29
enero 2020
Víctimas
profesionales
Juan Carlos Escudier
De
la utilización partidaria de las víctimas del terrorismo y de otro tipo de
violencia se ha hecho aquí periódica glosa por lo repugnante que resulta hacer
del dolor y de la empatía hacia quienes lo han sufrido un banderín de enganche
electoral o la justificación de propuestas bastante reaccionarias.
Paralelamente, se ha disculpado a las propias víctimas, a las que no cabe
reprochar haber aceptado el triste papel que se les adjudica en la medida que
este les reporta algún tipo de provecho personal. Dame pan y dime tonto.
Las
trayectorias vitales de cada uno son tan inescrutables como los caminos del
Señor, aunque resulta difícil imaginar que muchos de los que hoy deambulan por
la política tras sus dramáticas experiencias estarían hoy donde se encuentran
sin haber mediado esas fatalidades, hasta el punto de constituir el eje
fundamental de sus currículos. La derecha se ha especializado en este siniestro
escaparatismo que ha convertido a las víctimas en reclamos, en objetos de una
campaña de marketing que, finalmente, acaban por transformarse en fondo de
armario.
La
historia reciente está salpicada de estos casos. Ángeles Pedraza, expresidenta
de la AVT , fue
designada por el PP comisionada para la Atención a las Víctimas del Terrorismo en la Comunidad de Madrid,
cesada una semana más tarde y nombrada a continuación comisionada de la Cañada Real Galiana,
puesto desde el que esta exempleada de El Corte Inglés debía aportar soluciones
sociales y urbanísticas a esta zona chabolista de Madrid, para, finalmente,
recalar en la gerencia del 112,
a razón de casi 100.000 euros al año sin importar su
nula experiencia en la gestión de emergencias. Lo suyo fue de récord: tres
cargos públicos en tres meses y medio.
Algo
similar acaba de ocurrir con María del Mar Blanco, presidenta de la Fundación Víctimas
del Terrorismo. Siempre en las filas del PP, desde el Parlamento vasco pasó al
Congreso de los Diputados hasta que, ante la repetición electoral y el súbito
empadronamiento de Javier Maroto en Sotosalbos (Segovia) para hacerle senador a
toda prisa, fue obligada a encabezar la lista del partido por Vitoria.
Compuesta y sin escaño, ha sido rescatada ahora como asesora del grupo
municipal del PP de Madrid en el área de Vivienda. Disfrutará de un buen sueldo
que pagaremos entre todos, algo que haríamos con más ganas si esta diplomada en
Turismo supiera realmente algo de la vivienda y de su problemática.
Se
dirá que la ignorancia sobre un tema nunca ha sido un impedimento en la
política española para que alguien vinculado a un partido se convierta en
asesor y cobre por no hacer nada, y es verdad. Como también lo es que empezamos
a estar hasta el gorro de estas libres designaciones con las que los partidos
trasladan a los contribuyentes sus gastos de personal que, por otro lado y en
una proporción muy elevada, también sufragamos vía subvenciones públicas.
La
derecha está haciendo un daño irreparable al conjunto de las víctimas del
terrorismo, cuya causa merece solidaridad, respeto y esas ayudas que, tras unos
primeros años de desidia, nunca han dejado de recibir. Al ser convertidas en
puntas de lanza de su ideario o en simples monigotes a sueldo se traslada la
idea de que las asociaciones de víctimas son simples sucursales del partido,
que promociona a quienes le viene en gana en función de los réditos que pueda
obtener de ellos o les mantiene en el machito ante el escándalo que supondría
postergarles después de haberles convertido en iconos del sufrimiento. Se les
reduce así a profesionales de sus terribles circunstancias, lo cual solo sería
legítimo si el dolor diera derecho a vivir eternamente del cuento.
Opinión:
Uffffff, más claro, agua. Y si alguien se atreve a seguir investigando,
se llevará enormes sorpresas. Podrán encontrar gente que dice ser víctima de un
atentado para poder ingresar en candidaturas electorales, gente que dice ser víctima
del terrorismo para poder fundar asociaciones o plataformas diversas… con las
correspondientes subvenciones que habría que investigar si, realmente, son para
ofrecer asistencia integral a las víctimas o se dedican a otros menesteres más
de ocio…
¿Por qué a algunas asociaciones nos piden, cada pocos meses, memorias
de las gestiones y asistencias realizadas? ¿Se revisan los listados de miembros
de cada entidad que, realmente, son víctimas del terrorismo? Hay tanto que
revisar que, sinceramente, ya da hasta pereza seguir hablando de estos temas
porque, desgraciadamente, siempre habrá quien tenga las prebendas que a otros
se les niegan.
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