24 enero 2017
Los asesinatos de
Atocha: cinco muertes que iniciaron el camino a la democracia
"En esta casa trabajaron por la libertad y murieron
por defenderla el 24 de enero de 1977 Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel
Rodríguez, Javier Sauquillo y Enrique Valdevira". Cualquiera que pase por
delante del número 55 de la calle Atocha puede leer estas palabras en la placa
que homenajea a los cinco muertos y cuatro heridos a manos de la ultraderecha
que hubo hace cuarenta años con el objetivo de paralizar la democracia.
Otra placa,
ésta en el Colegio de Abogados de la calle Serrano, fue descubierta ayer para
que la tragedia no caiga en el olvido. Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid,
que fue cofundadora de ese despacho de abogados y que había salido de él unos
minutos antes del tiroteo, describió a sus compañeros como personas
"entusiasmadas con el trabajo útil que hacían, con su reivindicación de la
manera de hacer valer los derechos de los trabajadores".
El 24 de
enero de 1977, hacia las 10.30 de la noche, un comando fascista irrumpió en el
despacho de abogados del número 55 de la calle Atocha y acribilló a disparos a
los nueve letrados que se encontraban trabajando. Todos ellos pertenecían a
Comisiones Obreras, trabajaban por los ciudadanos de Madrid y asesoraban a las
asociaciones de vecinos en una época en la que ya se hablaba de una Transición pacífica. Murieron
cinco de ellos y cuatro resultaron heridos.
Cristina Almeida se encontraba en Chile el día del
asesinato. Eran unos días de tensión por la muerte de dos jóvenes -uno a manos
de la triple A y otra por un bote de humo lanzado por la policía- y el
secuestro del teniente Villaescusa. Tanto Almeida como sus compañeros sabían lo
que se jugaban: “Inconscientemente, llamé para decirles que tuviesen cuidado”.
Ella llegó después del funeral pero fue de las primeras en volver a entrar en
ese despacho. “Vimos la vida que allí quedaba… la trenca de Javier Sauquillo,
los papeles, la ropa… Todo lleno de sangre”, describe.
Ella fue
una de las abogadas de la acusación. Los detenidos fueron Francisco Albadalejo,
secretario del Sindicato Vertical del Transporte Privado de Madrid y vinculado
a FET de las JONS, al que se le consideró autor intelectual; y José Fernández
Cerrá, Carlos García Juliá y Fernando Lerdo de Tejada como autores materiales.
"Llevamos el juicio adelante, aunque los supervivientes no creían que
fuesen a identificar a los asesinos", cuenta.
Fue de las
primeras en ir a visitar a los abogados que habían sobrevivido al hospital:
"Luis Ramos me cogió la mano y me la apretó tan fuerte que me la dejó
morada. Se estaba aferrando a la vida". Dolores Gonzalez Ruiz también
sobrevivió. Su marido, Javier Sauquillo, la tapó cuando los asesinos comenzaron
a disparar y, aunque tuvo un duro postoperatorio por el disparo que recibió en
la cara, consiguió sobrevivir. "Cuando Lola vio que su marido se
desangraba, se movió y la dispararon", cuenta la abogada. "Nada más
entrar en la sala de reconocimiento y ver a José Fernández Cerrá, supieron
perfectamente que era el que les mandaba poner las manos en alto", dice
Almeida.
El dolor de las
familias: “No entendía nada”
El hermano
de Paca Sauquillo, Francisco Javier, fue asesinado en ese despacho. Tapó a su
mujer para que no la matasen. "A él lo acribillaron", dice su
hermana. "Recuerdo que antes de que pasase todo hablaba con Javier y con
Lola de lo que pasaba con la
Triple A en Argentina y pensábamos que no podía pasar
aquí", señala.
Ella se
enteró de la tragedia al volver de otra asociación de vecinos con la que estaba
trabajando. "Viví impotencia, dolor, desgarro... No entendía nada. La
mayoría de ellos tenía menos de 30 años y defendían a trabajadores
pacíficos". "Las personas que trabajaban en ese despacho eran
encantadoras. Javi lo era", asegura.
El Gobierno nunca llamó a las familias
para decir nada. Pero el Colegio de Abogados "sí que se portó bien".
