04 junio 2020 (30.05.20)
Hacia una política penitenciaria justa
Para comenzar su individualizado proceso
de reinserción los presos deben estar cerca
Esta semana ha
emergido un nuevo enfoque para desbloquear la política penitenciaria. El
Gobierno vasco ha anunciado que en las próximas semanas va a enviar una
propuesta al Ejecutivo de Pedro Sánchez para acercar a los presos de ETA a
Euskadi. El plan se pretende articular mediante el traslado de los presos a
centros radicados en Euskadi o en territorios limítrofes para que inicien desde
aquí un itinerario de reinserción.
El cambio
conceptual es importante: para comenzar su individualizado proceso de
reinserción los presos deben estar cerca. Se trata de un planteamiento que,
caso de materializarse, invertiría la política actual que exige a los reclusos
iniciar un itinerario de reinserción para solo entonces proceder a estudiar su
traslado a centros penitenciarios vascos o cercanos a Euskadi.
El dolor, la impotencia, el duro recuerdo, las sensaciones
grabadas en el corazón y en la mente de tantas y tantas víctimas merecen el
respeto, la empatía y la comprensión. Pero no puede ser la base sobre la que
sustentar la política como instrumento para la convivencia. Tampoco la política
penitenciaria. Quien cuestiona el acercamiento de los presos bajo el argumento
de que tal decisión supone una afrenta para las víctimas está utilizando
arteramente el sufrimiento de éstas. Y lo hace a sabiendas de que el alejamiento
no figura en la legalidad penitenciaria, que tal castigo a los presos y a sus
familias carece de toda base normativa.
Y ahora, de nuevo, está en manos del Gobierno de Sánchez, del
organismo Instituciones Penitenciarias, la posibilidad de subsanar esta
anomalía, esta utilización de la política penitenciara al servicio de ciertos
intereses políticos.
Todo lo que rodea al mundo de las prisiones acaba, como casi
siempre, colonizado por lo emocional y lo irracional: para unos ese mundo, y
los presos, representan el tótem, el símbolo de años de "lucha
armada" (eufemismo pseudorevolucionario que reemplaza al de empleo de la
violencia para fines políticos); para otros prima en toda consideración sobre
ellos el deseo de venganza punitiva y sancionadora. Sobre una y otra
orientación debe prevalecer el concepto de justicia, porque hay, debe haber un
concepto de justicia y unas garantías constitucionales que están vigentes para
todos, incluidos, por supuesto, los presos condenados por terrorismo.
Las leyes y normas jurídicas deben ser interpretadas conforme
a la realidad social del tiempo en que éstas han de ser aplicadas Esta máxima
jurídica, este principio hermenéutico que debe guiar la labor de los jueces
como aplicadores del Derecho ha de adquirir y mostrar toda su potencialidad en
el momento social y político que vivimos.
Pocos colectivos han sido tan vapuleados, tan manipulados, tan
cínica y populistamente tratados, tan menospreciados, tan olvidados y tan
utilizados por unos y otros como el de los presos. Algún día deberá hacerse
también balance sobre la inercia de una política penitenciaria basada en el
castigo, en la venganza, en la provocación, en la irracionalidad punitiva, y
ubicada demasiadas veces en la antítesis de un objetivo resocializador y
reeducador.
Reivindicar un trato justo, sin agravios y con los mismos
derechos a todos los encarcelados puede que para muchos suene a connivencia con
ese mundo. Aquí tampoco hay falsas equidistancias, porque en realidad esa
exigencia responde a la más pura lógica democrática de reivindicación de
igualdad de trato. La obsesión punitiva o sancionadora no permite todo. Hay, (o
debería existir) un concepto de justicia y unas garantías constitucionales que
están vigentes para todos, incluidos, por supuesto, los presos encarcelados por
motivos terroristas.
Las personas presas, todas, están llamadas a ser claves en la
consolidación de la paz y la convivencia. Ojalá comencemos a apoyar de forma
consensuada esta iniciativa. También esto será síntoma de normalización y de
justicia.
Opinión:
Para empezar, agradecer a la víctima que me ha enviado la
información “para darte la oportunidad de explicar lo que muchas pensamos”. Es
lo que suele ocurrir cuando llevas mas de 30 años hablando constantemente con
otras víctimas del terrorismo. Intercambiamos impresiones y opiniones que no
siempre son coincidentes, aunque en este caso lo son absolutamente, por haberlas
hablado desde un lejano 1990 en que nos conocimos. Un 1990 que, seguramente,
ninguno de los que ahora se dedican a pontificar como si fueran nuestros
representantes estaban cuando más falta hicieron.
Sólo quiero hacer una reflexión: que les aporten los
terroristas todo lo que marca la legislación. Hubieron unos años en los que se
hicieron cosas que a muchas víctimas no nos gustaron, pero jamás lo utilizamos
como ariete político a favor o en contra de nadie. También hubieron víctimas
que mostraron un enorme compromiso. Como Teo, que llegó a decir públicamente
que “se haga lo que haga falta aunque yo no me entere con tal de que nadie
sufra como hemos sufrido en mi familia”. Eran los llamados “años de plomo”.
Ahora, con una situación absolutamente diferente y una banda terrorista ETA
acabada, solo nos queda soportar y no olvidar el dolor sufrido esperando y
deseando que no vuelvan jamás aquellos tiempos tan duros. Muchas víctimas
trabajamos día a día con ese propósito y ese objetivo. Le llaman “trabajar por
el bien común”.
Por eso, si los terroristas han se estar cerca de su casa,
que lo estén para cumplir la totalidad de la condena impuesta.
Pero, cuidado: dos detalles más. El primero, a toda esta
gente que ahora exige el acercamiento de los miembros de ETA cerca de sus casas
¿por qué no les importó lo más mínimo donde estaban mientras atentaban y
destrozaban vidas día tras día?
El segundo, ese interés en los presos “vascos” ¿lo
demuestran también con los delincuentes no terroristas nacidos en el País Vasco
que cumplen condena por otros delitos lejos de sus casas?
Estos dos detalles muestran que, pese a todo, hay una
enorme dosis de cinismo en los que ahora reclaman ese acercamiento. Pero aún y
así, si los acercan, no hay problema.
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