evidencia empírica" que, más de dos décadas después, permita sostener que ETA pudiese estar tras la matanza. Y del enorme daño que esto inflige a quienes sufrieron en sus carnes la mayor masacre terrorista en la historia de nuestro país: "Si se cuestiona permanentemente la identidad del asesino de tu ser querido, es imposible realizar un duelo, cerrar heridas, descansar en paz".
Eso fue lo que le llevó a escribir Voces del 11-M. Víctimas de la mentira (Planeta, 2024). Eso y la necesidad de recuperar las historias de la "sociedad civil más valiente" y que ha pagado un "precio muy alto" por mantener la verdad. La obra es un relato sobre la gran mentira construido alrededor de testimonios diversos. Habla Pilar Manjón, que perdió a su hijo aquel 11M. O Aitziber Berrueta, cuyo padre fue asesinado en Pamplona por un policía tras negarse a colocar un cartel que decía "ETA, no" en su panadería pocas horas después de los atentados. También los dos agentes convertidos en objetivo de los conspiranoicos –Jesús Sánchez Manzano y Rodolfo Ruiz–. O periodistas purgados por negarse a respaldar estas teorías –José Antonio Zarzalejos y Gumersindo Lafuente–.
Sampedro se entrevista con infoLibre en una cafetería madrileña. Habla sobre el abandono institucional de las víctimas –de ahí que haya decidido que todos los ingresos generados por derechos de autor se destinen a la Asociación 11M Afectados del Terrorismo–, sobre los intereses empresariales y políticos alrededor de las teorías de la conspiración, alentadas fundamentalmente desde El Mundo, la COPE o Telemadrid, o sobre la persistencia de este tipo de bulos dos décadas más tarde: "Actualmente, uno de cada tres votantes suscribe, en distinta medida, la afirmación de que ETA tuvo algo que ver en los atentados del 11M, a pesar de que no existe una sola evidencia empírica que respalde eso".
¿Por qué escribir este libro y por qué ahora?
Porque es inadmisible que se sigan manteniendo vivos los infundios que han sido voceados por todo el espectro de la derecha. No puede ser que existan fuerzas políticas que no asuman una sentencia en firme del Tribunal Supremo que ratificó otra previa de la Audiencia Nacional.
Con este libro, lo que yo quería era recuperar las voces de la sociedad civil más valiente y que ha pagado un precio muy alto por mantener una verdad sin plegarse a ningún tipo de componendas, ni con fuerzas políticas ni con medios de comunicación cuya única intención era subir en audiencia y competir de una manera completamente desleal y pervirtiendo los códigos del periodismo a cualquier precio.
Cuenta Pilar Manjón que ninguna administración ha facilitado hasta hoy ningún local a la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, a diferencia de lo que ocurrió frente a otros colectivos vinculados al PP, menos representativos. ¿Hay víctimas, o afectados, de tercera en relación con este atentado?
Sí. Aunque las víctimas del yihadismo representan un colectivo muy significativo, existe una ausencia total de sus voces en el discurso actual. Estas personas han sufrido la marginación, cuando no maltrato y humillación, de distintas administraciones del PP. Es difícil encontrar diferencias de trato en cuanto a las distintas familias de este partido, aunque es cierto que aquellas que ahora encarnan el ayusismo y derivaban de Esperanza Aguirre son quienes se han manifestado de un modo más beligerante contra ellos.
Pilar Manjón es, probablemente, la persona que haya enunciado el discurso más importante en este país. Lo hizo en 2005, en la comisión de investigación que se puso en marcha en el Congreso de los Diputados. Yo, en mis clases, con mis alumnos, lo comparo con el I have a dream de Martin Luther King. El problema es que ella lleva muchos años viviendo una pesadilla, no un sueño. Ha sido acosada mediáticamente, igual que otros muchos que se han enfrentado a los conspiranoicos. Pero no solo eso. También ha sufrido delitos de odio. E, incluso, físicos.
Es cierto que las administraciones del PSOE han intentado corregir, en la medida de lo posible, esta desigualdad. Pero también lo es que a día de hoy la Asociación 11M Afectados del Terrorismo no recibe ni los fondos, ni el tratamiento, ni el reconocimiento institucional debido. El propio local que tienen no tiene cobertura telefónica, no permite que se reúnan más de una decena de personas y cuenta con unas escaleras que impiden a los discapacitados acceder a la sala de reuniones. Además, según los testimonios que he recabado, es la única organización de víctimas del terrorismo que ha sido sometida a una auditoría de sus miembros. Eso ya es suficientemente revelador.
A fecha de hoy, por otra parte, ninguna institución se ha dirigido a ellos expresamente para consultarles cuáles son sus deseos o qué tipo de homenaje quieren para este vigésimo aniversario. Otra vez, ellos volverán a reunirse en las puertas de la estación de Atocha acompañados por los dos sindicatos mayoritarios. En la soledad institucional más absoluta pero arropados por un abrazo social que aún hoy sigue notándose.