"Dijeron que esos muertos eran suyos y que el entierro sería allí",
cuenta Sauquillo. El entierro de los abogados de Atocha fue la primera
manifestación multitudinaria de la izquierda tras la muerte de Franco. Fueron
más de cien mil personas y transcurrió sin incidentes y con un silencio
sepulcral por parte de los asistentes. Pasó algo que pocos se imaginaban: las
fuerzas de seguridad protegían a miembros del Partido Comunista, aún
ilegalizado. "Para los que íbamos en los coches fúnebres y veíamos el
dolor de todas esas personas, el entierro fue una muestra impresionante de que
la gente había dicho: 'Hasta aquí hemos llegado".
El
juicio
Almeida ha denunciado en varias ocasiones que en el juicio
no se les dejó llegar hasta el final. El juez que lo llevaba era Gómez
Chaparro. "Estaba acostumbrado a castigar a políticos, demócratas y
comunistas, pero no a los fachas y a la derecha", recuerda. "Nos
dimos cuenta de que todo estaba conectado: Fernando Lerdo de Tejada, que esperó
a los asesinos a la puerta del despacho, era sobrino de la secretaria de Blas
Piñar".
"Cuando
empezamos a investigar más allá, no nos dejaron", asevera Almeida.
"De hecho, el juez le dio un permiso a Lerdo de Tejada para ir a la boda
de su hermano y no volvió. Hoy seguimos sin saber nada de él. Las
investigaciones se quedaron en el Sindicato Vertical de transportes",
cuenta.
La versión oficial de los asesinos es que iban a buscar a
Joaquín Navarro, el Secretario General del Sindicato de Transportes de CCOO en
Madrid. Pero la Almeida
no lo tiene tan claro: "Esperaron una hora en el piso de arriba y
escucharon quién entraba y salía del despacho. Tenían que saber que Navarro no
estaba allí". Fueron los mismos asesinos los que contaron en sus
declaraciones que oyeron cómo se marchaba gente del despacho. "Fue un
juicio en el que bastante era haberlos detenido. Había complicidad con el juez
y, además, había un clima muy tenso porque peligraba lo que habían tenido los
militares hasta entonces", dice Almeida.
Sauquillo
no participó en el juicio. Pero opina lo mismo que su compañera: "Yo creo
que era un golpe para intentar que no se avanzase en la democracia. Lo tenían
pensado. No creo que fuesen cuatro gatos".
"Los
asesinos nunca se arrepintieron", cuenta Almeida, "todos los años
celebraban el aniversario del asesinato en la cárcel". "Además,
cuando Fernández Cerrá salió de la cárcel llamó a Dolores González Ruiz y le
dijo: 'ahora nos veremos en los juzgados', ya que había estado estudiando
Derecho en prisión".
Sus muertes trajeron
la libertad
Almeida y Sauquillo tienen una cosa clara: las muertes de
sus compañeros y hermano trajeron la libertad a España. Sus muertes propiciaron
el avance en la legalización del Partido Comunista, que se produjo en abril de
ese mismo año. El funeral tan masivo demostró que los demócratas no
contestarían con más violencia. Que se había acabado. "Es el único
consuelo por haberlos perdido", aseguran. "Los asesinos intentaban frenar
la democracia y consiguieron todo lo contrario", opina Sauquillo. La Transición , para
Almeida, "no fue ese pacto de caballeros, sino una fuerte lucha de todos
los ciudadanos a favor de la democracia".
Este
documental filmado por miembros del Colectivo de Cine de Madrid muestra la
manifestación en el entierro de los abogados de Atocha.
Los nueve abogados de
Atocha
Enrique Valdevira Ibáñez
Luis Javier Benavides Orgaz
Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco
Serafín Holgado
Ángel Rodríguez Leal
Miguel Sarabia Gil
Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell
Luis Ramos Pardo
Dolores González Ruiz
Opinión:
Es evidente que todavía quedan muchos atentados en la
memoria colectiva y, desgraciadamente, no son recordados con la asiduidad que
merecen. Vaya desde aquí mi recuerdo para todas sus familias y, por extensión,
para las familias de las víctimas de cualquier atentado que no reciben los
mismos recordatorios.
Aprovecho también para agradecer la ayuda técnica y profesional
recibida por Jordi Manrique (sti-elmasnou.com) para solucionar los problemas
que desde hace unos días alguien ha causado en este humilde blog.
¿Tanto molesta a algunos que sean 127.000 las visitas recibidas?
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