25 febrero 2024
“El 11-M fue un fallo policial”
El investigador, gran experto en los atentados del 2004, analiza veinte años después la cadena de errores que impidieron descubrir la trama terrorista
Fernando Reinares (Logroño, 1960) es investigador del Real Instituto Elcano y catedrático de Ciencia Política y Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos. Ha impartido docencia en la Universidad de Georgetown en Washington y colabora en investigaciones sobre radicalización y terrorismo en el Istituto per gli Studi di Politica Internationale de Milán. Es uno de los mayores expertos en terrorismo de España, y en concreto en la masacre terrorista del 11 de marzo del 2004 en Madrid, de la que están a punto de cumplirse 20 años. En el décimo aniversario publicó ¡Matadlos! Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España, y en el 2021, 11-M. La venganza de Al Qaeda, libros a los que ahora sucede Pudo evitarse (los tres en Galaxia Gutemberg), un pormenorizado análisis de la cadena de miopías que impidieron descubrir la trama terrorista. Llega a las librerías el próximo miércoles 28.
Tras una entrevista personal, y muy cuidadoso con sus respuestas, Reinares contesta a La Vanguardia por correo electrónico.
Extraer lecciones
La fractura política y social que siguió al 11-M imposibilitó una reflexión serena y rigurosa”
¿Sigue investigando el 11-M?
El terrorismo yihadista es el tema principal de mi actividad investigadora, y el 11-M es aún la expresión más letal de ese tipo de terrorismo que hemos conocido no solo en España sino en el conjunto de Europa Occidental. Es inevitable para mí mantener abierto un expediente académico sobre el 11-M desde hace más de quince años, aunque he trabajado y trabajo igualmente sobre acontecimientos más recientes de la evolución del terrorismo yihadista en España, como los atentados en Barcelona y Cambrils.
Su nuevo libro se titula Pudo evitarse y en él remarca que “se ha postergado demasiado tiempo una reflexión serena y rigurosa”. ¿Por qué no la hubo?
Los terroristas del 11-M prepararon y ejecutaron los atentados sin más impedimentos que el alcance de sus habilidades. Buena parte de ellos eran bien conocidos en las fuerzas de seguridad del Estado, el Centro Nacional de Inteligencia y la Audiencia Nacional dos, tres o incluso cuatro años antes de los atentados por su relación con células y grupos yihadistas. Pero en lugar de una reflexión dedicada a extraer lecciones del 11-M, los españoles se enzarzaron durante demasiado tiempo en una discusión, espuria por cierto, sobre a quién atribuir la culpa. Creo que la fractura política y la división social que siguieron al 11-M imposibilitaron esa tan necesaria reflexión. Hubo una comisión parlamentaria de investigación, pero sus sesiones se vieron muy afectadas por el intenso desencuentro que existía entre los dos principales partidos.
Su libro es muy severo con las fuerzas de seguridad. ¿Pudo evitarse?
El propósito del libro es ofrecer un análisis riguroso de una realidad que es dura de afrontar y cuya crudeza resulta incuestionable, quizá por eso parezca severo, pero no ha sido escrito con animosidad, e incluso eludo las personalizaciones. El hecho es que el conocimiento previo que los funcionarios policiales habían acumulado sobre buena parte de los implicados en la red del 11-M no bastó para evitar que se prepararan y ejecutaran los atentados de Madrid, lo que convirtió el 11-M en un fallo policial. Pero es igualmente cierto que ese conocimiento previo permitió a la Policía empezar a detener terroristas solo dos días después de los atentados y luego dar con el piso de Leganés donde se ocultaban varios de ellos, todo lo cual frustró el resto de los planes que tenían. A buen seguro que eso salvó muchas vidas.
¿Se aprendió algo? ¿Han sido útiles los organismos creados a partir de entonces?
Tras el 11-M fue en el ámbito del Ministerio del Interior, como es lógico, donde se asumió que la amenaza del terrorismo yihadista iba a persistir y que ello requería aumentar las capacidades policiales de información y análisis, mejorar los mecanismos de coordinación entre servicios y ampliar el alcance de la cooperación internacional. Las decisiones fundamentales se tomaron en los dos años posteriores al 11-M, periodo de tiempo durante el cual serví como asesor para asuntos de política antiterrorista del propio ministro del Interior, que entonces era José Antonio Alonso, con esa agenda en mente. El impacto que los atentados tuvieron en el entendimiento policial y judicial del terrorismo yihadista, junto a la reforma de las estructuras de seguridad interior que se emprendió y a la cual se dio continuidad, explican que en España no ocurriesen nuevos atentados hasta agosto del 2017. A partir de entonces hubo que revisar de nuevo cuestiones como la coordinación entre servicios antiterroristas.
