15
octubre 2018
Moussa, el hermano menor sin miedo a morir por la yihad
Con solo 17 años, recriminó a
Driss, su hermano mayor, no estar preparado para los atentados de 2017
Pocas horas antes, el hermano mayor de los Oukabir se echa
para atrás. Algo le sucede por dentro y decide no participar en la fase final
del atentado que golpeó Cataluña en 2017. Driss tiene 28 años, nació en la localidad de Aghbala (Marruecos), y ahora está procesado por integración
en organización terrorista, delito de fabricación y tenencia de explosivos, y
estragos terroristas, lo que la augura un largo periodo entre rejas. El juez le
considera parte de la célula yihadista que atentó en Barcelona y Cambrils, y le
acusa de preparar el ataque, pero le excluye de la ejecución.
Su hermano pequeño, Moussa, le recrimina su falta
de coraje. Solo tiene 17 años y no duda: quiere asesinar al mayor número
posible de “Eenemigos”. Son las 23:44 horas del 16 de agosto
de 2017, las horas previas de la matanza en la que los terroristas asesinaron a
16 personas e hirieron a 140.
La explosión del chalé de Alcanar (Tarragona), la base de operaciones de la célula,
ha frustrado el plan inicial; pero ellos aún no lo saben. Driss y Moussa se
escriben mensajes por la red social Facebook, según se revela en el auto de
procesamiento del juez, en el que fija los hechos que llegarán al juicio.
Conversan sobre el atentado ideado por el grupo que se fraguó en Ripoll, un
municipio de 10.000 habitantes de Gerona, en las montañas del Prepirineo.
Driss,
diez años mayor, –un eslabón intermedio en la jerarquía de la célula, según el
juez, al servicio de las necesidades del grupo terrorista– ha alquilado esa
tarde la robusta furgoneta blanca que al día siguiente sembrará de terror la Rambla de Barcelona, la
arteria de la ciudad.
«No estás preparado, Driss», le dice Moussa, que le
recomienda que lea «la
Sura del Corán denominada Anfal», un fragmento que justifica la
violencia contra los infieles y que condena al que huye de este deber. «Lee a
Anfal. Hazme caso. Que eso es la verdad», le espeta. El hermano mayor le
reprocha que los demás no le escuchan y le meten en problemas. «Yo quiero hacer
las cosas a mi manera y no hay manera. Que siempre igual, tío. Y después seré
yo el que se lo coma todo».
Al día siguiente, Moussa les cuenta a los demás que Driss
da un paso atrás. La pertenencia al grupo terrorista de Driss –que fue visto
por testigos en Alcanar y almacenó en su ordenador y teléfono numerosa
propaganda yihadista– será uno de los debates fuertes del juicio oral, en el
que también serán juzgados el presunto miembro de la célula Mohamed Houli Chemlal y el supuesto colaborador Said Ben Iazza.
Son los principales implicados en el atentado que quedan vivos, los únicos que
sí rinden cuentas ante la
Justicia.
El 17 de agosto todos los presuntos terroristas ya conocen
que el plan inicial –un atentado con potentes explosivos en algún lugar como la Sagrada Familia –
se ha desbaratado. Alcanar ha explotado, y han muerto el líder del grupo, el
imán de Ripoll, que incitó la radicalización de todos, y uno de sus miembros.
Se precipita un atentado improvisado. Younes Abaouyaaqoub conduce a las 16:50 la furgoneta mortal de
La Rambla. El
mayor de los Oukabir es arrestado en Ripoll cuando se descubre que él alquiló
el vehículo. Por la noche, otros cinco supuestos terroristas son abatidos en
Cambrils cuando trataban de arrollar a la multitud en el paseo marítimo. Uno de
ellos era Moussa.
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