09 enero 2017
Libro “Vivir después
de matar” de Ana Terradillo.
Hay ocasiones en la que los buenos amigos te sorprenden y
te dicen “pásate por el trabajo que tengo un regalo para ti”. Empiezas a pensar
qué podrá ser y cuando les preguntas, la respuesta es más sorprendente todavía:
“no se, es un libro donde hablan de ti”.
Y es entonces cuando la memoria empieza a recordar... ¿con quién
has hablado últimamente para que ahora te digan esto? En los últimos tiempos
han sido ¿diez, quince, veinte periodistas te han pedido colaboración para un
reportaje o un libro o un artículo o...?
Y cuando pasas por el trabajo del amigo y te ofrecen el
libro “Vivir después de matar”, recuerdas a alguien a quien conoces desde hace
muchos años y que es una excelente amiga y periodista, Ana Terradillo. Recuerdas
las conversaciones y, de repente, tienes el libro en la mano.
He dado un breve repaso previo a la lectura detallada y
meditada. Y quiero felicitar públicamente a Ana por su exacta presentación de
mi persona, especialmente en lo relacionado con el encuentro solicitado por el
terrorista Rafael Caride, con lo que se desmontan nuevamente las estupideces
que tres ineptos comentaron en su día.
Me permito escribir, literalmente, parte de lo publicado
por Ana:
... “En mayo de 2011, Roberto Manrique recibió una carta.
Al darle la vuelta, observó que el remitente era un preso de la cárcel alavesa
de Zaballa. Al ver el nombre, el expresidente de la Asociación Catalana
de Víctimas del Terrorismo recordó sus años como carnicero en el supermercado
atacado por ETA. Recordó el fogonazo y las paredes temblando pasadas las cuatro
de la tarde. Luego llegaron los gritos y la certeza de que la explosión le había
afectado la cabeza, la cara, los brazos y la pierna derecha. Tras leer con detenimiento
el remitente, Roberto Manrique confirmó que uno de los causantes de todo
aquello, el etarra Rafael Caride le pedía un encuentro”... “Manrique nunca le
dio la mano a Caride. Tenía miedo de la reacción que se gesto iba a provocar en
el resto de víctimas: “con el cariño que les tengo, no entenderían que
estrechase la misma mano que ha causado tanto dolor y tantos muertos”...
Hubo un detalle importante: Ana me pidió previamente
documentación que acreditara todo cuanto le expliqué. Me demostró con su
actitud que pese a la confianza, la amistad y las horas de conversación, la
información siempre debe contrastarse para que, una vez publicada, sea veraz y
correcta.
Por desgracia, otros que se denominan periodistas no
contrastan ni una sola de las historias que algunas “víctimas” les cuentan. Si lo
hicieran, descubrirían las mentiras en las que algunos llevan años instalados
engañando a quien quiere escucharles.
Esta noche prometo empezar la lectura del libro. Mejor dicho,
a desmenuzarlo en detalle porque lo poco que he leído ya me ha parecido de
obligada lectura para conocer las interioridades de todo este complejo mundo de
la victimología terrorista.
Xavier, gracias por el regalo.
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