Zarzalejos señala que la teoría de la conspiración está definitivamente enterrada. Solo hay que leer las sentencias judiciales relativas al 11M. Y, sin embargo, aún hoy algunas voces, y una parte de la sociedad, sigue viendo una mano negra tras la masacre. ¿Cómo es posible que hayan calado tanto estas teorías?
Actualmente, uno de cada tres votantes suscribe, en distinta medida, la afirmación de que ETA tuvo algo que ver en los atentados del 11M, a pesar de que no existe una sola evidencia empírica que respalde eso, a pesar de que las sentencias, pruebas judiciales y peritajes lo han desmentido por activa y por pasiva. La persistencia de estos bulos se debe a que aún no han sido desmentidos tajantemente por las máximas autoridades del Estado ni los medios de comunicación masivos. Esa es la única razón por la que han calado.
¿Y por qué no se atajaron?
En lugar de una conspiración, yo creo que lo que hubo fue una dejación de funciones por parte de los dos grandes partidos con opción a gobernar en cuanto a reconocer errores y reencauzar las relaciones entre los diversos cuerpos de seguridad, porque lo que había era un nivel de incompetencia y descoordinación muy grande. Todo esto se tapa porque la polarización servía a los intereses de los dos partidos hegemónicos. De esta manera, el PP eludió cualquier rendición de responsabilidades y el partido inundó el Parlamento con cuatrocientas preguntas que le hubiera correspondido responder al Gobierno de Aznar. Y de esta manera, el antes de las elecciones pasó a ocupar toda la agenda informativa, pero no esos fallos y esa descoordinación de la que estamos hablando.
Aquella campaña de desinformación, aquella obsesión de algunos ’popes’ mediáticos, arruinó muchas vidas. Ahí están los testimonios de Manjón. O de los policías Sánchez Manzano y Rodolfo Ruiz, a quienes se llegó a acusar poco menos que de formar parte de una suerte de entramado para encubrir a ETA. ¿Ha llegado el momento de pedir perdón?
Las teorías de la conspiración acusan de delitos de lesa humanidad a servidores públicos cuya conducta fue intachable en la investigación y esclarecimiento de aquellos atentados. De hecho, se puede casi afirmar que sin el testimonio de Manzano y Ruiz no habría habido sentencia condenatoria ni culpables.
El perdón debió de haberse producido hace mucho tiempo. En vez de perdón, que es un concepto judeocristiano, se debían haber rendido cuentas, purgado responsabilidades y restituido el honor mancillado de los afectados. Los conspiranoicos pecaron de una absoluta falta de empatía que demostró su profunda inhumanidad. Durante dos décadas, han revictimizado a aquellos que perdieron a sus seres más queridos, les han acosado mediáticamente, han cometido contra ellos delitos de odio inenarrables. Si se cuestiona permanentemente la identidad del asesino de tu ser querido, es imposible realizar un duelo, cerrar heridas, descansar en paz.
¿Fue el 11M una suerte de ensayo previo de lo que vivimos en la actualidad?
Totalmente. A partir de 2004, el PP encontró en las víctimas de ETA la figura retórica bajo la cual eximirse de todas las responsabilidades y rendiciones de cuentas, bloquear un debate, deslegitimar por completo al oponente y a sus aliados.
Por aquel entonces, se creó el que probablemente sea el primer meme de la historia política española: "zETAp". No existe losa política peor que se pueda arrojar sobre un contendiente electoral que insinuar que llegó al poder tras haber atentado o encubierto a quienes atentaron incluso contra sus propios votantes.
Es de una indignidad tal que una vez dicho esto sobre lo que son casi dos centenares de muertos y cerca de dos mil heridos, uno se siente completamente libre para seguir repitiendo determinados discursos que revictimizan a aquellas víctimas que algunos reclaman como propias. Hace ya mucho tiempo que determinadas víctimas de ETA, sobre todo aquellas que no juegan un papel electoral u ocupan cargos administrativos con el PP, están recriminando el uso por parte de este partido de algunos eslóganes que una y mil veces inciden en un recuerdo muy trágico e instrumentalizan un dolor que les es ajeno. Es el caso, por ejemplo, del "Que te vote Txapote".
Se dice en el libro que tras el 11M se rompió todo. ¿Fue el punto de partida de una deslegitimación cada vez más habitual?
Estamos hablando de haber mentido, adoctrinado y convertido casi en una secta a un tercio de los españoles, que creen en una mentira absoluta que les lleva a orientar su voto hacia el PP o hacia Vox. Es decir, hacia la [ultra] derecha. Una vez que se constata la eficacia electoral y la impunidad mediática e institucional de este discurso, del discurso del odio, ¿por qué no continuar con él? ¿Cuáles son los incentivos para abandonarlo?
