08 octubre 2018
Las víctimas olvidadas de los atentados yihadistas en
Cataluña
Un equipo de expertos ha encontrado 200 personas con
secuelas que no figuran en la relación oficial de afectados
«Estamos igual que en Hipercor 30 años después.
Nadie se ha ocupado de buscar a las víctimas de los atentados de Barcelona y
Cambrils. Casi cada día encontramos a un nuevo herido al que nadie catalogó en
el hospital como víctima, a un familiar que necesita ayuda o a un testigo de la
matanza que precisa a atención psicológica. Estamos haciendo un trabajo
detectivesco que tendría que corresponder al Ministerio del Interior»
Robert Manrique sabe de lo que habla. Él mismo
es víctima del atentado de ETA del centro comercial de Barcelona que en 1987
dejó 21 muertos y 45 heridos. El que fuera delegado en Cataluña de la Asociación de Víctimas
del Terrorismo y presidente y fundador de la Asociación Catalana
de Víctimas de Organizaciones Terroristas ahora lidera un nuevo proyecto, la Unidad de Atención y
Valoración a Afectados por Terrorismo (UAVAT). Nuevas siglas pero con los
problemas de siempre: la «falta de interés de la administración por hacer una
búsqueda activa de las víctimas» y una burocracia que atenaza con plazos
imposibles a los damnificados para presentar sus reclamaciones.
40 en tres semanas
En sus ocho meses de vida, la UAVAT ya ha encontrado a más
de 200 personas (entre heridos, familiares de lesionados y fallecidos y
testigos con secuelas psicológicas) que nunca llegaron a figurar en los
listados oficiales, que se cerraron con 16 fallecidos y 131 heridos.
Solo en las últimas tres semanas de septiembre,
la unidad ha localizado a 40 nuevas víctimas de los ataques de Las Ramblas,
Cambrils y de la explosión de Alcanar. Gente, explica Manrique, que fue por su
propio pie a los hospitales y que fue atendida oficialmente como heridos por
aplastamientos, avalanchas, atropellos masivos ocaídas. Personas, muchas
extranjeras, que volvieron a sus lugares de origen sin saber que eran víctima,
y sin tener ni idea que el Ministerio del Interior abrió entre el 22 y el 29 de
agosto del año pasado una oficina para atenderles.
Un organismo que el departamento que entonces
presidía Juan Ignacio Zoido «cerró de inmediato sin que la administración
central nunca hiciera un solo anuncio más para publicitar su ayuda o para
buscar víctimas», dicen desde UAVAT.
El reguero es incesante. Manrique relata que
cada semana aparecen nuevas personas que, aunque ha pasado ya el año de plazo
para pedir la declaración como víctima, requieren ayuda psicológica por haber
presenciado la masacre. «Hay una mujer a la que se le murió una persona en los
brazos. Otra que tuvo que lavar su coche de los restos humanos que le llovían
del cielo. E Interior ya nos los atiende», denuncia el gerente de la unidad,
antes de reprochar al Estado que haya cerrado los plazos en un año cuando las
secuelas psicológicas, tanto para los testigos como para los familiares de los
fallecidos o heridos, se pueden manifestar mucho después.
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