Entre otras cosas, sugiere que quizás entre las colectividades musulmanas alguien hizo la vista gorda…
En las colectividades musulmanas había, entonces como ahora, círculos islamistas en general, o de influencia salafista en particular, que proporcionaron a los terroristas del 11-M entornos permisivos donde desenvolverse. En esos entornos podía reducirse el riesgo de que alguien advirtiese a las autoridades de sus actividades e intenciones, debido al influjo de doctrinas islámicas que plantean la lealtad como una obligación que un musulmán tiene siempre para con otro musulmán, pero no siempre para con las autoridades de un Estado no islámico, en especial si, al aplicar una ley distinta a la sharía, molestasen con ello a otros musulmanes. Pero también pienso que hicieron la vista gorda esos ciudadanos españoles que vendieron explosivos robados a unos delincuentes que daban muestras de radicalización. Si no hubieran hecho la vista gorda, también se habría evitado la matanza.
¿Qué interrogantes le parece que la sentencia (primero de la Audiencia Nacional y después del Tribunal Supremo) no despeja?
El principal interrogante que quedó sin aclarar es el del, por así llamarlo, autor intelectual o instigador primigenio de los atentados. Y relacionado con este, el del verdadero alcance de las conexiones internacionales de la red del 11-M. Por eso valoro muy especialmente haber podido identificar al cerebro del 11-M tras la investigación que inicié en diciembre del 2008, un año y dos meses después de que la Audiencia Nacional dictase sentencia y pasados cinco meses desde que el Supremo emitiera una segunda sentencia. En mi anterior libro identifico a Amer Azizi, un destacado miembro de la célula de Al Qaeda desarticulada en Madrid en noviembre del 2001, como ideador e instigador de los atentados de Madrid. Y lo documento con fuentes oficiales que no aparecen en las actuaciones judiciales que se llevaron a cabo en España para esclarecer las circunstancias relativas al 11-M.
¿Tuvo algún papel directo Mustafá Setmarian, un español de origen sirio a quien se situó durante años en un puesto destacado de Al Qaeda?
No conozco evidencia alguna que permita relacionarlo, ni directa ni indirectamente.
¿Por qué eligen ese día?
Existe constancia escrita de la fecha del 11 de marzo en un formulario cumplimentado en Bruselas el 19 de octubre del 2003 y relacionado con Youssef Belhadj, nodo del Grupo Islámico Combatiente Marroquí en la red del 11-M. Es una evidencia que adquiere mayor relevancia si cabe cuando se asocia con otros hechos de significación. Por una parte, con un comunicado de Osama bin Laden hecho público exactamente el día anterior, en el que se amenazaba expresamente a España. Por otra parte, con el antecedente, en el mundo occidental, del 11-S. En cualquier caso, entonces no se conocía la fecha de las elecciones que se celebraban tres días después. Todo esto no quiere necesariamente decir que la fecha exacta fuese decidida en Bruselas, pues bien pudo haber sido transmitida a Belhadj, por su militancia y posición respecto a la red del 11-M. Mohamed el Egipcio, otro relevante miembro de la red, también dejó constancia escrita de la fecha, pero más tarde, el 4 de febrero del 2004.
En algunos de los escenarios principales han quedado huellas dactilares y restos biológicos que nunca fueron identificados. ¿Nos quedaremos para siempre con esa incógnita?
Podemos decir con fundamento que la red del 11-M tuvo al menos 25 integrantes, además de Azizi, todos los cuales estaban en libertad cuando se produjeron los atentados. Pero en los preparativos, y quizás incluso en la ejecución, intervinieron sin duda individuos que no están entre los condenados, entre los suicidas de Leganés, ni entre los huidos cuya identidad conocemos. Es verosímil que el número real de quienes de un modo u otro estuvieron inmersos en la red sea entre significativa y considerablemente mayor.
Opinión:
De las declaraciones de quien es, según el titular de la noticia, “gran experto en los atentados del 2004”, me quedo con una: al hablar del 11-M dice que “a partir de entonces hubo que revisar de nuevo cuestiones como la coordinación entre servicios antiterroristas”.
Con ello, entiendo que está diciendo que desde 2004 hasta 2017 no hubo coordinación entre servicios antiterroristas. Por lo tanto ¿podríamos estar hablando TAMBIÉN de una responsabilidad del Estado para que ocurrieran los atentados de agosto2017?
Es más, si trece víctimas del atentado en Hipercor conseguimos (años después concretamente em 1995) ganar la sentencia en la que se acusaba al estado como “responsable civil subsidiario por mal funcionamiento de las FCSE”… ¿sigo con la pregunta o cae por su propio peso?
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