03 octubre 2018
La
verdad de las víctimas del terrorismo
Tuvieron que
producirse muchos asesinatos, algunos atentados, como el de Irene Villa y su
madre, con imágenes especialmente cruentas para que Francia cambiara de actitud
y empezara a colaborar de manera activa en la lucha contra ETA
El gobierno francés
ha entregado al gobierno español 8.000 documentos y materiales que fueron
incautados a la banda terrorista ETA en suelo francés.
Además del evidente sentido simbólico que tiene esta
entrega, que se produje justo siete años después de que ETA dejara de asesinar,
el material podría servir para esclarecer alguno de los crímenes de la banda
aún no resueltos. Alguna contabilidad cifra nada menos que en 310 los crímenes
cometidos por la banda que quedan aún pendientes de esclarecer. Recordemos que
en cincuenta años de historia criminal ETA asesinó a casi 900 personas, provocó
más de 3.000 heridos y secuestró a 86 personas. Toda una industria criminal
felizmente derrotada.
Francia no colaboró desde el primer momento con España en
la lucha contra el terrorismo. Entendían los gobiernos franceses que aquello
era un problema que ocurría en otro país, que a ellos no les incumbía y que era
la propia España la que debía arreglarlo. Francia un estado fuertemente
centralista, jacobino, con una escuela pública y un idioma, orgullos del país,
que actuaban como aglutinadores de los franceses y elementos identificadores del
Estado. Un país en el que las distintas regiones son calificadas de
departamentos con denominaciones geográficas, Pirineos Atlánticos, por ejemplo.
Un país en el que la derecha y la izquierda compartían el orgullo francés, la
bandera y el himno. El terrorismo corso era quizás el único lunar, insular, en
aquel cuadro homogéneo. Ese país centralista no parecía haberse enterado de que
en Euskadi había un Estatuto de Autonomía que otorgaba amplios poderes al
Gobierno vasco, además del régimen fiscal vasco, un privilegio en comparación
con otras comunidades y algo impensable en Francia.
La banda terrorista ETA utilizó el suelo francés como
infraestructura para cobrar, con total impunidad al principio, las extorsiones
a los ciudadanos vascos, que viajaban con cita previa ‘al otro lado’ a negociar
las cantidades que la banda les había reclamado. Un mecanismo que funcionó
durante años gracias a un engranaje engrasado por el miedo que aventaban
los crímenes. El suroeste francés era considerado ‘el santuario’ de ETA, el
lugar donde algunos de los grupos que luego asesinaban en España tenían su
escondite, donde se guardaban explosivos, armas y documentos de la propia
banda. Material que a veces estaba sellado en zulos o en las viviendas de los
propios dirigentes.
Bien, tuvieron que producirse muchos asesinatos, algunos
atentados, como el de Irene Villa y su madre, con imágenes especialmente
cruentas para que Francia cambiara de actitud y empezara a colaborar de manera
activa en la lucha contra ETA. Las gestiones de los primeros gobiernos
socialistas españoles influyeron también en ese cambio de postura.
Visto ahora puede parecer delirante, pero después de que el
gobierno francés decidiera entregar terroristas a España, la banda se dedicó a
actuar contra productos e intereses franceses. Así, lo mismo ponían seis
bombas, en seis ocasiones distintas, a un concesionario de Peugeot en la calle
Prim, en el centro de San Sebastián, que ponían una bomba en un concesionario
de Renault en Zarautz, que dejaba ciega y sin manos a una mujer, que les daba
por quemar coches con matricula francesa, o pedir el boicot para una marca de
pacharán por ser su propietario francés. Los franceses huyeron de San Sebastián
y Hondarribia. Ahora han vuelto en masa y llenan los bares de pintxos.
La operación policial determinante, con la que se inicia el
declive de la banda se produce en Francia, en Bidart, el 29 de marzo de 1992,
con la caída de la cúpula de la banda, el colectivo Artapalo. Golpe tremendo
que determinó la historia posterior y en pendiente de la banda criminal.
En Francia se han desarticulado las sucesivas direcciones
de ETA, especialmente relevante fue la detención de Mikel Antza, con todos los
papeles habidos y por haber, que tanta información facilitó a la policía para
posteriores detenciones.
Hubo un policía francés especialmente beligerante contra
ETA, Joël Cathalá, que trabajaba coordinado por la policía española. La jueza
Laurence Levert jugó también un papel determinante, como la jueza Hélène Davo,
las dos condecoradas ahora por el gobierno de España.
Este lunes se celebró en La Moncloa el acto simbólico
de la entrega de los documentos, un acto de reconocimiento a las víctimas del
terrorismo, que asistieron en su mayoría, un acto que contribuye a la narrativa
de la verdad de cincuenta años de terrorismo.
No asistieron ni José María Aznar ni Mariano Rajoy, sí lo
hicieron Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero. Tampoco fueron la
presidenta del Congreso, Ana Pastor, ni el presidente del Senado, Pío García
Escudero. No entiendo estas ausencias, incomprensibles por los cargos que
tuvieron y tienen y porque el PP ha sido, junto con el PSOE, el partido más
golpeado por el terrorismo, hoy felizmente derrotado.
Opinión:
Una vez mas José María Calleja lo ha clavado… nada
más que añadir.
Bueno, si… decir que es un honor poder compartir
datos y vivencias con José María desde hace casi 25 años.
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