¿Por qué interesaba tanto dar alas a la teoría de la conspiración? ¿Cuánto había de estrategia política y cuánto de estrategia empresarial en todo esto?
Por un lado, había intereses electorales. De haberse sabido desde el primer momento la autoría yihadista y los intentos de manipulación y tergiversación previos a la jornada electoral, la debacle del PP habría sido muy prolongada y sus portavoces habrían tenido que desaparecer de la escena pública por alguna puerta trasera. Bien, eso no ocurrió porque la complicidad del silencio con las mentiras y medias verdades terminó destruyendo la posibilidad de deshacerlas, de desmontarlas.
Al mismo tiempo, una serie de medios de comunicación, entre ellos la televisión pública de la Comunidad de Madrid, lanzaron una campaña de desinformación que les resultaba extremadamente lucrativa. En el libro hay testimonios que avalan cómo se tomó la decisión de persistir en unas teorías que se sabían falsas porque rendían unos enormes réditos en dos planos. El primero, el las audiencias. Y el segundo, el de los favores de las administraciones públicas que se veían favorecidas por estos bulos.
Estos medios conspirativos lanzaron algo inédito en la historia del periodismo occidental: una campaña de boicot a un medio competidor. La radio y el diario del que estoy hablando –la COPE y El Mundo– lo único que perseguían con esta estrategia era situarse como segunda cadena de mayor audiencia y como segundo diario de mayor tirada, incrementando así sus carteras publicitarias.
Hablaba antes del interés de PP y PSOE de mantener una situación polarizada. ¿Qué papel jugó este último partido a la hora de combatir la teoría de la conspiración y reparar a esas personas que pagaron un alto precio por defender la verdad?
El PSOE permite que el discurso polarizante del PP cunda porque también revierte en un cierre de filas de sus votantes ante semejante ataque y porque piensa que cuanto más se radicalice el PP menos tirón electoral tendrá. Los socialistas, y en concreto el Ministerio del Interior de entonces, no respaldaron a la policía más honesta y profesional. No les pagaron las costas de los juicios que afrontaron contra los periodistas conspiranoicos, ni testificaron a su favor en los procesos a los que tuvieron que enfrentarse.
Pero no solo eso. Tampoco reconocieron sus méritos. A Rodolfo Ruiz, por ejemplo, se le negó la Medalla al Mérito Policial por el combate que había ejercido contra las bandas latinas en Madrid. Fueron, por tanto, profesionales de primer orden que se tuvieron que enfrentar solos a los conspiranoicos. Y, en algún caso, con desenlaces tan trágicos como el suicidio de la primera mujer de Ruiz, que no pudo soportar tanta indignidad.
Hubo, por tanto, falta de reconocimiento, de asunción de errores o de respaldo jurídico y público, tanto a víctimas como a los policías que respaldaban la verdad. En fin, tiene que ver muy mucho con una estrategia que ya se ha dado por inválida y que consiste en dejar pasar determinados discursos.
¿Cómo calificaría el papel jugado por las propias asociaciones de la prensa ante la teoría de la conspiración que alentaron determinados periodistas desde determinados medios de comunicación?
Inexistente. Con la única excepción del Col•legi de Periodistes de Catalunya, que sacó un especial después de los atentados en el que criticaban las tesis conspiranoicas, el resto de asociaciones de la prensa jamás han respaldado a los periodistas que fueron represaliados por defender la verdad. Más bien al contrario, han blindado y han seguido homenajeando a aquellos que manejaron las teorías de la conspiración.
Opinión:
Para quien desee conocer la opinión de la inmensa mayoría de víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004, esta entrevista es de lectura obligada. No hay que olvidar que la asociación 11-M Afectados por Terrorismo se constituyó en unos pocos meses después de los atentados, especialmente por dos razones: la inactividad de la administración en la asistencia y la inoperancia de una asociación que debería haber asistido, desde el minuto 1, a las víctimas de aquellos atentados pero que, ante su claro posicionamiento en favor de un partido político concreto, obligó a crear otra entidad que representó y asistió a los familiares de mas de 150 asesinados y a mas de 1500 heridos. Y eso, obviamente, molestó a los que creían que podían dominar a ”LAS” víctimas como si fueran dóciles corderitos.
Por otra parte, me gustaría añadir un pequeño matiz a la información. El señor Victor Sampedro dice que “a partir de 2004, el PP encontró en las víctimas de ETA la figura retórica bajo la cual eximirse de todas las responsabilidades y rendiciones de cuentas, bloquear un debate, deslegitimar por completo al oponente y a sus aliados”. Me atrevería a decir, porque lo viví en muy primera persona, que esa situación se inició en 1998 durante la tregua B(trampa) de la banda terrorista ETA aunque, efectivamente, todo se vió mucho más claro y diáfano a partir de aquel maldito jueves 11 de marzo de 2004.
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